No hay nada más difícil que llorar para dentro. El corazón sabe esconder las lágrimas, porque a pesar de los golpes que le da la vida, debe esconder sus lágrimas y hacer que por fuera los demás vean una sonrisa.
Hay muchos en el mundo, que caminan sin algo dentro de su estómago que les sustente, sin familia, sin amor, sin trabajo ni futuro y aun así no muestran su resentimiento con la vida misma, pero el corazón llora de tristeza, de decepción, de injusticia. Se necesita mucho valor para sonreír cuando el corazón llora.
Es un llanto interior que quema por dentro, que impide respirar, que es más fuerte que el llanto de los ojos, que casi mata, como el silencio interior, un llanto mordiendo los labios. Pero cuando el llanto no es llorado, la risa no es reída y las palabras no son dichas.
¿Cuántas personas se ven obligadas a mostrar una sonrisa, cuando el corazón está lleno de dolor, de tristeza, de desamor, de engaño, de traición? En la vida existe la justicia, dar a cada uno lo que le corresponde, pero también hay injusticia. Y, por la razón que sea, hay a quien le está vedado amar.
Amar es dar, amar es respetar, es extrañar, aceptar, amar es sopesar los defectos y las cualidades. Se ama al ver una estrella brillar, al escuchar el canto del pájaro, se ama viendo correr las aguas del río, se ama al ver a los niños jugar en el pueblo, se ama en la distancia, se ama en la cercanía, se ama al ser con quien decides vivir juntos el resto de vuestras vidas, compartiendo buenos y malos momentos.
Cuando se ama de verdad, no hay tiempo, no hay distancia, no hay obstáculos que lo impidan. Instemos a toda la humanidad a seguir amando, como si fuera el último día de nuestra vida, pero tengamos el sumo cuidado de que nuestro amor no dañe a otros. Porque cuando oyes tu llanto interior, comienzas a escuchar el llanto del mundo.
Hay una canción llamada “Doña Ubenza”, que transmite ese sentimiento de “Llorar pa´dentro.
Es un himno coplero que Chacho Echenique del legendario «Dúo Salteño» argentino, compuso en una pensión en Buenos Aires, y luego brotó de la garganta de referentes de la música popular, como Mercedes Sosa o Liliana Herrero. Narra cómo vive y siente la gente en la puna norteña. Doña Ubenza vive en todas las mujeres de esa tierra. Era una mujer de la puna salteña, pastora, hilandera, tejedora, trabajadora de la sal, lavandera entre otros oficios que desempeñaba para criar a sus hijos. Lavaba la ropa en las vertientes, en los pocitos de agua de deshielo, mientras alegre iba cantando coplas que cortaban el frío y la dureza de la suerte de su raza.
Dice Chacho Echenique, que cuando era niño su madre fue maestra de escuela y Doña Ubenza cuidaba de él “Nunca más vi una sonrisa tan bonita como la de ella. Era rebosante, tan blanca e inmensa como los salares que estaban a nuestros pies”.
Ando llorando pa´ dentro, Aunque me ría pa´ fuera. Así tengo yo que vivir Esperando a que me muera. Le doy ventaja a los vientos Porque no puedo volar, Hasta que agarro mi caja Y la empiezo a vagualear. Me persigno por si acaso, No vaya que dios exista Y me lleve pa´ el infierno Con todas mis ovejitas. No se si habrá otro mundo Donde las almas suspiran Yo vivo sobre esta tierra Trabajando todo el día. Valle sonoro de pedregal Piedra por piedra al viento va Borrando huellas a mi dolor Silencio puro es mi corazón. Ando llorando pa' dentro, Aunque me ría pa' fuera. Así tengo yo que vivir Esperando a que me muera. Mi raza reza que pedirá Allá en el monte de caridad No tiene tiempo, ya no da más Reza que reza, por qué será. Valle sonoro de pedregal Piedra por piedra al viento va Borrando huellas a mi dolor Silencio puro es mi corazón. Silencio puro es mi corazón Silencio puro es mi corazón Silencio puro es mi corazón Silencio puro es mi corazón Ando llorando pa' dentro Ando llorando pa' dentro Ando llorando pa' dentro Ando llorando pa' dentro
Buenos días, Marlen.
Un título muy significativo y especial para los sureños. De hecho se escucha mucho por aquí abajo. Suena muy andalú.
Creo que el llorá pa’dentro viene con la edad. Naces berreando (y si no, ya se encargará el médico de endiñarte para que estrenes tus pulmones) y, poco a poco, vas dejando de hacerlo para no mostrar tu debilidad y dolor hasta que con cierta edad te tragas las lágrimas para que la tristeza se transforme en una falsa sonrisa.
El llorá pa’dentro es muy identificativo del payaso, que ya con su sonrisa pintada camufla perfectamente su triste cara. Pero también los abuelos y los padres que quieren ocultarle a sus hijos la verdad de la vida. Y los médicos y enfermeras que intentan insuflar esperanzas donde muchas veces no las hay. Y, por supuesto, los maestros. (al menos, debería serlo). Recuerdo como el día siguiente de morir mi padre tuve que dar clases (trabajaba en una academia y no había vacaciones ni pa’llorá) y entré en el aula convertido en el payaso sin maquillaje que seguía diciendo patochadas al mismo tiempo que intentaba explicar la lección.
Creo que hoy en día estamos tan desesperanzados, somos tan vulnerables, forzamos tantas sonrisas porque la mayoría lloramos pa’dentro. Porque sabemos que nuestras lágrimas no reciben empatía o duelo, al contrario, solo sirven de burla por los que creen ser más felices que nosotros.
Llorar, aunque sea en la intimidad y soledad de nuestro rincón, debería ser una necesidad autoimpuesta en nuestras agendas. Porque llorar desahoga, relaja y nos trae paz interior, pero también nos hace más fuertes, más conscientes de nuestra naturaleza y nos reconcilia con la Pachamama cuando la regamos con nuestras lágrimas.
Uy, me salió un domingo filosófico. 😅😝😜
Que tengas una maravillosa salida de semana y un comienzo formidable de la que amenaza con llegar.
Un abrazo.
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¡Ay Jose, tus comentarios muchas veces, son para enmarcar y ponerlos cerquita! Como hoy,
Sabes una cosa, que a pesar de todo lo que se insiste en diferenciarnos, andaluces y vascos no somos tan distintos. ¡Cuántas veces habré visto a mis abuelos llorando pa´dentro! ¡Cuántas veces, siendo pequeña, me habré dado cuenta que era día más para abrazo, que para palabras o risas! ¡Cuántas veces me pinto la sonrisa de payaso y salgo al mundo a comérmelo entero! Es cierto, se aprende con la edad. Para no mostrar debilidad y dolor, para no preocupar a quienes te quieren, porque sabes que la empatía lamentablemente no llega…
Estamos tan encerrados dentro de nuestra burbuja, que no hay tiempo para llantos ajenos. ¡Qué tristeza cuando, en medio de tu poco común desahogo, te das cuenta que tu interlocutor sólo espera que termines, para contar lo suyo. Entonces, triste y solo, te refugias en tu rincón y lloras pa´dentro.
A veces, una música, una película, un texto hace brotar el llanto que tanto necesitamos. Y no nos paramos a pensar si lloramos por lo que acabamos de ver o de oír, o si simplemente, nos permitimos llorar pa´fuera.
Dicen que los hombres no lloran y se les ha dicho tantas veces, desde pequeños, que muchos se lo creen. Y tienen que esperar a llegar a viejos para descubrir la mentira, para recuperar el llanto de niños. Pero no el del berrinche tonto, sino el del dolor verdadero, por una injusticia, por una afrenta de alguien a quien aman, por lo perdido que nunca volverá. Y llega la calma que sana, que desata nudos interiores, que limpia ojos y almas, que nos reconcilia con la Pachamama, como tú bien dices.
¡Tendríamos que premiarnos siempre con domingos filosóficos! Los fines de los fines de semana serían más ansiados. ¡Que lo disfrutes y entres en el lunes con tu mejor sonrisa (de las de veras, no pintada de payaso)!
Muchas gracias, un abrazo desde mi nube de sentimientos a flor de piel.
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Querida Marlen,
si coges el mapa de España y lo dobles en dos trozos nos damos un abrazo. Fíjate lo cerquita que estamos.
No somos diferentes, nos quieren hacer diferentes. Ya sabes quiénes y por qué.
Lloremos pa’fuera y riamos pa’dentro. Es más saludable.
Abrashazo. 🤗😊👍🏼
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