«La intuición es el susurro del alma» Khrisnamurti

Cuando escuchamos hablar de intuición, pensamos en algún vidente que puede leer el futuro y decirnos lo que va pasar a continuación, o en una voz interior que nos dirá cuál es el siguiente paso que debemos dar o qué es lo que no debemos hacer para evitar una desgracia.

Las personas intuitivas pueden parecer débiles, pero en realidad guardan la fuerza de las almas antiguas dentro de sí mismas. Su sustento no está en la fortaleza física sino en un sostén emocional, educado por las diferentes situaciones de la vida.

Son almas que han vivido muchas existencias, que gozaron plenamente sus pasiones, que cayeron y se levantaron ante las enseñanzas del universo. Lloran más que las otras, porque son sinceras con sus sentimientos. Saben que las emociones, cuando oprimen, necesitan una vía para poder salir. Sienten y entienden mucho más que los demás.

Hay personas que tienen un nivel de intuición que les permite utilizarlo como recurso para ayudar a otros. Son como una antena extremadamente sensible que capta cualquier señal o energía en el medio ambiente.

Es difícil explicar cómo las energías de los lugares o las personas nos afectan o nos envuelven. Recuerdo estar en ciertos sitios, como el Muro de los Lamentos en Jerusalem, navegando en el río Ganges en la India, paseando por Petra, respirando fuerte frente a las Cataratas de Iguazú o descubriendo senderos por la selva de Irati y sentir que todo vibra a mi alrededor, que hay algo que me envuelve y me tranquiliza protegiéndome.

Las personas intuitivas se maravillan con las cosas simples de la vida, aprecian los aromas, los colores, los sabores, la poesía de la vida cotidiana.

Una persona que tiene sus instintos despiertos es alguien que ve más allá de las apariencias. Utiliza su intuición para explorar todo su potencial. Esto hace que presienta lo que aún no ha ocurrido o que sepa cuáles son los lugares donde debe o no debe ir, o qué tipo de energía emiten las almas.

Se trata de personas que aman intensamente, que tienen una fuerte conexión con la naturaleza, con los animales, los libros y todas las enseñanzas que la espiritualidad aporta al mundo. Que se deleitan admirando la noche y las estrellas. Que reconocen las almas buenas y las que todavía están en el camino de encontrar su luz.

Ellas pueden caer, pero siempre se vuelven a levantar, porque aprenden de sus errores con cada experiencia y eso las convierte en seres más fuertes.

Aprendieron a desarrollar su luz y saben que son capaces de eclipsar a aquellos que aún no la entienden e iluminar a aquellos que están en el despertar de la conciencia. Nunca subestimes la fuerza de una persona intuitiva.

Pero todos podemos desarrollar nuestras propias capacidades. La información que proviene de nuestro interior a través de la intuición, se filtra a nuestra consciencia generalmente en nuestros momentos de mayor desesperación, porque ya no podemos permitirnos el lujo de tener miedo o de retrasarlo más. En los momentos de mayor necesidad, ya no podemos descartar nada.

El bloqueo más importante para ese aprendizaje es el juicio, que limita el flujo de nuestra energía. En lugar de preguntarnos ¿Por qué me está pasando esto a mí?, sería interesante preguntarnos ¿Qué puedo hacer para solucionar esto? El universo nos ve como seres infinitamente poderosos, por lo que no se deja impresionar por nuestra conciencia de víctimas.

Acceder a nuestra intuición es un proceso que consiste en considerar nuevos potenciales, en contemplar otras posibilidades. Y también en permitir que las limitaciones del presente se conviertan en el trampolín que nos llevará a experimentar más alegría y plenitud en el futuro.

Somos capaces de captar las vibraciones ante una persona o una situación. Deberíamos no dudar de nuestro poder.

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

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