Aprender a vivir el presente

Últimamente siento que la vida se acelera a un ritmo frenético. Me dirás que es un efecto de la edad. ¡Si, también!

Pero los trenes, los coches, los ordenadores, los móviles corren, procesan y descargan más rápido. Los vestidos, las parejas, las vacaciones, el éxito, los personajes públicos, los contratos, duran menos tiempo.

La aceleración tecnológica prometió regalarnos tiempo libre. O mintió descaradamente, o se equivocó en los cálculos, porque lo que logró es todo lo contrario, apresurar nuestro ritmo de vida. Los minutos se comprimen, desaparecen las pausas y los intermedios, nos habituamos a hacer siempre varias cosas al mismo tiempo.

¿Hace cuánto que no comes, que no vas al baño o que no ves una película sin mirar el móvil? Parece que fuera imposible dedicar 15 minutos a hacer, mirar o escuchar algo con los 5 sentidos.

Comemos en una hora menos que en los 80. Dormimos media hora menos que en los 70. Hablamos muy poco con la gente que amamos.

Es curioso, pero el COVID ha provocado un fenómeno extraño. Ha acelerado aún más la investigación científica, la transformación digital, el modelo de trabajo. Pero al mismo tiempo, ha frenado nuestro ritmo vital.

La historia se acelera, mientras nuestro tiempo se estanca. La dificultad para ver un final a la pandemia acentúa la sensación de no tener prisa para que llegue el sábado, para organizar las vacaciones, para hacer planes o ponernos metas. Los meses vuelan, pero los días son eternos.

Hacía mucho tiempo que no teníamos tiempo para parar y pensar en la importancia del tiempo. Quizás esta sea nuestra última oportunidad para aprender a vivir el presente.

Pero vivir el presente no es cuestión de hacer locuras de forma irresponsable, ni tampoco es libertinaje o el «todo me da igual». Ante todo, es ser capaces de mantener nuestra mente y nuestra atención en el aquí y el ahora, ser capaces de vivir el momento actual, para no perdernos la vida distraídos en pensamientos del pasado y el futuro.

Es el «Carpe Diem» del poeta Horacio que significa literalmente «aprovecha el día», el «vive cada momento de tu vida como si fuese el último».

En muchas ocasiones damos por hecho los gestos habituales. Damos un beso mientras pensamos en lo tarde que llegamos al trabajo, nos duchamos mientras recordamos la rabieta de ayer del jefe. Comemos sin ser conscientes de lo que estamos comiendo. ¡Con lo maravilloso que puede ser ese momento, yo estaba pensando en otras cosas!

Pues ahora el reto es diferente, es disfrutar de cada momento, como si fuera el último.

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

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