Últimamente, cuando hablamos de igualdad, parece que únicamente hablamos de igualdad de género, de hombres y mujeres. Yo creo que tendríamos que tomar conciencia que la “igualdad social” es algo mucho más amplio. Creo que la igualdad es la libertad de elegir quién quieres ser o qué quieres hacer, sin que nadie o nada te imponga una visión o una decisión para ti. Y tendríamos que hablar de igualdad de oportunidades, de libertad de poder elegir y de diversidad. Si lo contemplamos sólo desde un enfoque biologista, estamos dejando de lado todas las diferencias que hay entre las mujeres y todas las que hay entre los hombres.
La igualdad va más allá del género, abarca escenarios mucho más amplios, abarca la diversidad. Y deberíamos contemplarlo para llegar a la inclusión de todas las personas. En el siglo XXI deberíamos estar educando en una cultura inclusiva.
Claro, aquí tendríamos que pensar en “el respeto” a los demás y también a nosotros mismos. Porque, muchas veces, somos nosotros mismos quienes boicoteamos el respeto a nuestra diversidad. Tal vez sería uno de los mayores logros, porque estamos habituados a que, o te sientes inferior o te sientes superior al otro.
Todos estamos en el mismo planeta, merecedores de estar aquí, independientemente del género, color de piel, raza, lugar de nacimiento, ideología, edad, condición física, biológica, psicológica o económica.
Ante este contexto, ¿por qué las marcas deben implicarse en favorecer la igualdad? ¿Por qué reclamamos que en los anuncios tengan visibilidad no sólo jóvenes de raza blanca, de cuerpos esculturales? Tal vez lo que deberíamos es empezar por quitarnos esos clichés que, inconscientemente, tenemos.
En un sector en que la necesidad de síntesis obliga a usar estereotipos (porque consiguen resumir el mensaje con códigos que todos entienden) la representación de la mujer no iba a ser una excepción. Pero, más allá de las convenciones socialmente aceptadas, hay algunas que son claramente innecesarias.






Desde hace un tiempo, la sociedad demanda cada vez más a las compañías que se posicionen, que opinen, que participen en los movimientos sociales sin mantenerse al margen. Y que el compromiso de las marcas con la igualdad no se promueva exclusivamente por motivos de marketing o por ser el «Día de», como sucede el 8M con el llamado “Día de la Mujer”. Las marcas comerciales son el reflejo de la sociedad y debemos pedirles que no se queden al margen, que se impliquen en la evolución, en la medida de sus posibilidades.
El consumidor se ha vuelto más crítico y busca empresas que compartan sus valores. La sociedad avanza más rápido que la comunicación comercial de las compañías, pero si un profesional o una marca no reacciona, aparecerá alguien que lo venda mejor, más acorde a la gente. Participemos todos en educar para fomentar el cambio. Somos muchos ya los que pedimos, exigimos que la sociedad comience a respetar la “Diversidad social”.

