VadeReto, ¿Jugamos a Inventar Historias? En el blog “Acervo de letras” de Jose Ant. Sánchez, existe este juego que me encanta. Es una invitación a escribir, sólo un tema cada mes que puedes desarrollar como más te guste. Así que, aceptando el desafío de Jose, aquí os presento mi relato que este mes va de ¡¡¡EL NÁUFRAGO!!!
Mensaje en una botella
¿Cómo se puede aniquilar una familia en un segundo? ¿Cómo se va todo a la mierda y el mundo sigue su marcha, como si nada? ¿Cómo no nos dimos cuenta, o si, pero no hicimos nada antes de que todo se hundiera?
Pero tengo que empezar por el principio, y no por las preguntas finales.
Cuando nosotros nacimos, mi padre organizó una gran comida en Arzak, el restaurante de su amigo de toda la vida. Juan Mari iba a ser mi padrino y se prodigó en el festejo. Dicen que ese día el restaurante cerró sus puertas para que la familia, porque eso éramos, una verdadera familia, disfrutara a gusto de los mejores platos y vinos. Las pescaderías de la Bretxa se quedaron sin mercancía, porque todo le parecía poco para agasajar a quien le había acompañado y ayudado por tantos años.
Maite y Juan Mari se convirtieron en mis segundos padres. Elena era la hermana mayor que mis padres no nos habían dado. A ella le contaba mis aventuras y luego, mis conquistas, a ella le pedía consejo y reía o lloraba mis día a día. A ella, si. Y no a mi hermano gemelo, que hubiera sido lo normal.
Dicen que los gemelos tienen una conexión especial, que piensan y hacen lo mismo. Pero en nuestro caso, salvo el primer nombre que compartíamos, creo que no teníamos ningún otro parecido. José Luis parecía haber salido de una panza que no era la de mi madre. Alguna vez me imaginé que nos podían haber cambiado al nacer. Pero éramos dos gotas de agua, que hasta compartíamos un lunar cerca de la boca, los dos en el mismo exacto lugar.
Lo único que nos diferenciaba era la mirada, esa que deja vislumbrar lo que tienes en el interior. Y si por fuera, éramos idénticos, por dentro éramos el día y la noche. Y nunca tan cierto el dicho. Cuando la ama decía: “Niños, a levantarse. José Luis, José Mary, que hay que ir a la escuela.”, yo saltaba de la cama para estamparle un sonoro beso. Mientras mi hermano refunfuñaba y se tapaba con las sábanas, para luego escabullirse al baño, sin siquiera un buenos días.
En la escuela él era de números y yo de letras. Estábamos en cuadrillas diferentes y cuando nos peleábamos, éramos los peores enemigos. ¡Si nos habrá visto la Plaza Gipuzkoa, armar batallas con palos!
Sus amigos eran de tabernas y borracheras hasta la madrugada. Mis amigos eran de salir a bailar a Bataplán y los domingos ir a ver a la Real. Su novia era Carol, la chica mala del Boulevard. Yo salía con Pili, mi chica de toda la vida, la que aún me acompaña en las aventuras, la que me regaló tres hijos a los que adoramos.
Cuando José Luis se empeñó en comprar el local de Garibay y convertirlo en bar, las discusiones fueron memorables. Y no sólo en casa, porque como el aita no quiso darle el dinero, sino que le ofreció un trabajo para que se lo ganara, tuvo el tupé de pedírselo a Juan Mari y de enfadarse cuando este se lo negó. El gran escándalo en la familia se resolvió, como siempre, con la intermediación de la ama y el triunfo del rebelde.
Mis peores presagios se quedaron cortos. El O´Brien´s abría a las 10 de la noche, cuando llegaban las chavalas más avispadas y los chicos malos de la Parte Vieja. Una Keler en dos vasos, era lo más repetido. Hasta que lo más vendido pasó a ser la maldita droga. ¡Fue una época espantosa! Mi hermano no aparecía por casa, quienes venían eran los municipales, que como conocían a mi padre, lo solían traer borracho o drogado. Las broncas en casa acababan con mi madre llorando y mi padre encerrándose en el despacho, mientras el hijo pródigo daba un portazo y se iba a buscar a sus amigos.
Nos distanciamos tanto, que ni siquiera vino a nuestra boda. Dejé de verlo por bastante tiempo. Mientras yo comenzaba a trabajar con mi padrino y disfrutaba de mi propia familia y de mis padres, mi hermano iba cayendo en un pozo de bebida, drogas y violencia. Ahora pienso que, a lo mejor, podía haber intentado un acercamiento, ayudarlo con sus problemas. Pero los choques y reproches que siempre se producían cuando intentaba hablarle, me hicieron desistir y alejarnos cada vez más.
El día que bautizábamos a Txarito, la Guardia Civil interrumpió la fiesta en el Arzak, para comunicarnos que el cuerpo de José Luis había aparecido en la Kontxa. Aún no se sabía si se había ahogado porque iba de droga hasta las cejas, o si se había suicidado. Triste, pero previsible final para una vida a la deriva.
Hoy, tres meses después, el golpe nos ha cambiado a todos. Intentamos recuperar los restos del hundimiento de la familia. Muerto mi padre por un infarto, nos mudamos con María Pilar y los niños a casa de mi madre. Nuestra compañía parece haberle devuelto algo de alegría.
Después de pensarlo mucho y de hablarlo mucho con Juan Mari, me he hecho cargo del O´Brien´s para convertirlo en una cervecería. Donde antes corría la droga, ahora se sirven esos platos maravillosos que aprendí de mi padrino y cervezas artesanales tiradas de barril, que le dan ese toque de pub irlandés.
Es mi forma de redimirme, recuperar su bar.
Todavía me pregunto si le presté la suficiente atención a los mensajes de auxilio, lanzados al mar de la vida diaria, por un náufrago.
Te embarcaste en una nave que se suponía que no debías haber elegido, te enredaste hasta que no aguantaste más y en tu desesperación, saltaste por la borda. Ahora me doy cuenta que pedías socorro a gritos, y que no encontraste en quienes te queríamos, la ayuda necesaria. No supimos entender tu frustración, tu angustia, tu soledad, aislado y abandonado en una isla sin salida. Sólo te quedaba el recurso de lanzar al océano un mensaje desesperado para que alguien lo leyera. Y no lo entendí.
Hoy hablo mucho con Xabier, tu pareja de toda la vida, tu amor, tu compañero. Hoy, aunque tarde, he leído tu mensaje, hermano. Te pido perdón.




¡¡Bravo!! 😀 😀 No obstante, espero que la historia sea ficción…
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Gracias AlmaLeonor por tu comentario. Me alegra que te haya gustado.
Si, en este caso, los escenarios son reales, pero el relato es pura ficción. Nada de naufragios ni muertes.
Un abrazo.
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Woooowww
Hoy no te menciono a la mare, no porque no sea un buenísimo relato, que lo es; sino porque a las madres hay que llevarles cosas alegres y este es un relato muy triste.
Has sabido recoger sabiamente el reto que propuse. Hay más náufragos en las ciudades y en nuestras vidas que en las islas del mar. Naufragar es un verbo que nos viene muy al pelo a nuestra especie. Lo hacemos continuamente y son muchos los que no consiguen ser rescatados y sus «mensajes en botellas» nunca llegan a ser leídos.
Siempre me resultó un gran misterio que al nacer de los mismos padres, generarse en la misma panza de la madre, ser educados de la misma manera, siendo o no gemelos, los hermanos se diferencien tanto. Supongo que el misterio lo da la misma naturaleza, si no seríamos clones y terminaríamos en un mundo demasiado repetitivo.
Tu relato es triste, pero por la misma realidad de lo que cuenta. ¡Lo hemos visto tantas veces a nuestro alrededor! A veces, demasiado cerca. Sin embargo, al estar narrado en primera persona, y por alguien tan sumergido en el problema, dotas al relato de un sentimiento dulce y muy pasional, nos haces empaparnos de sus mismos sentimientos. A veces, es necesario llorar las contrariedades ajenas para saber valorar nuestras felicidades.
Gracias, Marlen, aunque me hayas emborronado un poquito los ojitos en este dominguete. También las lágrimas alimentan nuestras ansias lectoras.
Ahora me tomaré un par de cervecitas, bien tiradas, para celebrar que nosotros nos salvamos del naufragio.
Un abrazo.
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Hola Jose. Cuando leí el tema del mes del VadeReto, intenté buscar algo positivo y no caer en la tristeza. Pero es que cuando pienso en un náufrago, lo que veo es uno de los tantos náufragos de la vida, que como José Luis no descubre la forma de enfrentar la realidad que le ha tocado o ha elegido vivir. Esos que se dan de bruces contra la realidad, que tiran botellas al mar de la indiferencia y que, por lo que sea, no consiguen un alma compasiva que les escuche e intente rescatarlos. Porque a veces, sólo hace falta eso, que alguien les escuche. Y entonces pienso en la suerte de haber tenido una familia como la que tuve y la suerte de haber tenido AMIGOS, algo a lo que no damos mayor importancia hasta que te lo piensas. Porque la vida golpea fuerte y hay que estar bien amueblado y bien acompañado para enfrentar los golpes.
Mi intención de relatarlo desde los ojos de José Mary, era mostrar los sentimientos de quien siente la rabia y la culpa por no haber sabido actuar. Y no era el único que sentía esa impotencia. Los padres, con sus distintas reacciones, están en el mismo lado.
En cuanto al misterio de la diferencia, muchas veces enorme, entre hermanos, lo he vivido casi toda mi vida. Desde pequeña me di cuenta que mi hermano no tenía nada que ver conmigo. En algún momento de mi adolescencia llegué a pensar que lo habían cambiado al nacer. Hasta que un día lo miré y vi a mi tío calcado en él. Con los años, con la vida, con los recuerdos compartidos, nos hemos empezado a parecer un poco. ¡Y me gusta que así sea!
Si a ti se te han emborronado un poco los ojos, te diré que yo he tenido que hacer pausas para buscar los Kleenex, la tristeza no perdona y te trae imágenes que no quisieras revivir. Pero, fiel a mi optimismo habitual, he querido encontrar la redención de mi personaje: la cervecería, la relación con Xabier, las fotos que he querido incluir. La botella, aunque tarde (ese es el sabor amargo) por fin llegó a destino.
Me alegro que te haya gustado Jose. Me voy a preparar algo rico. No sé por qué hoy quiero gratificarme. Un abrazo grande, amigo.
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Un gran relato, lleno de sentimiento, amor, nostalgia. Me gustó!
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Gracias Ana por pasarte por aquí y por tu comentario. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
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Una historia tremenda, dura y emotiva. Es un placer leerte. Abrazos
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Gracias Nuria por tus palabras. Si, una historia como tú dices tremenda, dura y emotiva. De tristezas, remordimientos, incomprensión, la de un náufrago y sus conflictos.
Abrazos para ti también.
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Muy conmovedor relato. Interesante de principio a fin. Me encantó leerlo. Un abrazo 🐾
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Gracias Rosa, por tu comentario. Me alegro que te haya llegado como para conmoverte.
Un abrazo para ti también.
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Me ha gustado mucho tu relato. Cierto que es una histria triste y dura, pero tan real como la vida misma. A nuestro alrededor tenemos a seres queridos que van naufragando en su propia fustración y no siempre sabemos verlo y si lo vemos en muchas ocasiones no alcanzamos a saber qué hacer para ayudarles. Mmensajes lanzados al mar en una botella que se pierden a la deriva.
Un placer leerte.
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Hola Jose, gracias por tu comentario. Me alegro que te haya gustado.
La vida es así, un compendio de momentos felices y de momentos duros de afrontar. Es cierto lo que dices, a nuestro alrededor tenemos náufragos a los que no somos capaces de ayudar, a veces porque no sabemos hacerlo, a veces porque ni siquiera los vemos como náufragos. Consciente o inconscientemente ponemos excusas de por medio: es un mal bache, es fuerte y va a salir de esta…
Sin darnos cuenta que las botellas se van perdiendo entre las olas y a veces nunca llegan a la orilla, o llegan demasiado tarde.
Un abrazo.
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Ufff, Marlen me he quedado sin aliento, qué triste seguramente por la realidad que contiene, cuando miramos para otro lado para seguir en nuestra cómoda vida y dejamos a un lado lo importante porque es incómodo, molesto.
Muy buen relato qué realmente conmueve.
Un abrazo
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Buenos días Lola. Si, muchas veces miramos para otro lado por comodidad, por no implicarnos y dejar por un rato nuestra propia vida. Pero otras veces lo hacemos porque no sabemos cómo ayudar. El tema no es fácil. Nos hemos acostumbrado a vivir muy de prisa y a no tener tiempo para los demás.
Me alegro que el relato te conmoviera. Gracias por tu comentario.
Un abrazo para ti también.
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Buenos días, Marlen. Realmente el tema no es fácil pero tendemos a evitar lo difícil aunque existen situaciones más complejas, sin lugar a dudas, que en un intento de ayudar y acercamiento se produce el efecto contrario porque no estamos preparados realmente y porque la ayuda requiere de otras instancias.
Además de las prisas en las que se nos pasa por alto lo más importante.
¡Buen lunes!
Un abrazo de vuelta
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