Recuerda que esto también pasará, porque nada es eterno.
Si nos ponemos pesimistas, pensaremos que ninguna situación es tan grave que no sea susceptible de empeorar. Y si somos optimistas, nos daremos ánimos sintiendo que por muy mal que vengan las cosas, toda desgracia, en algún momento, acaba.
Las únicas personas sin problemas y adversidades están bajo tierra. Vivir es hacer frente a problemas, dolor y sufrimiento. Estas experiencias, si queremos, son vehículos del crecimiento y el aprendizaje. Los sinsabores de la vida no son más que oportunidades para adquirir sabiduría y recordar más nuestro potencial auténtico. Pero no olvidemos que toda vida tendrá también, su parte de triunfos y momentos hermosos.
Ninguna dificultad perdura. Ningún revés es para siempre. Ninguna desgracia es eterna. Puede que parezca que nunca nos dejarán en paz cuando las experimentamos, pero eso no es verdad. La vida tiene sus estaciones como la naturaleza, sus capítulos. Y los tiempos difíciles son en esencia los tiempos que nos esculpen y convierten en algo mejor. La verdadera lección que hay que aprender, es que si optamos por prestar atención a las leyes naturales y vivimos nuestra vida de una manera que las respete profundamente, pasaremos mucho más tiempo en la vía rápida que en las desviaciones que están llenas de dificultades y de dolor. Está claro que de esta manera podremos minimizar la magnitud de nuestra desolación.
Así pues, si el sufrimiento viene para enseñarnos lecciones que necesitamos aprender, tales como “sé mejor persona”, “piensa en lo afortunada que has sido por haber disfrutado de tantos momentos con esa persona querida que se ha ido” o “deja de tomarte la vida como una cosa sin importancia”, si comprendemos estas verdades, si las aceptamos, esto nos puede ayudar a alcanzar un renovado sentido de propósito y dirección en la vida.
Experimentaremos menos tristezas, porque el sufrimiento sólo se presenta cuando nos desviamos de las leyes que rigen el universo. Así que podremos ejercer mucha influencia en el rumbo que siga nuestro paso por este mundo.
Somos imperfectos, siempre habrá elecciones que deberemos aprender y a veces estas lecciones duelen. Así es la vida. Pero podemos reducir la angustia, haciéndonos absolutamente responsables de nosotros mismos y tomando decisiones sabias en cada momento. De esta forma forjamos nuestro destino y tenemos el potencial para vivir una vida mucho más feliz.




