Estamos a fin de marzo del 2022 y las elecciones presidenciales francesas se efectuarán en pocos días. Pero, como europeos, ¿qué esperamos de ellas? La campaña electoral está resultando lenta en las propuestas, dramática en los temas que se imponen: la seguridad, el racismo, poco más. Y la guerra, es comprensible, no ayudará a sacar a relucir otros temas realmente importantes: económicos, sociales, educativos, ecologistas… Las expectativas que tienen los ciudadanos no son muy ambiciosas.
Doce candidatos, cuatro mujeres y ocho hombres, han obtenido los patrocinios necesarios para presentarse en las elecciones presidenciales francesas de este año. Según las encuestas, el presidente saliente, Emmanuel Macron, saldría a la cabeza en la primera vuelta, con entre un 28 y un 34 % de las intenciones de voto. Una puntuación bastante estable desde que se declaró candidato.
Marine Le Pen, la heredera del derechista “Frente Nacional”, rebautizado como “Reunión Nacional”, y de su padre Jean-Marie Le Pen (con quien ahora tiene una relación compleja), también podría clasificarse para la segunda vuelta.
A la izquierda, es el jefe de “La Francia Insumisa” y candidato por el sindicato popular, Jean-Luc Mélenchon quien domina las encuestas. Clasificado en la tercera posición detrás de Macron y Le Pen, el diputado de Bouches-du-Rhône ha tenido una progresión notable desde el inicio de la campaña.
El candidato ultraderechista Eric Zemmour del partido ¡Reconquista!, se desploma en las encuestas. Tras un pico de más del 16% durante el otoño, al excolumnista de televisión se le atribuye actualmente un 9% de las intenciones de voto en la primera vuelta.
Una caída similar afecta a la candidata del partido “Los Republicanos”, Valérie Pécresse. En tanto, el candidato del partido “Europa Ecología Los Verdes”, Yannick Jadot, y su competidor comunista Fabien Roussel del “Partido Comunista Francés”, se estancan en las encuestas. Pero ya se sabe que las encuestas no son, en general, muy fiables.
Dos candidatos al final del ranking están codo con codo. El diputado de Pyrénées-Atlantiques Jean Lassalle del partido ¡Resistamos!, le pisa los talones a la alcaldesa socialista de París Anne Hidalgo.
Y os preguntaréis ¿Por qué me interesa el tema si no vivo en Francia? En este mundo globalizado y viviendo en la Unión Europea, me preocupa la reacción de las principales economías europeas ante la crisis energética producida por la guerra en Ucrania y la consiguiente subida de los carburantes.
Tanto Alemania como Reino Unido anunciaron en las últimas horas paquetes de medidas para paliar el impacto de la crisis. Tratan de remediarlo o, al menos de paliarlo, con ayudas directas y rebajas en el precio del combustible. Los dos gobiernos son los últimos en sumarse a una tendencia que se extiende por Europa (Francia, Portugal e Italia ya habían movido ficha), sin que España termine de dar el paso.
En España, la crisis se une al paro convocado por los transportistas. Y al consecuente desabastecimiento.
Según la historiadora Laurence De Cock, la izquierda debería volver a conectar con la utopía y el radicalismo, fijando como objetivos la abolición de toda dominación, la ralentización de nuestros estilos de vida, la audaz redistribución de la riqueza y un gran «Plan Marshall» para la escuela.
¿Veremos algo así? ¿La ultraderecha seguirá ganando poder en la vieja Europa? ¿La izquierda volverá a enamorar a las juventudes soñadoras de un ideal?

Creo que la utopía y el radicalismo son necesarios si no se manchan de violencia o de insinuaciones hacia ella. Pero en este mundo europeo tan políticamente viejo es necesario concretar y la izquierda no puede ir más allá de la socialdemocracia porque nadie ha explicado hacia donde se va ‘más allá’. Y ya vemos las dificultades y contradicciones de Podemos para ir ‘más allá’ cuando en Europa no son gobierno sino oposición. Pensadores como Piketty han mostrado salidas pero parecen poco claras para un programa electoral y necesitan concretarse en medidas y no quedar en vagos deseos.
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Yo también creo que la utopía y el radicalismo son necesarios en el espectro político, siempre y cuando no se mezclen con la violencia.
Thomas Piketty tiene, a mi entender, estudios interesantes sobre la concentración de la riqueza y su distribución. Creo que, hasta la década de los 80 se produjeron avances muy notables en igualdad, de la mano del estado del bienestar, tanto en educación, salud, protección social. En los años siguientes se ha ido perdiendo ese estado social. Cada vez más indicadores muestran que la desigualdad actual es excesiva y que es necesario actuar contra ella. A pesar de que cada vez somos más iguales en nuestros conocimientos, ello no ha ayudado a disminuir la desigualdad en los ingresos. Y me parece interesante la propuesta de un socialismo democrático, ecológico y con mestizaje de las clases sociales.
Gracias por tu comentario. Saludos.
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Temas bien complejos. Esta guerra, «operación especial» , «invasión» o como quiera uno llamarle, es el parteaguas de muchas cosas, vienen muchos cambios en términos de geopolítica y sobre todo se viene el fin de la globalización como la conocemos. Vendrá ahora una nueva forma de hacer las cosas, quizás por bloques de países cercanos, y ya no dependiendo tanto de lugares lejanos. Espero que mientras todo esto se ajusta no haya tanto desorden y la gente no sufra. Esperemos que haya sabiduría para escoger a los dirigentes en Francia, se vienen tiempos que requieren de verdaderos estrategas y estadistas.
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Gracias por pasarte Ana, y por comentar. La verdad es que yo no veo nada claro el futuro, ni siquiera descarto actitudes descabelladas como el dejar de vender gas de Putin a Europa, en plan crio en el recreo: «Pues ahora no te dejo jugar con mi balón».
¿Fin de la globalización? ¡Quién sabe! ¿Qué tan importantes son las alianzas en el contexto económico global? Amenazas a la integración como el «Brexit», el «America first” de Donald Trump o la incertidumbre ante un eventual triunfo de Bolsonaro en Brasil, generan interrogantes sobre el impacto y el futuro de estas alianzas.
Tienes razón en que se necesita sabiduría para escoger a los nuevos mandatarios que van a gobernar Francia. ¡Ya veremos lo que pasa!, porque su futuro y el de la Unión Europea está ligado al nuestro.
Lo que si creo es que con los bombardeos y la guerra, muchos se harán ricos, pero la mayoría, el pueblo que vota con la ilusión de un futuro mejor, es el que sufre, el que tiene que emigrar perdiendo todo, casa, trabajo, ilusiones y en muchos casos, hasta la vida.
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