Mi primer móvil

Cuando festejamos el comienzo del nuevo milenio, en el lejano (¿lejano? ¿tanto?) 2000, el mundo era muy diferente. Nos subíamos a un avión sin pensar en la huella ecológica y mucho menos en terrorismo o pandemias. El reciclaje era una moda hippy, pero no sabíamos muy bien qué hacer con lo que reciclábamos. La industria petrolera se burlaba de los coches eléctricos. Asociábamos la piratería con los mares del Caribe del siglo XVII y no con el ciberespacio. Las mascarillas se usaban sólo en los disfraces de Carnaval.

Y si hablamos de tecnología, accedíamos a internet a través de conexiones telefónicas de 56k que eran lentísimas y además si entrabas en internet, no podías hablar por teléfono. Los módems eran muy ruidosos.

Internet se utilizaba casi exclusivamente para conseguir información, y poca. La música y el vídeo requería de una banda ancha de la que no disponíamos. La web era algo misterioso que sólo controlaban unos pocos y que nos encandilaba con sus posibilidades. Intuíamos que aquello iba a cambiar el mundo, aunque nuestra imaginación no llegara a vislumbrar la transformación que viviríamos.

El email estaba empezando a convertirse en una forma de comunicación entre empresas, pero la forma habitual era el fax. Aún conservo cajas de los famosos disquetes que permitían la portabilidad de la información y que, en el año 2000, ya habían alcanzado la ¡fabulosa capacidad! de 1,4 Mb.

Los teléfonos móviles pesaban media tonelada y servían exclusivamente para hablar por teléfono, pero el coste de las llamadas persuadía a muchos para no utilizarlos. En 1999 acudimos con Kurt, mi marido, a la feria SIMO en el recinto ferial Juan Carlos I de Madrid. Era el “Salón Informativo de Material de Oficina” y estaba orientada al mobiliario de oficinas. Fue algo así como cruzar el espejo de Alicia y encontrarnos en un mundo de fantasía y color y no precisamente por los colores de los escritorios.

SIMO era donde había que estar en España para conocer lo último del mercado y la tecnología de consumo. Una cita obligada para el aficionado y el profesional, con problemas incluso para conseguir acceder, ante la avalancha de visitantes. Talleres, ponencias y demostraciones en vivo de nuevas tecnologías del mercado de consumo relacionadas con Internet y la que en su momento se denominó Web 2.0.

Nokia mostrando a España su primer teléfono móvil con navegador WAP (un cambio revolucionario en las comunicaciones de red a través de un entorno sin cables), todo un Nokia 7110. Aunque yo era fanática lectora de publicaciones, hasta que no las veías en vivo no te hacías idea. ¡No nos alcanzaban los ojos!

Allí compré uno de los móviles con más éxito de todos los tiempos, que apenas necesita presentación (160 millones de unidades vendidas en todo el mundo), mi amado Nokia 3210. Con un peso de 150 gramos, duro como una piedra, si se caía al suelo, rompía el suelo pero él seguía intacto.

Nokia tuvo el acierto de integrar la antena en la estructura del móvil, lo que le valió una estética muy rompedora que marcó tendencia desde entonces. Con carcasas intercambiables, descarga de politonos y no especialmente caro. Tenía una pantalla monocroma con iluminación en verde y 48×84 píxeles. Aparte de integrar un compositor de melodías con el que podías crear tu propio tono de llamadas, incluía una prestación que presagiaba tiempos futuros: la posibilidad de enviar íconos sencillos en los SMS con mensajes como “Feliz Cumpleaños”. Además, incluía calculadora y tres juegos: Snake (la serpiente que se desplaza tratando de evitar golpearse contra su propia cola o las paredes que rodean el área de juego), Memory (juego de memorizar pares) y Rotation.

Tres años después el Nokia 3300 lo desplazó de mi corazoncito, con su diseño rompedor y su pantalla color de 128×128 píxeles. Era perfecto para escuchar música MP3 y radio FM. ¡Vivía con el móvil colgando todo el tiempo! 

El mundo ha galopado en estos 22 años y lo que se defendía radicalmente al inicio del milenio ahora son prácticas habituales. Hoy sabemos que no habrá smartphones o aerogeneradores sin algo que ha dado en llamarse “tierras raras”. Europa ha llegado tarde a estos elementos. La mayor parte de la producción se concentra en China, que tiene el poder de cerrar el suministro de la industria mundial. Pero esto es otro tema del cual hablaremos.

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

3 comentarios sobre “Mi primer móvil

  1. ¡¡¡Oyoyoyoyoyyyyyyy!!!
    Has abierto la caja de pandora de la nostalgia. Pera que consiga doblegar a las canas que se me han puesto de puntita. 😝😂
    Si miro pa’trás me entra más vértigo que King Kong en el Empire State Building.
    Yo tardé mucho en entrar en todas las modernidades tecnológicas. Por un lado, tenía poca guita (parné, plata, mony); por otro, no sentía necesidad y tampoco me había picado el mosquito del consumismo. Aunque sí el conmimismo (ya sabes, con mí mismo y lo que surja).
    Mi primer móvil también fue un Nokia, no me acuerdo del número, con pantalla en blanco y negro y que, como dices, pesaba tanto que podía servir más como arma arrojadiza que como teléfono. Me lo regalaron, por Reyes o cumpleaños, y cuando lo vi, me dije: «¿Pa qué quiero yo esto?». jejeje
    ¡Qué tiempos! Ahora no podemos vivir sin uno cerca.
    Como te dije en otro comentario, los que ya acumulamos, en competencia, años y kilos (al menos en mi caso 😜) somos conscientes de la evolución de nuestras vidas parejas a la de la tecnología y su endiablada velocidad de cambio. Nosotros sí podemos apreciar el valor de esta increíble revolución. Por eso será que cuidamos con extremado esmero nuestras tecnologías y nos cuesta más trabajo cambiarla para modernizarla.
    No sé que fue más drástico, si la aparición del fuego o la de estos trastos. Pero te aseguro que cuando me vi con mi primer móvil en la mano me sentí como un Neandertal. 😅😂😂😂
    Un abrazo nostálgico y atemporal.
    😊🤗👍🏻

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  2. ¡¡¡Sssiiiiii, la Caja de Pandora ha quedado oficialmente abierta!!! Yo no llegué a tener un mamotreto nunca, no concebía un aparato que no pudiera llevar en la cartera de «joven elegante» ¡Ja! Pero eso sí, cuando descubrí esas preciosidades en la Feria, mi anti-consumismo se fue a la m…atrioska. Me enamoré de ellos, del diseño, los colores, el tamaño, las nuevas tecnologías. Ya viste la foto del Nokia 3300, ¿no es precioso?
    Yo, que también acumulo años y kilos, me acomodé en el carro de la evolución tecnológica y, aunque no he cambiado mucho de modelos, los pocos que he tenido me han enamorado y han estado en su momento, en lo alto de capacidades. Hoy en día mi iPhone 11 es uno de mis chiches preferidos. Es que Apple/MacIntosh/Mac entró hace muuuuchos años en mi corazón para quedarse. Me consuelo pensando que lo que pago por uno caro, es menos que lo que me costaría comprar dos o tres, si cambiara a menudo, como se suele hacer. ¡Qué le vamos a hacer! Todos tenemos nuestro talón de Aquiles.
    Un abrazo gordo para ti también y límpiate esas lágrimas que no te vean así, hombre.

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    1. Yo es que nunca he llegao a probá ná de Appel. Siempre he tenido un boquete en el bolsillo o me han atracao antes en la librería. 😜😝
      Y las lágrimas, ahorita mismo son del plato de papas fritas que me acaba de enseñá mi mujé. 😭😂😭😂🤣🤣
      Pa’llá van unas cuantitas 🍟🤗😁

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