El escritor argentino Julio Cortazar, uno de los grandes autores en castellano del siglo XX, dijo: “La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un “orden abierto”, novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación.”
No sé si ustedes han oído hablar de su arte a un fotógrafo profesional, a mí siempre me ha sorprendido que se exprese tal como podría hacerlo un cuentista en muchos aspectos. Fotógrafos de la calidad de un Cartier-Bresson, un Robert Capa o de un Brassaï parten de la idea de “límites” y definen su arte como una aparente paradoja: la de recortar un fragmento de la realidad, fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende el campo abarcado por la cámara.
Uno fotografía lo que quiere ver, selecciona la parte de realidad con la que se quiere quedar para eternizarla. Como en el cuento, donde el autor se apega a un límite físico, el de la extensión de lo que se cuenta.
Sigamos con las similitudes. El tema sobre el que el autor nos cuenta, porque tanto un cuento como una fotografía nos cuentan algo. Y eso que cuentan, primero sorprendió al autor. Por eso sintió la necesidad de contarlo.
¿Y cómo se logra darle forma a ese tema? El que pretenda hacer una o la otra cosa debe aprender primero a mirar y luego, con estudios y algunos consejos, debe crearse un oficio literario o fotográfico, mediante el clásico método de prueba y error.
Hay otra característica compartida por las dos disciplinas: la dependencia de una máquina. En la fotografía los móviles de última tecnología, con sus combinaciones de lentes y altas definiciones, han desplazado en muchos casos a las máquinas fotográficas. En cuanto a la literatura, lo cierto es que ya nadie escribe a mano, hasta las antiguas Remington han pasado al ámbito de los museos. Pero en ambos casos, no habría quehacer literario o fotográfico sin las máquinas.
Por último, la finalidad de las dos disciplinas no se reduce en subir a Instagram nuestros mejores momentos con los mejores filtros, sino que el cuentista y el fotógrafo tienen un deber y un compromiso con sus lectores (sí lectores, porque ambos son leídos e interpretados) pues cuando estos miran la obra, están ante una imposición, lo quieran o no, de una visión específica del mundo, la de su creador.
La sociedad ha generalizado la fotografía, para que no pueda ser excepcional. Hoy en día, se ha convertido en la actividad favorita de muchos: diseñadores, publicistas, comunicadores o cualquier otro hipster que sale por las calles con una Nikon colgada al cuello. Las redes se llenan de ilustraciones y selfies. Perdidos en el caos de millones de imágenes instantáneas que nos invaden, sucumbimos a la pérdida del “mirar” para quedarnos sólo con el “ver”.
Como en un carrusel infinito, las mismas imágenes se repiten una y otra vez en las pantallas. A esta altura, ninguna imagen nos puede sorprender. Sin embargo, hay personas que construyen relatos, historias completas con sus fotografías. Y esas, me atrapan definitivamente.

En el video que os acerco, Oscar Colorado, catedrático de Fotografía Avanzada de la Universidad Panamericana de Méjico, nos transmite sus experiencias, basándose permanentemente en el cine. Una interesante forma de escuchar consejos sobre la fotografía y la literatura, uniendo ambas disciplinas.
Es cierto que existen las analogías que comentas y no lo había leído antes. He leído bastante sobre fotografía, soy aficionado pero entre los fotógrafos se habla más de cuestiones técnicas que literarias.Los móviles avanzan muchísimo y hacen fotos de gran calidad pero no parece posible por el momento que sustituyan a las reflex con su enorme flexibilidad y capacidad de ampliación. Pero en muchos casos las reflex no pueden competir con los móviles. que les han comido mucho terreno.
Un saludo
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Gracias por tu comentario. Yo también soy aficionada a la fotografía. En su momento hice un curso de revelado analógico y me encantó. Ahora ya hace bastante que no salgo con mi amada Canon. Y estoy totalmente de acuerdo contigo en que los móviles no van a substituir nunca a las cámaras, aunque es francamente muy cómodo tener siempre a mano el móvil y hacer uso. ¿Será que me estoy volviendo muy cómoda? Saludos.
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