Guerra contra lo injusto

Hoy os quiero llevar al cine a ver una película argentina de nombre “La odisea de los giles”. Su director es Sebastián Borensztein y en el reparto están figuras conocidas como Ricardo Darín, su hijo Chino Darín, Luis Brandoni, Rita Cortese, Daniel Aráoz, Verónica Llinás… Un guión dinámico y entretenido del propio Borensztein y Eduardo Sacheri, autor de la novela “La noche de la usina” que inspiró la película.

Para quien es argentino o ha vivido en Argentina, el término “gil” es entendido porque se usa comúnmente. Un gil es, en el castellano hablado en los países latinoamericanos un tonto, un incauto, un inocentón. El vocablo proviene del caló, el argot gitano español: “jili”, que significa “inocente” o “cándido”, que a su vez deriva de “jil” que significa “fresco” y esta palabra, por su parte, deriva del árabe “ŷahil”: potrillo y por tal motivo, torpe. Y de paso, nos enteramos del origen del insulto español “gilipollas”.

El otro término del título, la palabra “odisea” es, por definición, un “viaje lleno de aventuras” o, más específicamente, de “contratiempos”. Odiseo, el personaje de Homero, tratando de regresar desde la guerra de Troya tras veinte años, a su hogar en Ítaca, pasa por toda una serie de episodios que culminan con la eliminación de los pretendientes que, en su casa, acosaban a Penélope, su mujer, a quien todos daban por viuda (y adinerada) tras el largo tiempo de la partida de su marido. Pero Ulises vuelve y en una escena terrible, cierra todas las puertas de la casa y acaba con todos los ambiciosos y desconsiderados pretendientes.

Odiseo viene de la raíz “Od-“, de donde deriva nuestra palabra “odio”. Y aquí encontramos el tema principal de la película. En ella se intenta justificar una forma de odio, un sentimiento reprobable pero que la historia intenta explicarnos.

La escena transcurre en la Argentina de 2001, una época más entendible para los argentinos, que tuvieron que padecerla. La apropiación por parte del Estado, de los ahorros en dólares en aquel fatídico 2001 donde el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, trataba de explicar por televisión y con un ramillete de eufemismos lo que era a todas luces un manotazo de ahogado del gobierno sobre los ahorros de la gente para no venirse abajo económicamente. Se trataba del “corralito”. Meditando en su auto escuchamos a Fermín Perlassi (el ídolo del fútbol del pueblo), en la piel del siempre genial Ricardo Darín, reflexionando: “¿Qué se hace cuando no es uno solo sino un ejército de hijos de puta los que te cagaron la vida? ¿Qué se hace? ¿Quién te defiende? ¿Con quién hablás? Con nadie…”.

Y aquí encontramos nuevamente un guiño a la mitología griega. En la Odisea de Homero, el héroe le dice al cíclope Polifemo que su nombre es “Nadie” para engañarlo y vencerlo.

La película es la tragedia familiar y la transformación personal de “un don nadie” que quiere acabar con un gigante siempre hambriento y que ve al mundo con un solo ojo: el del dinero.

La odisea de los giles es un filme político, muy lleno de la idiosincrasia argentina y, por lo tanto, un filme tanto dramático como cómico. Es una película que realiza un planteo político donde incluye el odio como una propuesta de justicia. Abandonados, o más bien traicionados, por la mano paternalista del Estado, los personajes deben apelar a sus propias inteligencias, sus capacidades y limitaciones para tratar de recuperar aquello que les fue robado por el gobierno.

En esta planificación que se desarrolla en la mayor parte de la película, asistimos a la recuperación de los personajes, que se unen para luchar contra fuerzas aparentemente invencibles, con la consciencia de estar luchando contra un ente controlador, injusto por egocéntrico, que es el poder del Estado, representado por inescrupulosos y ambiciosos. Habrá empatía y habrá justos reclamos, pero por sobre todo, habrá que buscar la dignidad perdida. Hay que indignarse y la indignación es la forma que toma el odio. Ante la injusticia debemos desarrollar un odio especial, debemos liberar nuestro “Odiseo” de nuestra mansedumbre, de nuestra historia de ovejas sometidas al pastoreo del Estado. Habrá violencia, habrá peligro, pero al final habrá dignidad. Y en esa dignidad buscada, en ese odio, renace el amor propio y la empatía de clase lo que lleva a la reconstrucción del individuo, en un esfuerzo colectivo de reivindicación.

Si lo reflexionamos, estamos acostumbrados a lo impuesto, como una forma normal de convivencia social y civilizada. Desde la escuela se nos adoctrina al respecto, olvidando que esa escuela responde a un Ministerio de Educación, que a su vez responde al mismo poder que nos impone los impuestos, que nos monitoriza al respecto, que no puede ser a su vez monitoreado por nosotros y donde la propia educación está diseñada para que se perpetúen las condiciones que le dieron poder al poderoso. En este marco es donde se asienta el personaje de Antonio Fontana: el viejo anarquista interpretado por un siempre magistral Luis Brandoni, que evoca a su máximo referente anarquista: Mijaíl Bakunin.

Volviendo a historias de la mitología, se trata de una invocación a la guerra. Un llamado a Ares, hijo de Zeus y de Hera, contra el poder. Su madre lo define como “ese loco que no conoce ley”. Y ese modelo puede aplicarse al despertar del cordero amansado que se descubre como una oveja macho, fértil y fuerte, capaz de rebelarse contra el pastor, más allá, incluso, del peligro a ser descubierto por el aparato represor. Y esta búsqueda de la guerra a través del odio, queda compensada por la Justicia.

En el mito de Ares, es su amor por Afrodita lo que lo redimirá para siempre como dios de la Guerra. Por su parte, en “La odisea de los giles” es la justicia ante el atropello, el factor que equilibra la balanza moral de la historia.

En el filme, no nos encontraremos ni con dioses ni con héroes homéricos, sino con seres vulgares, vencidos por el tiempo y la ignorancia. Personajes patéticos y graciosos, tiernos y honestos, en quienes arde la llama de la dignidad.

Esta es una película que nos invita a rebuscar en nuestro interior domesticado, aquellas brasas de honor y dignidad que permitan avivar el fuego frente al atropello de los poderosos. Es una historia simple, argentina, latinoamericana. Un grito interior sin mayores alardes de aquello que somos.

Posiblemente no se entienda todo su significado fuera de Argentina y por otra gente que no sea la que padeció el corralito del 2001, las tragedias que se desataron, los suicidios y crímenes que ocurrieron, en un hecho histórico vivido esencialmente por giles y aprovechado por los vivos de siempre. Es inevitable.

Pero es una película que merece ser vista como homenaje a todos los giles que cayeron, caen y caerán en las trampas del poder mientras reine ese poder en el mundo… o sea, para siempre. La lucha nunca acabará para ellos.

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

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