En cuanto al tema de la crisis del sistema de salud, la crisis económica impacta directamente en todos los sectores de la sociedad, pero, sin duda, el sector que se ve más afectado por la situación económica es el de la salud.
Las desigualdades económicas que el sistema capitalista ha generado, hacen patente el hecho de que no todos los ciudadanos pueden contar con un acceso a los servicios de salud. Esta lamentable situación no es exclusiva de la realidad estadounidense, que también.
Si bien el virus no discrimina e infecta a cualquier humano por igual, las posibilidades de atención médica sí son discriminatorias por el contexto socioeconómico en el que se encuentren los individuos. De manera que la crisis económica incrementa las desigualdades sociales, al punto de condenar a los que poseen menos recursos a una mayor dificultad, y muchas veces a la imposibilidad de tener acceso a servicios médicos de calidad, en caso de ser víctimas del virus. Además, los sectores con mayores necesidades económicas, también son los más vulnerables al contagio, ya que no pueden dejar de salir a trabajar.
Es en esta terrible situación pandémica donde las naciones abiertamente neoliberales muestran los límites de sus ambiciones: la producción de riqueza no logra llegar a todos los estratos de la sociedad y, por lo tanto, no se puede tener acceso a los servicios elementales.
Esta revelación no es novedad. Pero se torna urgencia y apremiante angustia cuando, ante la vulnerabilidad que ocasiona la presencia de una enfermedad, se hace patente la imposibilidad de garantizarse los medios para preservar la salud y la vida.
El gobierno estadounidense de Trump es la personificación de la falta de límites del capitalismo, donde se hace patente que los recursos económicos, no sólo son insuficientes, sino que son estériles ante la presencia del virus.
Está claro que, no sólo en los Estados Unidos, sino prácticamente en todos los rincones del mundo, la atención hacia la salud pública ha sido dejada de lado. Los recursos son insuficientes, lo que origina que la pandemia no ceda en su propagación ni sea posible controlarla y atender masivamente a cuantos han sido infectados.
Será necesario, dada esta experiencia, reconocer que los sistemas de salud pública deben ser prioritarios en los hechos, no sólo en las palabras de los políticos. Y, sin duda, la vigilancia al respecto debería ser un imperativo ético de las sociedades a partir de este hecho mundial.
