VadeReto, ¿Jugamos a Inventar Historias? En el blog “Acervo de letras” de Jose Ant. Sánchez, existe este juego que me encanta. Es una invitación a escribir, sólo un tema cada mes que puedes desarrollar como más te guste. Así que, aceptando el desafío de Jose, aquí os presento mi segundo relato que este mes va de ¡¡¡LA CARTA!!!
Carta a Papá Noel
Querido Papá Noel Antes que nada, quiero decirte Hola, ¿cómo estás? La verdad es que ya sé que estás bien, así que es una tontería preguntarlo. Pero mi abuela dice que hay que ser educado y lo primero preguntar ¿Cómo está usted? Después te quiero decir que soy Miguelito, ya me conocés, el chico de San Telmo, frente a la panadería, que siempre te pide un avión de esos que vuelan de verdad y nunca me lo traés. Pero de eso no te iba a hablar hoy. Te quería contar que como sólo tengo 4 años y todavía no sé escribir (bueno, si que sé, pero nadie entiende lo que escribo), esta carta me la está escribiendo Don Benito, el portero de mi casa que a veces es un cascarrabias (no, eso me dijo que no lo va a poner), pero otras veces me dice que me siente en una sillita chiquita que tiene en la portería y hablamos de nuestras cosas. Así que hoy le pedí el favor de que me escribiera esta carta y me dijo que a la siesta me viniera, y acá estoy escribiendo (bueno, escribe él, pero le digo las cosas yo). Te tengo que contar que este año me porté muy requetebién, aunque mi mamá te diga otra cosa. No te creas que hago tantas travesuras como se creen todos, lo que pasa es que, a veces, voy a hacer una cosa y de repente ¡Paf! se me ocurre otra y ya se arma el despelote (mejor poné el lío, porque me parece que despelote es mala palabra). Bueno, como me porté tan bien, hice una lista superlarga de todo lo que pensaba pedirte: el avión que vuela de verdad lo primero (a ver si de una vez por todas, me llega), una pelota número 5 porque es la que sirve para el fútbol, una camiseta de Messi (mi mamá me dijo que no hay tan chiquitas como para mí, pero aunque sea más grande, no me importa, me la pongo igual). También quiero un rompecabezas para hacerlo con mi abuelo, pero que no sea muy difícil, porque a él no le salen muy bien y le tengo que enseñar. Y también un libro para pintar, pero que sea de aviones, camiones y tractores, porque cuando me los compra mi abuelita siempre elige de muñecos y casas y a mí mucho no me gustan, aunque nunca se lo digo (bastante hace con gastar su jubilación en libros para pintar). Ya que estamos, podrías traerme una caja de lápices de colores, que los que tengo, de tanto sacarles punta, se me apetisaron todos. Todas estas cosas son las que había puesto en mi carta, pero como todavía no la llevamos al correo, tengo tiempo de cambiar ¿no? Y ahora estuve pensando a lo loco y se me ocurrió lo mejor de todo el mundo, que te puedo pedir. Ya sabés que hace un mes o así, mis papás trajeron a casa un hermanito. No sé cómo fue, porque mamá me decía que lo tenía en la panza y yo, aunque miraba y miraba, no lo veía por ningún lado. Pero un día papá me dijo que teníamos que ir a conocer al hermanito que ya había nacido. Y nos fuimos los dos al hospital. Allá estaba mamá en una cama con un nene chiquitito que estaba chupando la leche de mamá. ¡Es enano! ¡Y después dicen que yo soy chiquito! ¡Ja! Después lo trajeron a casa y lo pusieron en una cuna que está en la habitación de mis papás. No entiendo por qué no lo pusieron en mi habitación. Aunque después yo estaba contento, porque Carlitos se la pasa llorando toooooodoooo el tiempo. Yo le tengo paciencia y le explico que no hay que llorar por todo, que solamente cuando te caés y te duele mucho. También le pregunto si tiene hambre o si tiene ganas de hacer caca, pero no me contesta, sigue llorando. Mamá me dijo que todavía no sabe hablar, que tiene que aprender. Y entonces ¿cómo hablaba donde estaba? Porque una cosa es no saber leer y otra cosa es ni siquiera saber hablar. De día, como yo me voy al jardín escolar no lo escucho tanto, pero de noche no lo aguantamos más. Papá está desesperado, porque cuando se va a trabajar, está más dormido que cuando vuelve. Bueno, la cuestión es que a mí se me ocurrió pedirte este año un cambio. No me traigas nada de la lista, ni siquiera el avión que vuela de verdad. En lugar de todo eso ¿por qué no me cambias a Carlitos por un perro, un perro chiquito, un cachorrito? Hace mucho que lo pido y no me dejan tener uno. Pero él no lloraría todo el tiempo. Y, cuando Carlitos crezca y no llore tanto, ya lo traemos de vuelta y así jugamos los dos y lo pasamos genial. ¿Te parece bien? ¡Ah! a mis papás no les conté lo del regalo que quiero, y a mis abuelos tampoco. Porque, a veces, cuando les cuento algo de mi lista, yo sé que te escriben otra carta para cambiar mi pedido. Bueno Papá Noel, te mando un beso muy muy grande y espero que este año me hagas caso. Miguelito, el de San Telmo, frente a la panadería

jaaaaaaaaajaaaaaajaaaaaajajajajaa
(Como lo esperarás, ahí va) ¡¡¡Lamarequeteparió!!!
Me encanta cuando estoy leyendo algo y de repente me sale una carcajada involuntaria, libre, espontánea ella solita.
La verdad es que no me esperaba ese giro final y es muy Miguelito (aunque yo me lo he imaginado en boca de mi sobrino, que también es un regalito 😍😍😍).
Si Papá Noé permitiera estos cambios, creo que tendría más trabajo que el que pinta las cielos de nubarrones cada vez que hay fiesta.
Es dulce, entrañable, travieso y maravillosamente pícaro con ese final. ¡Me encanta!
Gracias por alegrarme la mañana, desatascarse con una gran carcajada no es algo habitual en estos tiempos.
Y gracias por duplicar tu participación, la familia acervolense en un regalo impagable.
Un abrazo grande desde mi corazón infantil. 🤗🥰🥰🥰
Me gustaLe gusta a 2 personas
¡¡¡Siii, si que lo esperaba!!! Mamá, esta va por ti. ¡¡JaJaJa!!
Pues te diré que andaba medio bajoneada y necesitaba un chute de risa, de esas carcajadas que no puedes contener, que despiertan a los vecinos y les hace confirmar que la vecina del primero está medio chalada. Me he divertido mucho pergeñando esta carta y preparando la sorpresa final. Saborear los detalles, ponerme en la cabecita de mi Miguelito, pedirle a Don Benito que me transcribiera también los comentarios y terminar por pedir lo que realmente quería el niño, fue toda una curiosa aventura.
Creo que hay varios Miguelitos en nuestras vidas, esos niños que te sueltan ocurrencias a cada instante, pero que no dicen las cosas porque si, sino que las piensan y tienen su por qué. Y, si tienes paciencia y aguantas la risa, te sorprenden y te conmueven con sus explicaciones.
Yo también creo que si el bonachón de Papá Noel aceptara encargos de este tipo, no tendría problemas de paro. ¿Te imaginas las cosas que pediríamos en trueque? ¡Qué gozada! Cambio nuera insoportable por 1/4 kilo de camembert de Normandie y 1 barra de pan. Se solicita cláusula de no reintegro.
Me alegro de haber puesto un poco de desatascador en estos días.
Y gracias a ti, por meterte en estos berenjenales, por comentar cada aporte y por disfrutar de cada relato. Ha sido un verdadero placer participar por duplicado. Un achuchón goxo goxo de la niña que se sigue riendo.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Amiga mía, cuando estés de bajona dame un toque, que ya inventaremos algún reto o majarada gorda para echar fuera todo lo shungo.
Me acabo de acordar de una cosa que hacía mi abuela. Echaba en un recipiente Romero y lo quemaba y allí que nos íbamos todos detrás de ella en procesión por toda la casa, mientras cantaba: «Romero Santo, Santo Romero, Que salga lo malo y entre lo bueno».
Ella lo hacía muy mística, pero nosotros, los niños, con el cachondeo y las risas hacíamos que cambiara el ambiente y la alegría echara los «demonios». 😜
Que necesario un Miguelito en cada casa, tenga la edad que tenga.
Ashushón de güerta. 🤗
Me gustaLe gusta a 2 personas
Hola mi buen amigo Jose. Tú siempre dispuesto para inventar algo y levantar la moral. No te preocupes, ya lo has hecho. Entre la disparatada carta, con la que me reí mucho, y tus comentarios que me activan no sólo las endorfinas, sino todas las hormonas de la alegría, voy riendo por la casa.
Por lo visto tu abuela era también una sorgiña (no te asustes, no la estoy insultando, todo lo contrario). Y como buena sorgiña, sabía/sabemos que, de vez en cuando, conviene limpiar las energías que tienes a tu alrededor. En mi casa la procesión la hago con romero, copal, salvia, palo santo o mirra. Los cantos me los invento, aunque suelo hablarle a la casa. Y las risas y el cachondeo lo ponen mis sobrinos, aunque a veces, Uhaitz, el niño se acojona y me toma un poco en serio. La cuestión es que hay épocas en que son ellos quienes me piden encender velas o sahumar la casa. Creo que las malas vibraciones tiemblan cuando nos ven preparando nuestro akelarre. Ja Ja!!
Por cierto, tienes razón. Un Miguelito en cada casa solucionaría muchos conflictos. Hacer el Miguelito de vez en cuando, tampoco viene mal.
Besarkada bat de esta sorgiña.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Seguro que este año no se olvida de lo que le pides… Una encarta entrañable. Te aplaudo. Ha sido un placer, abrazos
Me gustaLe gusta a 2 personas
Espero que si me lo traiga, Nuria, porque papá necesita dormir alguna noche.
Gracias por tu comentario y por tus aplausos. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Una carta muy divertida y llena de ternura esta que, como hermano menor de dos, me obliga a tomar partido por el que llora, como es lógico y natural. ¿Un cachorrito dice? Una buena piraña la mandaba yo.🤣🤣🤣🤣
Un abrazo, una delicia leerte.
Me gustaLe gusta a 2 personas
¡Jolín!, Isra, no sabía que eras hermano menor. ¡Con lo que tenemos que sufriros los mayores!
Evidentemente, la piraña no me convence. Pero ya le diré a Papá Noel que como te gustan, el próximo año te lleve una. ¡¡Ja Ja Ja!!
Gracias por el comentario. Me alegro que te haya gustado!
Abrazos
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola, Marlen. Pues me parece que Miguelito ha acertado al pedir a Don Benito que le escribiera la carta. El ahora portero de la finca fue Papá Noel en unos grandes almacenes hasta que lo echaron por robar de ellos lo que los niños en sus cartas le pedían, eso y que con el tufo a aguardiente que tenía más de un pequeño al bajarse de él se estrellaba contra el suelo de lo colocado que estaba.
El buen conserje ya ha echado el ojo a los del chalet de la esquina, que a falta de niño tienen un coqueto Yorkshire, y ya está maquinando con media botella en el coleto como hacer el cambio con Carlitos; cuando la acabé ya estará el plan preparado.
Saludos 😁🖐🏼
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡¡¡Ja Ja Ja!!! Me has escrito mi epílogo. ¡¡Genial!! ¡Y con lo que me gustan! Buenísima idea JM, es el epílogo perfecto para el relato. Aunque no sé yo si, cuando Carlitos crezca y no llore tanto, lo podrán recuperar y así poder jugar los dos y pasarlo super bien.
Habrá que esperar a que se acabe la botella para conocer el futuro del pobre llorón.
Saludos y muchas gracias por tu comentario.
Me gustaLe gusta a 1 persona
De nada, Marlen. Parece que es mi papel en los blogs. Fue muy oportuno Benito el portero al cambiar el canastillo de Carlitos por el cestillo del cachorro justo cuando los vecinos ricos se iban a pasar las Navidades a su cabaña de lujo en las montañas. No repararon en Carlitos, hasta que a mitad de camino se despertó y empezó a llorar. Él pensando que había sido cosa de la mujer, por su frustrado deseo de concebir, no dijo ni palabra y ella pensando que su marido había sido el artífice hizo lo propio. El caso es que no volvieron, pero cada uno de los cónyuges hizo una generosa y anónima transferencia a la cuenta de sus vecinos como aguinaldo navideño.
Miguelito, después disgusto de sus padres, aliviado cuando vieron que su cuenta se había más que saneado le permitieron quedarse con el cachorrillo y pasaron unas fiestas por todo lo alto los cuatro.
Don Benito, que ya quería jubilarse, que sobrio era un ajedrecista de torneo internacional, sacó partido a ambas partes haciendo que los falsos secuestradores, ahora viviendo en el extranjero, enviaran fotos del niño para demostrar que lo cuidaban bien y dinero. Por su parte los dejados padres (cómplices sin saberlo) no denunciaron el caso a las autoridades tomándolo como una adopción. El caso es que el portero, como buen intermediario se llevaba una mejor comisión para complementar su pensión.
Miguelito, que había cumplido su sueño, se pasaba el día jugando y paseando con su querido perrito, lo otro eran cosas de mayores y él solo un niño.
Saludos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡¡Ay JM, has cumplido ampliamente con tu papel en los blogs!!
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
O mucho más adecuada: Vivieron felices y comieron perdices.
Porque cada uno logró lo que quería: Don Benito consiguió la pasta para jubilarse y, por fin, dedicarse a su amado ajedrez. Los vecinos ricos tuvieron un heredero para malcriarlo y darle todo lo que quisiera, hasta se compraron una cama de 4×4 para dormir con Carlitos y que dejara de llorar. Los padres, con cuenta saneada y los gastos de un sólo hijo, se cambiaron de casa (justamente compraron la de sus vecinos ricos) y el padre cambió de trabajo para tener un horario más restringido. Y Miguelito consiguió su sueño: tener un cachorrito con quien jugar… y ser hijo único.
Un abrazo JM y gracias por tu comentario.
Me gustaLe gusta a 1 persona