¿Conocéis la historia de las piedras grandes, las pequeñas y la arena? Es una valiosa lección que nos permite reflexionar sobre varias cosas. Necesidad de tomarnos el tiempo preciso para entender cuáles son nuestras prioridades, por lo tanto de administrar bien nuestro tiempo, necesidad de poner orden en nuestras cosas, de pensar antes de actuar o juzgar, de no confiar en las apariencias y de hacer primero lo primero y luego, ocuparse de lo demás.
Vayamos desmenuzando todo esto. En primer lugar, debemos entender que las pelotas de golf o las piedras grandes deben ser lo primero que ocupe el frasco, después las piedrecillas. El resto encontrará cómo colarse entre los recovecos, es decir, encontrará su lugar.
Es importante entonces parar un momento para clarificar cuáles son nuestras prioridades y revisar cómo distribuimos nuestro tiempo. Nos conviene pensar cómo consumimos nuestro tiempo para que no se nos quede ninguna pelota fuera, o lo que es peor, que nos veamos obligados a sacar una para poder meter arena.
¿Pero cuáles son las grandes piedras en nuestra vida? La familia, los amigos, la salud, nuestros valores morales, nuestra vocación, nuestros sueños… Cada uno tendrá sus piedras. Pongámoslas primero y el resto encontrará su lugar.
A veces es difícil en la rutina diaria tomar la perspectiva necesaria para asignar bien las prioridades, a veces priorizamos las cosas más pequeñas frente a las que tienen más valor para nosotros. Si llenamos nuestro tiempo y nuestra mente de cosas pequeñas, luego no cabrán las realmente importantes. No es una cuestión de “no tener tiempo”. Es cuestión de saber organizarse teniendo siempre como base las piedras grandes y valorar nuestras prioridades.
Tener en cuenta que lo primero es lo primero. Cada cosa en su momento. No se trata de darse prisa, ansiosos por terminar y pasar a otra cosa. Si hubiéramos puesto primero la arena, no hubieran tenido espacio todas las pelotas de golf. Para no perder el rumbo, hace falta priorizar lo importante sobre lo accesorio y ser pacientes en nuestras demandas. ¿No os hace acordar nada en estos tiempos de pandemia?
Si pretendemos ocuparnos de resolver todo lo que requiere nuestra atención, será imprescindible empezar por lo primero, antes de ocuparse del resto. Es cierto que siempre hay cosas que deben resolverse antes que otras si uno pretende encontrar la manera de resolverlas todas. Pero también es cierto que para saber cuáles son cuáles, tengo que animarme a calificar mis necesidades, a darle a las cosas la importancia que les corresponde. Ni más ni menos. Sólo así podremos actuar como más conviene. Empezar por lo fundamental y sólo en algunos casos, en aquellos casos en los que el después puede llegar a ser tarde, empezar por lo más urgente.
Y al hablar de prioridades y privilegios, no nos olvidemos que ningún orden es definitivo o inalterable. Que mi lista siempre depende del momento de mi vida en la cual la hago. Y que mi orden no tiene por qué coincidir siempre con el de todos. ¡Cuántas veces, en nuestra desesperación, exigimos a nuestros padres, a nuestra pareja, a nuestros gobernantes, que solucionen nuestro asunto ahora mismo, que se ocupen primero de nuestro tema, de lo que a nosotros nos interesa porque es prioritario e impostergable! ¡Tantas veces nos quejamos sin darnos cuenta que nuestra piedra, la que para nosotros es la más importante, es un grano de arena en medio de lo que está pendiente para los demás!
Quizás sería importante no olvidar que para la conveniencia de todos, a veces a mis deseos les hace falta esperar un momento más adecuado. Que hay cosas que, aunque parecen ser menos importantes, no lo son y que es necesario dejarles siempre un espacio. Por ejemplo, que no importa que tan ocupada pueda parecer tu vida, siempre habrá un rato para tomarse una cerveza con un amigo.