El visionario Julio Verne ya escribió en su famosa novela De la Tierra a la Luna que el hombre llegaría a esa gran bola brillante que surca el cielo nocturno en un cohete que debía escapar de la atracción terrestre a mediados del siglo XIX. Pero no sería hasta casi un siglo después cuando el ser humano consiguió hollar su superficie.
Y es precisamente en estos días, en julio de 1969, cuando se cumplió ese sueño de llegar a la Luna.
El 16 de julio de 1969 partía impulsado por un cohete Saturno V desde la plataforma LC 39A y lanzado a las 13:32 UTC del complejo de cabo Cañaveral, en Florida, Estados Unidos, la misión Apollo XI con tres seres humanos que pasarían a la historia como los primeros en llegar al satélite. Eso ocurrió el 20 de julio de 1969 al sur del Mar de la Tranquilidad (Mare Tranquillitatis) y al día siguiente dos astronautas se convirtieron en los primeros en caminar sobre la superficie lunar. Fue entonces cuando el comandante Armstrong pronunció la famosa frase de «Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la Humanidad».
La tripulación del Apollo XI estaba constituida por el comandante de la misión Neil A. Armstrong, de 38 años, Edwin E. Aldrin Jr., de 39 años y piloto del Módulo Lunar diseñado para el alunizaje y Michael Collins, de 38 años y piloto del Módulo de Mando.
El comandante Armstrong fue el primer ser humano que pisó la superficie del satélite terrestre el 21 de julio, seis horas y media después de haber alunizado. Este hito histórico se retransmitió a todo el planeta. Alguna vez habrás escuchado las palabras de Armstrong, repetidas millones de veces en cualquier lugar y cualquier circunstancia. Si lo viviste desde la pantalla del televisor, seguro que no lo has olvidado.
¿Qué pasaba por la cabeza y por el corazón de quienes tuvimos la suerte de ser testigos directos frente a una pantalla, en tiempo real, del momento exacto en que una huella humana quedó marcada, por primera vez en la historia, sobre la superficie lunar?
La cifra total de esos testigos, según las estimaciones de la época, alcanzó a unos 650 millones de espectadores que pudimos contemplar “en vivo y en directo” (como solía decirse en la TV argentina de aquel tiempo) cómo Neil Armstrong y Edward Aldrin descendieron del módulo lunar y dejaron su sello en la historia.
Era una noche muy fría de invierno en la Argentina y todos nos quedamos desvelados frente al televisor. No hay registros visuales de las transmisiones especiales que dispusieron para la ocasión los canales 9, 11 y 13, pero sí algunos recuerdos orales de lo que ocurrió en aquel momento y videos de la época, que os adjunto. También es posible acceder en la red a los archivos de las emisiones dispuestas por cadenas internacionales. La más importante, que estuvo a cargo de la CBS en Estados Unidos, quedó para la historia como la referencia clave de aquel momento memorable.
Las imágenes del alunizaje provistas por la NASA desde el centro espacial de Houston, pasando por los satélites de comunicaciones Intelsat, llegaron a los hogares argentinos desde la Estación terrena de Balcarce, que retransmitía las imágenes desde cualquier lugar del mundo. Cada canal de televisión organizó su propia cobertura. El 13 envió a Houston a Mónica Mihanovich, conductora de Telenoche. El 11 puso al comando de la transmisión a uno de sus locutores estrella, Juan Carlos Rousselot. Y el 9 no envió a un conductor, sino al dueño del canal. Alejandro Romay ofició de conductor y llevó adelante la transmisión en vivo durante toda la noche del alunizaje.
El gobierno de Estados Unidos a través de la transmisión de la NASA quería ganar una batalla mediática para reforzar la idea de que estaba llegando mucho más lejos que la Unión Soviética en la carrera espacial. En realidad, la producción costó más de 10 millones de dólares, las imágenes eran precarias y lo que se veía era la imagen animada de un simulador del módulo lunar, junto con cuadros que iban indicando posiciones y horarios en los preparativos del alunizaje.
Pero la sensación de estar viendo unas imágenes históricas y de estar participando de la historia en primera persona, nos tenía inmóviles frente a la pantalla. Me parecía haber entrado por arte de magia en alguno de los libros de aventuras donde mis héroes exploradores descubrían montañas, lagos o regiones vírgenes alejadas de toda civilización conocida. Mi imaginación entusiasmada, volaba con la audaz apuesta.
Lo que si resultaba interesante, y hacía más amena la transmisión, eran los comentarios en off de Walter Cronkite (de quien no recordaba el nombre, aunque si su participación). Cronkite, quien gracias a su noticiero era conocido como «el hombre más confiable de Estados Unidos», estuvo al aire durante 27 de las 30 horas que le tomó a la tripulación de la Apollo XI completar su misión.
Y la participación del ex-astronauta Walter Schirra, que hablaba con Aldrin. Ambos estuvieron más de 17 horas consecutivas en el aire y el silencio que se produjo en el momento en que el módulo llega a la Luna, con la angustia de no saber lo que iba a pasar, es uno de los instantes de la televisión que nunca olvidaré. La expedición podía convertirse en tragedia en solo un instante… y los espectadores lo sabíamos. Las imágenes nos mostraban la sala de control de Houston, donde había filas de hombres sentados ante sus pantallas, sudando y preguntándose si saldría bien y si, después de haber llegado hasta allí, podrían sacar a los astronautas de la Luna. Podía ser parte de una ficción, pero verlo en tiempo real y no saber qué pasaría lo hacía increíblemente dramático.
“Sin la televisión, la llegada a la Luna hubiera sido un logro simplemente impresionante -un truco costoso para los cínicos-«, comentó el neoyorquino Joshua Rothman. «En cambio, visto en vivo, sin editar y por todas partes, se convirtió en una experiencia genuina de intimidad global».
El 24 de julio, los tres astronautas lograron un perfecto amerizaje en aguas del océano Pacífico, poniendo fin a la misión. Este hecho supuso un hito sin parangón en la historia de nuestra especie, y muchas otras misiones llegaron hasta la Luna (a pesar de lo que puedan pensar los conspiranoicos). Gracias a esas misiones se entendió mejor la dinámica lunar y permitió pensar en nuevos horizontes astronómicos, como llegar a Marte.
Ahora conocemos su composición, su forma, su órbita… E incluso hay planes para colonizarla. Pero todavía quedan muchos detalles por saber de ese objeto fascinante que surca el cielo por la noche. Y por esta razón se siguen enviando naves espaciales allí, porque a fin de cuentas no dejamos de ser unos lunáticos fascinados por la Luna. Pero pese a que algunos comentaristas esperaban que la llegada a la Luna abriera una puerta a la paz, el mundo continuó como estaba.
Recordar aquella significativa fecha, es una buena oportunidad para levantar la vista, detenernos a ver el cielo, la luna, las estrellas y pensar en el sitio que ocupamos en el universo.





A continuación, os traigo unos videos de la televisión argentina de la época: *) Mónica Mihanovich desde el lugar de lanzamiento de la misión Apollo XI, días antes del 16 de julio de 1969 *) Los astronautas caminan sobre la luna y lo vemos en directo *) Retransmisión en directo de la conversación del presidente de EEUU Richard Nixon, con la tripulación que acaba de pisar la luna *) Documental argentino de 1969 hablando de la luna
Yo tenia 5 años y me acuerdo del revuelo que se armó en casa para verlo. Jajaja. Saludos
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Si, fue una conmoción total. Si mirabas las ventanas, todos estábamos sentados frente al televisor. Lindo haberlo vivido ¿no? Gracias por tu comentario.
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