VadeReto, ¿Jugamos a Inventar Historias? En el blog “Acervo de letras” de Jose Ant. Sánchez, existe este juego que me encanta. Es una invitación a escribir, sólo un tema cada mes que puedes desarrollar como más te guste. Así que, aceptando el desafío de Jose, aquí os presento mi relato que este mes va de ¡El viaje!
La ciudad rosa perdida en el desierto
La culpa es de Indiana Jones. Y de Julio Verne y todos sus amigos, el Capitán Nemo, Phileas Fog y Passepartout, de Huckleberry Finn, de Robinson Crusoe, de Don Quijote, de Jim el de la Isla del tesoro, de Ulises, de Sandokan, de Gulliver, de la máquina del tiempo de Wells, de Javier Reverte y de tantos, tantos otros. Pero sobre todo, de Indiana Jones. Porque él me la mostró por primera vez y a partir de ese momento, ella se fue metiendo de a poquito, de a poquito en mis sueños y en mi lista de Imprescindibles.
Y fueron pasando los años. Y empecé a poner en rojo algunos Imprescindibles y me fui curtiendo en el duro placer, y fui aprendiendo. Y seguía recordando a Indiana Jones.
Hasta el día en que me puse mi capa de viaje, hice mi maleta y puse en rojo las preciosas letras del nombre de la ciudad rosa. ¡Petra, allí voy!
Jordania es un destino de ensueño para quienes nos gusta viajar, en buena medida porque en este país está la ciudad perdida del desierto: Petra. Y aunque este era mi principal objetivo, no es lo único que se puede visitar. Yo comencé esta aventura en la capital: Ammán, seductora, singular, unión perfecta de lo antiguo con lo moderno.




En lo alto de la colina de Jabal al-Qal´a, la Ciudadela histórica incluye las columnas del templo romano de Hércules y el palacio Omeya, conocido por su grandiosa cúpula. El Anfiteatro Romano, en el centro de la ciudad, es espectacular. Ubicado sobre una ladera y orientado al norte, protegía a los espectadores del sol. Busca la pequeña cruz en el centro del escenario y susurra algo. Tu voz se podrá escuchar desde cualquier asiento del público.
La gastronomía es exquisita y sobre todo, su gente es cordial y amigable. Por algo a Jordania se la conoce como “La tierra de la hospitalidad”. Durante décadas, el restaurante “Hashem” ha servido tanto a la realeza jordana, como a los viajeros de mochila al hombro. Es un patio al aire libre con mesas y sillas de plástico, intercalado con una sala frontal decorada con fotografías enmarcadas y recortes de periódicos, y un espacio de mostrador con cubos de hummus y baba ghanoush (una pasta a base de puré de berenjena) para llevar. El olor del freír de los falafel (bola de pasta de garbanzos) lo invade todo. No hay menús ni listas de precios. Sirven sólo lo básico: hummus, falafel, fuul (guiso de habas) y en los últimos años, han añadido patatas fritas, baba ghanoush, sándwiches de falafel y garbanzos en salsa de yogur. Salvo el baba ghanoush (no me gustan las berenjenas), todo está rico.
En mi recorrido hacia Petra, conocí otros interesantes lugares de Jordania, de los cuales os hablaré en otra entrada: Jerash, el Mar Muerto, Betania el lugar donde, según la Biblia, se bautizó Jesucristo, la fortaleza de las cruzadas de Kerak, el desierto de Wadi Rum y Áqaba en el Mar Rojo.
Pero hoy quería contaros mi encuentro con la Ciudad Rosa de Petra. No importa lo que hayas visto en imágenes, lo que te hayan dicho o lo que hayas leído. Petra te impactará en el momento que la tengas frente a ti y eso hay que vivirlo para creerlo.
La capital del reino nabateo, llamada la octava maravilla del mundo antiguo, es el tesoro más preciado de Jordania y una de sus atracciones más importantes. Esta ciudad excavada en piedra por los nabateos (desde hace más de 2.000 años) fue una importante urbe de tránsito comercial que unía las rutas de la seda y de las especias, conectando China, India y Arabia, con Egipto, Siria, Grecia y Roma. Hoy en día es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO ya que las tumbas y monumentos de esta metrópoli tallada en rojizos acantilados la convirtieron en testigo vivo del paso del hombre por estas tierras.




Entrar a la ciudad ya es en sí toda una experiencia. El recinto se encuentra a un kilómetro y medio del pueblo de Wadi Musa. Desde allí la entrada del estrecho desfiladero: el Siq, un sendero de acantilados que se elevan hasta los 80 m de altura, y 3 metros de ancho en su parte más estrecha.
Me alejo un poco del guía que tenemos contratado, para que no me hable ni me distraiga. Recorro el imponente Siq caminando en silencio, como en respetuosa procesión.
A lo largo del desfiladero aún se conservan parte de las canalizaciones labradas por los nabateos en la piedra, para llevar el agua de manantiales lejanos, a la ciudad. No creo que exista en el mundo otra entrada a una ciudad más espectacular que esta. ¡Realmente es impresionante!
Luego de recorrer el Siq en toda su extensión y de no poder vislumbrar nada de la ciudad hasta los últimos metros, por la curva de los acantilados y la estrechez del Siq en ese sitio, se llega hasta la cara más famosa de la ciudad oculta de Petra y el monumento jordano más conocido a nivel mundial: Al-Khazneh (El Tesoro), la tumba de un importante rey nabateo y ejemplo de la ingeniería e inventiva de esta antigua población. Me detengo un momento y disfruto de la vista, olvidándome del mundo. Sólo por hacer este recorrido, vale la pena viajar.




Este sorprendente enclave paisajístico es el mejor aperitivo que te puedes imaginar antes de entrar en El Tesoro. La gran fachada de 30m de ancho por 43 de alto tallada en la roca, deja atónito a quien se encuentra frente a ella. Al entrar en el edificio, un mar de olas en tonos rosados me deja muda. Las piedras hablan. Y ésta es sólo la primera de muchas otras maravillas con las que te encuentras en Petra.
¿Y quiénes eran los nabateos? Petra, que significa «roca», es la denominación griega de la antigua capital de los nabateos, que ellos llamaban Raqmu. El origen de este pueblo no es muy claro, probablemente procedía del norte de Arabia. Su riqueza procedía principalmente del comercio de incienso y mirra, así como de betún del Mar Muerto.
En un principio, Raqmu servía de campamento para estos mercaderes y pastores nómadas. A lo largo del siglo III a.C., se desarrolló como asentamiento permanente, que prosperó tras ser conectado a la Ruta del Incienso, convirtiéndose en un centro político y religioso.
El amplio valle de Petra es inadecuado para la construcción de una ciudad. El agua potable debía traerse de manantiales lejanos y almacenarse en cisternas. Dado que la zona es como un embudo en un paisaje rocoso, eran imprescindibles estructuras de protección contra las lluvias e inundaciones. Y la falta de visibilidad a larga distancia obligó a construir puestos de vigilancia en los cerros. Sin embargo, el lugar tenía evidentemente un significado especial para los nabateos, por lo que sus reyes no escatimaron gastos ni esfuerzos para convertir a su capital en una magnífica metrópolis. Se calcula que en una época debían vivir allí unas 30.000 personas.
En el siglo I d.C. comenzó el periodo de apogeo del Reino Nabateo, se tallaron en la roca la mayoría de las tumbas y se erigieron los grandes edificios. Pero el reino perdió su independencia cuando los romanos lo anexaron en el año 106 d.C.

Cuando el ocaso de la ciudad ya se anunciaba, un terremoto causó graves daños y el que fuera un gran asentamiento urbano se terminó desintegrando en pequeños núcleos repartidos por todo el valle. Dicho terremoto separó las placas tectónicas, si bien en algunos tramos donde el desfiladero es más estrecho, aún te puedes imaginar por dónde estaban unidos ambos lados del mismo.
Recién en 1812, con la visita secreta del suizo Johann Ludwig Burckhardt comenzó el redescubrimiento de la ciudad perdida en el desierto.
Pero sigamos descubriendo, nosotros también la ciudad rosa. El paseo por el Siq lo compartimos con numerosos turistas que van andando, pero también con quienes lo recorren montados en calesas, en dromedarios o burros. Según avanzamos, vemos restos de diferentes altares excavados en la roca, donde situaban a sus distintos dioses paganos. También vemos algunos pequeños corredores laterales cerrados por muros de adobe, los cuales se levantaron hace pocos años para proteger de los torrentes de agua a los turistas. En días de fuerte lluvia el Siq llega a inundarse, y cuando hay grandes tormentas, se suspende el paso por el desfiladero hasta asegurarse que no se inunda.



Claro que también hay rincones en Petra menos conocidos internacionalmente que El Tesoro. El recorrido continúa y podemos ver tumbas y diversas edificaciones talladas en roca en la Calle de las Fachadas, hasta llegar al Ninfeo, una fuente dedicada a las ninfas, las diosas acuáticas, cuyos restos todavía son visibles en la Vía Columnada, con varias columnas reconstruidas que hacen honor a su nombre. Hacia el sur de esta calle vemos la zona de los mercados. Muchos de los edificios fueron ampliados durante el imperio romano, o transformados en iglesias bizantinas y castillos de los cruzados en épocas posteriores.
Sobre el centro de Petra se elevan majestuosas las llamadas Tumbas Reales, una hilera de grandes mausoleos con fachadas monumentales talladas en la ladera occidental del macizo rocoso del Jabal al-Khubtha. Debido a la falta de evidencias arqueológicas, no es posible asociarlas a determinados gobernantes nabateos. Pero investigaciones recientes confirman su contexto real.

Esta zona situada en una colina frente al cerro al-Khubtha, sería el distrito real de la capital nabatea, donde la monumental Tumba del Palacio podría haber servido como «mausoleo de los reyes de Petra». Es uno de los mayores monumentos de Petra. Su frente de cinco pisos muestra una abrumadora proliferación de elementos arquitectónicos con fines puramente ornamentales.

La Tumba Corintia adyacente, está sin duda inspirada en la fachada de Al-Khazneh. Coronada por una gran construcción circular de techo cónico en medio de un frontón partido, tiene capiteles corintios enriquecidos con decoración floral en relieve.
Mientras que la Tumba de Seda atrae por los colores iridiscentes de su erosionada fachada, la magnífica Tumba de la Urna se destaca en la hilera de mausoleos reales. Entre sus peculiaridades se halla una subestructura de dos pisos de bóvedas de arco y un gran patio columnado delante de la fachada, desde el que se puede disfrutar de una vista espectacular de la ciudad.


Cientos de tumbas fueron excavadas en las formaciones rocosas rosadas (por el color que adopta la piedra a primera hora de la mañana o al caer la tarde), con grabados que han sobrevivido para cautivar a quien se atreva a entrar.
Y, como siempre me pasa, caminando entre las cuevas, encuentro a un niño, Abed, a quien le ofrezco unos caramelos que suelo llevar en el bolso para estos casos y que me abre la oportunidad de conocer a su madre y sus hermanos, hablar con ella, más con gestos que con palabras, y tomar en la cueva donde pasan el día, un rico té con cardamomo (eso me enteré después), en una auténtica experiencia de convivencia con los Bedul, los beduinos de Petra. También me enteré que hace un par de años esta familia vivía en la cueva, con el pastoreo de cabras y la labranza manual de trigo y cebada. Pero el gobierno les dio la oportunidad de habitar, con otras familias en la misma situación, una urbanización de casas recién construidas. Y que ahora suelen venir con los niños a pasar el día, para vender alguna artesanía o bebidas a los turistas y para que los niños no olviden sus orígenes.

Pero Petra no es solamente un conjunto de sepulcros. Un gran anfiteatro de estilo romano sigue presente en la ciudad, obeliscos, templos, altares para el sacrificio de animales, avenidas con enormes columnas y otros edificios como el Monasterio, donde los nabateos celebraban fiestas religiosas y al cual se llega subiendo 800 escalones. ¡Nada más y nada menos! Toda una aventura de senderismo y esfuerzo que bien vale la pena pues, aparte de estar presente ante una de las edificaciones más bellas de Petra, las vistas desde lo alto del Monasterio, son incomparables.


La tarde se acaba. El sol se está poniendo y, con la excitación, recién ahora que me siento a tomar una Coca Cola, me doy cuenta que no puedo dar un paso más. Había pensado alquilar una calesa para volver al hotel. Pero se me acerca un camellero y, después de poco pensarlo y poco regateo, hago un trato para emular a mi querido Indiana Jones y volver a caballo. De mi grupo hace rato que no queda nadie, se han vuelto todos más temprano, para ir a la piscina. ¡Si, a la piscina!
Los nabateos excavaron en la roca esta imponente ciudad, paso obligado durante años de las caravanas entre Asia y Europa. Petra sobrevivió a dos mil años de olvido. “Indiana Jones y la última cruzada” se estrenó en 1989. Hordas de visitantes invadieron Petra, empeñadas en rememorar la entrada a caballo de Harrison Ford en el Tesoro, el ícono de una ciudad que no necesita títulos ni películas para reconocerse como un lugar único.
Al camellero le quedan ya pocos turistas para que lo contraten en el último viaje del día y a mí me quedan pocas fuerzas para regatear como me gusta. Acerca el caballo a una gran piedra y subo fácilmente. El Siq es aún más bello, si cabe, a la luz de las primeras estrellas.


Las lámparas en el suelo dan una tenue luz. Los últimos viajeros volvemos en silencio, cansados y emocionados. Los caballos lo saben, caminan despacio. En el Siq, el cielo se va oscureciendo. Llego al hotel Petra Guest House, que está muy cerca de la salida, justo al pasar por las taquillas y me sale a recibir un empleado que me ayuda a bajar de mi caballo. Sonriendo, me ofrece su brazo para que me apoye. Creo que Indi estaba más ágil que yo.
¡Un día es un día! Y este, no lo olvidaré en mi vida.
Es maravilloso viajar a través de tus ojos. Y sale realmente económico, por otra parte. Me encanta como describes lo visto, y también lo vivido. Es un poco como estar allí, y conocer aspectos que, seguramente, el turista medio desprecia, por mucho que vuelva cargado de fotos. Es la diferencia entre estar y ser. Entre ver y sentir. Entre viajar y vivir.
Y desde luego sale muy barato.
Lo único, cuidado con seguir los pasos de indiana Jones, que dicen que la piedra esa todavia sigue dando vueltas por ahi, y eso tiene un mal rato!! 🤣
Un abrazo, y muchas gracias por llevarnos de viaje!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Hola Isra. Gracias por tus palabras. Me encanta saber que has podido viajar conmigo y que te has sentido allí, sentado en una piedra, hablando con gestos y sonrisas, disfrutando con todos los sentidos y enterándote de lo que te cuentan cuando te das el lujo de ver y escuchar.
Gracias a ti por acompañarme en este viaje tan soñado. Un abrazo a ti también.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Wow, vaya viaje, gracias por compartirlo y por tan excelentes fotos y datos. Estoy convencida que los viajes nos cambian y nunca regresamos igual de como nos fuimos. Yo acabo de regresar de uno a España, por eso he estado un poco ausente, ahora creo que buscaré inspiración en las vivencias que he tenido y las cosas lindas que pude ver. Enhorabuena por un relato que inflama la imaginación, saludos.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Hola Ana.
Me alegro que te haya gustado mi aventura tan soñada. Tienes razón, yo también pienso que los viajes nos cambian y nunca volvemos igual. Por eso me parece que habría que intentar viajar joven para despertar los sentidos y abrir la mente a otras realidades. Y seguir viajando toda la vida, todo lo que se pueda, es una forma maravillosa de estar en este mundo.
También me alegro de que hayas podido visitarnos y que hayas disfrutado. Ya nos contarás.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Buenas noches, Marlen.
Sabía que tenía que leerte descansado y recuperado, menuda paliza me has dado. Porque no te he leído, he hecho un viaje en el tiempo y te he acompañado por esos parajes tan maravillosos.
Tienes el espíritu de Indiana, pero también el de Agatha Christie, que acompañando a su marido en sus aventuras arqueológicas, se enamoró de aquellas tierras y eso le inspiró a crear maravillosas historias.
Contigo es fácil viajar. Como dice Isra, vemos a través de tus ojos todo lo que cuentas, porque eres una maravillosa narradora, contagias tus experiencias y lo que sentiste en esos viajes. Vemos más que leemos y eso no es fácil, amiga.
Tienes razón en que hay que viajar más de joven, yo lo hice muy poco, por distintos motivos y ahora me arrepiento. No, ya no estoy para esos trotes y además sería una carga para quienes me acompañan. Prefiero en estos momentos viajar con las novelas y con tus entradas. Son todas unos bocados suculentos para nuestras mentes viajeras.
Tus letras, tus fotos y tu ilusión al contarlo son todo lo que nos contagiaba Verne, Defoe, Salgari o Stevenson. Muchas gracias, amiga.
Un Abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola Jose. Me alegra mucho. que andes por aquí y que te sientas ya descansado y recuperado.
Perdona que no te contestara antes, pero es que estaba comprando un marco de foto en Amazon, para enmarcar tu comentario. Porque si no lo presento así, seguro que nadie me lo cree.
A esta altura ya estoy «casi» acostumbrada a que me digas cosas bonitas en tus comentarios. Pero que me pongas: «Tus letras, tus fotos y tu ilusión al contarlo son todo lo que nos contagiaba Verne, Defoe, Salgari o Stevenson» ya es demasiado. ¡¡¡Ni a la suela de los zapatos!!! 🤣😂🤣😂🤣😂🤣
Sin ánimo de justificarme, ni los textos, ni las fotos tienen gran valor. Y lo sé. Pero la ilusión que siento al contar una experiencia así, es muy grande. Creo que, al recordar los momentos, paisajes, caras, gestos, los revivo y lo cuento como si estuviéramos sentados charlando de sobremesa. O mejor, porque nadie nos interrumpe, puedo parar de escribir, cerrar los ojos y re-disfrutar y, de vez en cuando, cotejar algún dato o mejorar algún párrafo.
Yo tampoco no estoy ya para esos trotes, pero tengo la enorme suerte de haber entendido siendo muy joven, el placer que sentía en mis aventuras y tengo el privilegio de haber logrado tener los medios para poder hacer algunos de esos viajes soñados.
Creo que tienes razón en que me enamoro de los lugares y de la gente. Y basta un olor, una palabra, una música, un recuerdo para volver a ellos. También creo que mi mente pinta de colores mis recuerdos. Al llegar a caballo al hotel de Petra, por ejemplo, me apoyo en el brazo del empleado del hotel porque soy incapaz de dar un paso más, tan agotada estaba. Pero eso, amigo, no te lo pienso contar.
Gracias Jose, por hacer volar mi mente y darme alas para seguir sentándome frente al ordenador como una pequeñaja frente a su juguete favorito. Y gracias por aceptar acompañarme. ¡¡Es un gran placer!!
Te mando un abrazo goxo goxo y cuídate mucho que han dicho que viene frío. Ondo lo egin eta bidaia ederrekin amets egin dezazun.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Nos llevaste por unos sitios maravillosos, algunos que puedo indentificar por algunas peliculas, realmente son sitios legendarios
Me gustaMe gusta
Hola Jose. Gracias por tu comentario. Sí, son sitios maravillosos y legendarios, tienes razón. ¿Y sabes qué? Me han dado ganas de volver a ver Indiana Jones. A ver si este fin de semana…
Un abrazo.
Me gustaMe gusta