Plegarias al sol

Se han recogido, a lo largo de los años, en la cultura vasca, muchas Otoitz txikiak (pequeñas plegarias) que hacen referencia al sol. A veces, se lo nombra dándole un carácter masculino, como hacemos actualmente. Y otras veces (es lo más normal en las oraciones más antiguas) dándole un carácter femenino.

El sol «eguzki» era el amigo del camino, de la vida diaria y era la magia de la resurrección tras la noche de la muerte, como testifican las numerosas estelas de cabeza redonda grabadas con los rayos solares, llamados «harrigizon» hombre de piedra o «Iduzki Saindu» Santo Sol.

Estas Otoitz txikiak se rezaban al caer la noche, antes de ir a dormir, cuando el sol se escondía por el horizonte y las tinieblas comenzaban a invadir la tierra.

Os traigo algunas de ellas escuchadas o leídas en momentos de profundo recogimiento. Mi abuela nunca olvidó su lengua primera, que afloraba cuando el silencio y las penumbras nos envolvían.

O Iruzki Saindia, eman zahuzu biziko eta hileko argia!

(¡Oh santo sol, danos la luz para vivir y para morir!)

Bihar artio Joanes! Zauri bihar muga onez!

(¡Hasta mañana Juan! ¡Sal mañana temprano!)

Adio Iguzki saintua, bihar arte. Bihar xauri, egun bezala. Orain eta beti, halabaiz.

(Adiós santo sol, hasta mañana. Sal mañana como hoy. En el día de hoy y siempre, que así sea.)

Eguzkia joan da bere amagana, bihar etorriko da denbora ona bada.

(El sol ya ha partido hacia su madre, mañana volverá si hace buen tiempo.)

Adio amandre, biarartio!

(Adiós querida Dama. Hasta mañana.)

Gaur poztu nauzu, eguzki. Zatoz bihar ere, poztu naitean.

(Hoy me has consolado, sol. Ven también mañana para que me consueles.)

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

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