VadeReto II (octubre)

VadeReto, ¿Jugamos a Inventar Historias? En el blog “Acervo de letras” de Jose Ant. Sánchez, existe este juego que me encanta. Es una invitación a escribir, sólo un tema cada mes que puedes desarrollar como más te guste. Así que, aceptando el desafío de Jose, aquí os presento mi relato que este mes va de ¡¡Un otoño de miedo!!

Una carta para ti

Hola ¿Qué tal todo? ¿Cómo andamos?

Yo bastante bien, la verdad.

Es que, en estos tiempos, tengo grandes apoyos, no te voy a mentir. La debacle económica, el paro, la enorme inflación generalizada, el COVID y sus variantes como la viruela del mono, la violencia, el precio de la luz, del gas, de la gasolina, si hasta la amenaza de guerra nuclear me está echando un cable.

¿Pero sabes lo que más contento me pone?

Que siento que tú y yo estamos cada vez más cerca que nunca. Ni cuando eras pequeño, éramos tan amigos.

¡A que sí! ¡A que te has dado cuenta!

¡Ah! ¿que todavía no te has percatado?

Mira, es muy fácil. Hagamos una prueba.

Acabo de leer en Linkedin que una empresa australiana “Lifesize Plans” está buscando un jefe del Departamento “Technical Design”, para su sucursal de Barcelona.

Es una empresa pionera que posee la primera tecnología patentada de recorrido a escala real del mundo, que ha cambiado la forma en que las personas diseñan y construyen sus casas.

Con el uso de tecnología punta y programas personalizados, hacen que los planos arquitectónicos y la futura casa tengan un tamaño real, antes de invertir y de empezar a construir. Pueden mostrar la vivienda completa, incluidos los pisos superiores e inferiores, los patios traseros, las piscinas y las áreas de entretenimiento, junto con las entradas para vehículos y los espacios de estacionamiento a una escala de 1:1.

Además, incorporan el uso de muebles y artículos para el hogar reales, así como tabiques y decoraciones, para brindar la mejor oportunidad de perfeccionar el diseño. ¡Muy interesante!

Te pego aquí su email, por si les quieres mandar tu CV, o un video, o lo que sea:

headoffice@lifesizeplans.com

Si bien es una empresa de alta tecnología que está teniendo mucho éxito a nivel mundial, recién están comenzando en España. ¡Con la que está cayendo!

No te negaré que tiene buena pinta. Pero tú estás bastante bien donde estás. No es tu trabajo soñado, pero tienes un sueldo a fin de mes, con el que puedes hacer frente a los gastos y dar de comer a tu familia.

Es cierto que hace diez años que no te tomas vacaciones. Como la empresa no cierra, pero tiene menos trabajo, aprovecháis para hacer el control de stock y preparar los balances. Total, los chicos se van al campamento de verano y tu mujer siempre está con sus amigas.

Si, ya sé que ella se queja mucho de que no estás nunca en casa, pero le has prometido que antes de que acabe el otoño haréis una escapada de fin de semana los dos solos, sin niños.

La oficina es cómoda, aunque tengas que compartir un espacio mínimo con tus compañeros y tengas que comer tu vianda en el escritorio, porque no hay ni una zona donde relajarse. Si, por lo menos, tuviera un lugar al aire libre para charlar y socializar. Pero claro, tiene la ventaja de estar en ese polígono industrial, un poco gris y triste eso sí, pero cómodo para llegar.

Tus jefes ya te conocen y son majos. Hasta te piden con educación que te quedes a terminar el informe técnico diario. Y eso que todavía no habéis logrado que os reconozcan las horas extras. Cuando tuviste que ir al médico con el pequeño, que se cayó de la bicicleta, te tocó recuperar las horas. 

No todo es perfecto. Ya no te diviertes como cuando empezaste. Pero claro, eras más joven y tenías las ilusiones intactas. Además, no se puede tener todo, hay que conformarse con lo que toca.

A saber si es verdad todo lo del anuncio y, al cabo de un tiempo, cómo estarán los que vayan a trabajar allí.

Pues, tienes toda la razón. Mejor no cambiar, seguir como siempre.

Un saludo

Atentamente

El Miedo

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

17 comentarios sobre “VadeReto II (octubre)

  1. Buenos días, Marlen.
    Vaya personajete este, ¿eh? Sin invitación y siempre se cuela en nuestras «fiestas». Es el amigo invisible que nos acompaña desde que empezamos a dar nuestros primeros pasos. Siempre fiel a ponernos el pero antes del «por qué no».
    Has reflejado en el relato una situación demasiado normalizada y generalizada. Más allá del problema laboral, también nos ocurre en los estudios, en el entorno, en el lugar de residencia, ante una visita al médico, en una declaración de amor… Siempre atenazados por este personaje. Además, solemos aceptar una situación insoportable por no arriesgarnos a probar algo distinto, algo nuevo, algo que nos traiga esa ilusión primera de la que hablas. ¿Por qué nos hemos vuelto tan conformistas?
    Supongo que va unido al consumismo, porque si te endeudas tienes que afrontar el futuro, aunque sea en una cárcel sin barrotes.
    Me ha encantao esta declaración en primera persona, porque en realidad lo lees como si fuera tu mente la que te está hablando. Cada uno tenemos nuestros miedos y son mucho más terribles que los fantasmas, monstruitos y demás criaturas de películas.
    Me ha recordado esta novela gráfica que leí el año pasado y le regalé a mi ahijada: «MonstruosaMente», de Alfonso Casas. Muy representativa del tema de este mes.
    Enhorabuena por el relato y gracias por duplicar tu participación.
    Un abrazo sin miedo.

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    1. Hola Jose. Gracias, como siempre, por tu comentario tan acertado.
      Me gustó escribir sobre los miedos cotidianos, esos que ni siquiera somos conscientes de tenerlos. Algo más light que el primero de los relatos, que en realidad no era de miedo, era de terror.
      Estos mieditos que nos acompañan permanentemente y contra los que tenemos que luchar a cada momento, parece que no tuvieran tanta importancia. ¡Pero cómo jooooroban la existencia!
      Lo peor es que, hablando con nosotros mismos, caemos en la trampa, justificamos nuestros actos y negamos la existencia de los miedos. Como si ya estuvieran resueltos. ¡Poderosa mente!
      Me agenciaré la novela que me recomiendas, porque los temas de la mente me apasionan.
      Se me ocurrió que, como en general estos miedos los tratamos o «destratamos» con nosotros mismos (o con el psicólogo, si estuviéramos en Buenos Aires), la mejor forma de presentarlos era con una carta que nos mandara a nosotros mismos, el invisible pero muy presente Sr. Miedo.
      No sé si todo esto va unido al consumismo. Bueno si, en parte si. Pero creo que tiene mucho que ver con las expectativas que nos ponen y nos ponemos desde chicos. Y creo que aquí tendríamos que empezar a hablar en pasado. Nuestros padres, nuestros abuelos tenían una confianza ciega en la sociedad, en la cultura, en los ideales, en el futuro. Y nos pinchaban para que cumpliéramos con sus expectativas, creándonos desde muy chicos esos miedos a no lograr ser como ellos eran, o como pretendían que fuéramos. Y que conste que no es una crítica.
      Lo más importante era ser honrados, leales, buenas personas, lo siguiente era estudiar para forjarse un porvenir y poderse valer por nosotros mismos. «No me digas que no quieres hacer la tarea. Estudiar es tu deber»
      ¿Y ahora? ¿Dónde se han ido la confianza en la sociedad, en la cultura, en los ideales, en el futuro? ¿Qué ideales, qué futuro? ¿Para qué estudiar si después no te va a servir de nada? (Nueva aclaración: este no es mi pensamiento ¡¡por supuesto!!. Es lo que uno puede escuchar parando un poco la oreja).
      Nuestras generaciones crecimos pensando que no estábamos a la altura, que teníamos que esforzarnos más, estudiar más, trabajar más. Y los mieditos se seguían acumulando.
      Me pregunto si las generaciones actuales tienen algo de esto. Escuchando a muchos chicos hablar por boca de influencers, sin ningún respeto por los que les precedieron, sin dar valor al esfuerzo ni al estudio, me pregunto cuáles serán sus miedos cotidianos: ¿no quedarse sin Wifi, que no les regalen la última consola, no tener lavada la camiseta que les gusta, que les cierren el boliche cuando se están divirtiendo?
      Ya, ya sé, estoy pensando en una determinada juventud. ¡No generalizo! Pero bueno, ni tanto ni tan calvo. Tener encima y padecer esos miedos cotidianos no es agradable, pero el miedo también es un arma que nos permite estar despiertos y no caer en otras trampas peores. Así que miedos si, pero los justos.
      ¡Uf! Otra vez me extendí demasiado.
      Te mando un abrazo con los mieditos necesarios pero casi controlados.

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      1. Buenos días, again, Marlen.
        Pues has tocado dos temas fundamentales. La influencia de nuestros padres y abuelos, y la necesidad de cierto miedo que te haga reaccionar para combatirlos.
        Lo primero es fundamental, es verdad que nuestros padres eran más conscientes del miedo y nos lo contagiaban, pero no contribuían a maniatarnos o escondernos de ellos, como hacen hoy los medios y las redes sociales, sino, muy al contrario, nos animaban, nos enseñaban, nos incitaban a enfrentarnos a ellos. En lugar de dejarnos amodorrar en el sofá o encerrarnos en una habitación durante horas, nos empujaban a salir y enfrentarnos con la vida real.
        Hoy en día, les presentamos a los niños una vida demasiado cómoda y libre de miedos, (me meto yo también en ello, aunque siempre haya optado por lo contrario). Nos creemos que evitándoles que «sufran» como nosotros para conseguir algo les estamos haciendo un favor.
        Como bien dices, el miedo es necesario (o el estrés del que hablan los expertos), una vida sin miedos que batir o enfrentar es una vida sin alicientes. Porque cuando consigues sobreponerte a cualquiera de ellos, la satisfacción personal, la evolución en tu madurez, la confianza alcanzada no es superada por nada. Porque son los escollos que te vas encontrando en la vida los que van forjando tu personalidad.
        Yo, que tengo un contacto más cercano con mis alumnos, creo que les estamos haciendo un flaco favor con hacerle una vida tan escasa de miedos. Más allá, como bien dices, del miedo a quedarse sin la tecnología.
        Este es un tema formidable para una grandísima conversación y la educación, como casi siempre, está por medio (mi dislexia digital me hizo escribir miedo 😂😂😂).
        Miedo tengo yo al futuro que «estamos» creando.
        Un abrazo, amiga. Que tengas un buenisíiiiiiiiiiiiiiisimo finde.

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        1. Buenos días, Jose.
          Nuestros padres, nuestros abuelos nos enseñaban a luchar contra los miedos y a enfrentar los escollos que se nos presentaban, porque representan la afirmación y la experiencia. Eso es cierto y merece mi mayor respeto y admiración.
          Yo, en realidad, me refería a los miedos que nos metían a no ser capaces de cumplir con las expectativas que ellos mismos creaban, con su amor y su deseo de que fuéramos felices. Y, en el otro platillo de la balanza, lo poco que se pone hoy en día, debido al desengaño que padres y abuelos sufren actualmente. Sabemos, y nos lo repiten continuamente, que la generación actual será la primera que viva peor que sus padres. Los negociados y corruptelas, al mismo tiempo que los pelotazos y las famas conseguidas no con estudios o esfuerzos, sino con escándalos y amigos en las altas esferas, confirman que la educación, el esfuerzo son para muchos, herramientas del pasado.
          Por otro lado, coincido contigo en el enorme error que se está cometiendo con niños y adolescentes, mimándolos a extremos absurdos, evitando que tengan sus propias experiencias, que tengan la oportunidad de aprender a levantarse después de un golpe, de APRENDER, que para eso también vivimos.
          Me comentaba mi hermano ayer, que tenía unos días de locura total por los horarios del colegio de sus hijos. Son sólo dos (¡menos mal!), pero con la política de acostumbrarlos paulatinamente al ritmo escolar, tienen menos horas y entran y salen cada uno a horas distintas. Así que el padre en este caso, va y viene de la oficina al colegio y del colegio a la oficina ¡¡¡8 veces!!! ¿Me puedes explicar cómo se coordina esto con un horario laboral? Y eso que los críos no tienen 1 ó 2 años.
          Pero claro, es imprescindible que el niño no sufra estrés. Así como es necesario que le solucionen los conflictos, que le llenen los horarios de materias extra-escolares para que no se aburran o que le planifiquen cada segundo, no vaya a ser que logren desarrollar su gran sentido de la responsabilidad individual y su curiosidad infinita.
          En fin, que este de la educación, como tú dices, es un tema formidable para una grandísima conversación.
          Un gran abrazo, amigo. Si el día está tan hermoso como por aquí, ¡sal a tomar el aire y no leas tanto, que se te va a estropear la vista! (¿A que alguna vez has escuchado esto?)

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    1. Buenos días Nuria. Gracias por pasarte y gracias por tu comentario.
      Es cierto, se dice mucho eso de «Más vale pájaro en mano que ciento volando». Lo que pasa que, ante cualquier posibilidad, yo creo que lo mejor es valorar cada cosa. La empresa en la que está trabajando el protagonista no parece ser muy buena: nunca puede tomarse vacaciones, no les pagan las horas extra ni tiene ninguna compensación por ellas, el lugar tampoco es agradable para trabajar con un espacio mínimo y tener que comer en el escritorio… No creo que cualquier otra empresa fuera peor. A veces, actuamos por miedo y nos perdemos buenas oportunidades.
      Abrazos a ti también.

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  2. Muy buen relato que pone de manifiesto los miedos cotidianos, los que dan a luz las llamadas «zonas de confort» de las que no queremos salirnos aunque sean unos lugares horribles para nuestra alma. Esos miedos que nos frenan y lo peor muchas veces sin que uno esté consciente. Me gustó mucho, saludos.

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    1. Buenos días Ana.
      Me alegro que te haya gustado el relato.
      Tienes razón, a veces nos aferramos a las «zonas de confort» y nos negamos a considerar oportunidades que podrían hacernos cambiar la vida. Lo peor, como tú bien dices, es que muchas veces ni siquiera somos conscientes de cómo estamos actuando y de que estamos metidos en celdas sin barrotes, de los cuales podríamos salir con sólo tomar la decisión y enfrentar esos miedos cotidianos.
      Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.

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  3. Hola Marlen , un relato muy majo y con unos buenos toques de humor , por uno mento pensé que era enterrador por lo de la pandemia y el COVID y resulta que era el miedo , mirándolo bien más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer , yo también participó en vadereto. Saludos de flor.

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    1. Buenas noches, Flor.
      Gracias por tu comentario.
      Pues la verdad, leyendo las condiciones en las que trabaja el buen hombre, sin ningún reconocimiento y en condiciones tan deplorables, no sé yo si es tan buena idea la de quedarse con lo malo conocido, antes que intentar mejorar.
      A veces, arriesgarse tiene su recompensa. ¿No crees?
      Saludos y Bienvenida al VadeReto.

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  4. Buenas tardes, Rosa.
    Me alegro que te haya gustado.Y me alegro que hayas llegado a imaginar el rostro del personaje. Cínico, irónico, malvado, cruel, pero con esa apariencia amable de buen tipo, buen padre y jefe de familia. ¡Vamos, una joyita!
    Un abrazo para ti también.

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  5. Hola, Trujaman, vaya con el señor don miedo, ¿de qué va este? Nos mete la miel en los labios y luego nos enseña el camino hacia la puerta porque él bien sabe dónde puede pinchar. Así no, digo yo, así ¡No! Aunque… En el fondo tiene razón. El miedo es un mecanismo de defensa, y solo nos está advirtiendo, así que tiene razón, ¿no? Jajaj, yo que sé, pero la verdad es que me ha parecido un relato tremendo, original, que me mantuvo en vilo por saber qué ocurría en realidad y que al final, sí, me aterró.
    Un abrazo!

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  6. Buenas tardes, Pepe.
    El miedo es un arma de defensa que nos permite estar despiertos y no caer en otras trampas peores. Así que miedos si, pero los justos. Porque los miedos que nos atan con cuerdas invisibles, pero difíciles de cortar, que no nos permiten probar lo que ansiamos, que nos susurran: Total, ¿para qué lo vas a intentar?, son tan fuertes e invisibles que ni siquiera nos damos cuenta que los arrastramos. Y nos cortan tantas posibilidades, que ni en las peores pesadillas…
    Muchas gracias por tu comentario, por tus palabras. Me alegro que te haya gustado.
    Un abrazo para ti también.

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