¿Crees en el destino?

Yo creo que nuestro destino está determinado por nuestras elecciones pasadas y lo cambiamos volviéndonos más conscientes de nosotros mismos y tomando decisiones consecuentes en el presente.

Pero comencemos por el principio. El destino es el poder sobrenatural inevitable e ineludible que guía la vida de cualquier ser a un fin no escogido, de manera necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío. Entonces ¿todo lo que hacemos está predestinado? ¿Nuestra sensación de libertad es sólo una ilusión? ¿El azar no cambia nada?

El novelista español Carlos Ruiz Zafón decía “Yo creo que nada sucede por casualidad. Que, en el fondo, las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos.”

A menudo sentimos esa extraña sensación donde la casualidad, lo inesperado, va poniendo marcas en nuestro camino, obligándonos a encauzar la vida en una dirección u otra. Es cierto que a veces suceden cosas que nos sorprenden, conocer a alguien en un determinado lugar en curiosas circunstancias, esa elección que tomamos sin saber muy bien por qué…

Muchos piensan que lo que guía nuestra vida es esa fuerza que está por encima de nosotros y que nos empuja hacia una sucesión inevitable de acontecimientos, de circunstancias de las que no podemos escapar. Algo así va mucho más allá de una simple sincronicidad, supone llegar a pensar que nada ocurre por azar, sino que estamos predeterminados.

Pero la cuestión se centra en que si aceptamos la existencia del destino, asumimos que parte de lo que nos sucede está marcado por los designios de quién sabe qué. Es algo que escapa por completo a nuestra comprensión y puede que incluso hasta a nuestra propia consciencia. Entonces, ¿dónde están los hilos de nuestra responsabilidad? ¿Cómo ser responsable de algo que ni siquiera controlamos?

Hay científicos que afirman la existencia de un “destino inexorable” y es el relativo a la herencia. La genética de nuestros progenitores nos determina en muchos aspectos, en carácter, en rasgos físicos, en enfermedades. Pensarás que todo lo puedes cambiar, excepto la genética. Pero esto es un error, porque sabemos que el destino genético se puede cambiar con buena nutrición, ejercicio y estilo de vida sano.

Los patrones culturales, el contexto social y la educación también pueden afectarnos de forma importante. Pero por otra parte, estamos hechos para intentar anticipar al menos las consecuencias de lo que la vida nos depara.

También tenemos la concepción del “libre albedrío”, donde cada uno está condicionado por sus propias elecciones. Lo está por su propia historia personal y también por su vida en una sociedad que le permite inclinarse por una determinada senda u otra, reconociendo sus errores, confiando en uno mismo y asumiendo nuevos retos. Tener el valor, los conocimientos y la destreza para afectar al futuro, define al ser humano más que ningún otro aspecto.

Somos libres de establecer nuestras propias metas y conseguir nuestros propios logros, pero a veces las «casualidades» son tan singulares que no podemos evitar dotarlas de ese halo de magia inexplicable. 

El universo es de una complejidad tan asombrosa, que apenas ahora empezamos a comprender cómo funciona. Einstein, cuando se empezaba a vislumbrar la mecánica cuántica, decía “Dios no juega a los dados.”

No culpes al destino de no darte lo que mereces, la vida no es justa, al menos para quien nunca va a buscar lo que considera que merece. Ser conformista puede ser tu destino, pero sólo si te encargas de que así sea.

Ten en cuenta que tu futuro nunca debe estar atado a algo material, o a otra persona que no seas simplemente tú. Por supuesto que es viable tener como meta vivir para lograr algo, pero ¿qué sucede cuando se consigue? Debemos permitirnos ser ambiciosos, querer lograr cosas nuevas continuamente, pero cuando se trata de cosas materiales, siempre ambicionamos más, y eso nunca nos permite disfrutar de lo que tenemos en el presente.

La felicidad es más fácil de conseguir cuando establecemos el destino como un camino y no como una meta.

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

2 comentarios sobre “¿Crees en el destino?

    1. Si Lucía, a veces nos resulta fácil encontrar un culpable al cual achacar nuestras malas decisiones o nuestra desidia en esforzarnos por conseguir lo que deseamos. Y «el destino» nos sirve perfectamente como chivo expiatorio. Gracias por tu comentario.

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