Hubo un tiempo en que se me ocurrió que 5€ no era mucho dinero en mi presupuesto mensual y que, si convencía a los amigos y conocidos de juntar por lo menos 5€ por cada uno, entre todos podíamos acercarnos a las escuelas y comedores infantiles de la provincia de Buenos Aires con una pequeña ayuda.
Para los que no conocéis, os cuento que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es la Capital Federal de Argentina, por ser la sede del gobierno nacional. Su población en 2021 era de más de 3.075.000 habitantes. Y linda con el Río de la Plata y con la provincia de Buenos Aires, a la cual pertenecía hasta 1880. La provincia de Buenos Aires, también llamada “Gran Buenos Aires” o “Conurbano Bonaerense” de 17.541.000 habitantes, está formada por muchos barrios, algunos con chalets de fin de semana, de gente de condición económica elevada y otros (la mayoría) donde vive gente de condición precaria.
La idea no era cambiar la situación de esas escuelas o esos niños. Esa posibilidad no estaba en nuestras manos. La idea era hacerles saber que no estaban solos, que lejos, muy lejos, había gente que sabía que existían y que les mandaban un regalo de vez en cuando. Aportarles un poco de alegría, de optimismo, de fe en que las cosas podían cambiar.
Así nació “5 Guitas”, aclarando que la “guita” es el dinero, la plata en lunfardo. Juntábamos el dinero aquí, en España, comprábamos comida en supermercados a través de internet, pagando con tarjeta, y ellos lo llevaban a la escuela elegida (tras muchas indagaciones y deliberaciones). Repartíamos los envíos entre 8 o 10 escuelas del conurbano bonaerense, aunque también hicimos envíos a otras provincias. En 5 Guitas no había sueldos ni gastos de luz, teléfono, internet ni nada. Gasto: 0€. Únicamente el envío del supermercado, que a veces, lograba negociar con el gerente del súper.
Como nosotros (mi esposo y yo) viajábamos cada 2 años y pasábamos las vacaciones en la Capital, aprovechábamos para conocer lugares, visitarlos y ver en qué condiciones daban clase y comida a los niños. Porque, en esos establecimientos, los niños iban desde la mañana, tomaban su desayuno, estudiaban y comían. Y debo decir que, en muchísimos casos, era la única comida de todo el día. Incluso solían aceptar a los hermanitos de los niños, aunque no tuvieran la edad necesaria (6 años) para empezar la escuela primaria, de forma que ellos también se beneficiaban de la comida que, muchas veces, su familia no les podía suministrar.
De a poco, la idea se fue comentando y los amigos de amigos también se apuntaron. Así que había meses que, contra viento y marea, hacíamos envíos a varias escuelitas. Y digo contra viento y marea, porque lo que más nos costaba era conseguir que un supermercado llevara el pedido a lugares alejados de cualquier centro poblacional, con calles de tierra y rodeados por chabolas.
Hubo años en que, en nuestras vacaciones, alquilamos una furgoneta, fuimos con amigos de allí a hacer la compra en el supermercado y la llevamos a las escuelitas a las cuales no conseguíamos llegar con el reparto del súper. Tarea titánica, porque no es lo mismo comprar para una familia, que para la comida de una semana de 20 o 70 personas (niños, maestras, celadores, etc.). Pero todo quedaba compensado con la alegría de grandes y pequeños, sus risas, sus ganas de ayudar a descargar el pedido, su necesidad de hablar con nosotros, darnos las gracias y hasta tocarnos.
Recuerdo anécdotas como cuando un grupo de pequeños, al vernos pasar, comentaron: “Estos son los de los pollos”. Es que el envío siempre estaba compuesto por alimentos esenciales, otros que normalmente no solían comer, como frutas, carne o pollo y algunas galletas o golosinas para endulzarles algunas mañanas. Y la vez en que estábamos recorriendo la escuela con la directora y, cuando le pregunté qué les iban a dar de comer ese día, me abrió el gran armario despensa donde sólo había un saco de harina.
El tiempo fue pasando, los conocidos se fueron alejando, las compras desde el exterior se fueron haciendo más dificultosas y los envíos se fueron espaciando, hasta que finalmente, con dolor y tristeza, cerramos 5 Guitas. Pero nunca olvidaré los besos y abrazos, las risas, el delicioso asalto para contarnos cosas, sus caritas entrañables y la felicidad que me producía cada vez que los veía o que lograba hablar por teléfono y saber que todo había llegado bien.
“Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizás desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.” Lo dijo Eduardo Galeano.
¡Ay, Marlensita!
Cada día me subes un escalonsito más en mi escala de güena gente, pero hoy te saltaste tres pisos del tirón.
Leo que has hecho algo que siempre he querido hacer y que muchos días me da vueltas en la cabeza. No he podido hacerlo o, tal vez, no he puesto el suficiente empeño en hacerlo. A lo más que llego es a contribuir con algunas ONGs como socio y con contribuciones esporádicas. Tampoco ando boyante, pero como dijo alguien: «Una persona no puede hacer mucho para salvar el mundo, pero muchas personas haciendo un poquito, sí».
Como ya he comentado alguna vez, esta **** sociedad nos enseña (¿nos obliga?) a mirar hacia otro lado cuando se cruza en nuestro camino alguien necesitado. Solemos convertirnos en solidario cuando llega la Navidad y por la tele aparecen imágenes de niños «pobres», pero cerramos los ojos cuando alguien nos pide por nuestra propia calle.
El mundo esta hecho en base a la desigualdad, porque interesa económicamente y porque de esa forma los medio-ricos se sienten diferentes y superiores (los ricos ni siquiera miran hacia abajo). Creo con total seguridad que no se acaba con la pobreza porque no se quiere. Como he dicho, interesa que haya distintas clases sociales. Pero los verdaderos culpables somos los de las clases media-baja, porque somos los que podemos cambiar el mundo, pero nos sentimos muy cómodos donde estamos. No nos damos cuenta que en un suspiro podemos bajar de categoría.
Gracias, Marlen, por estas cosas que hiciste y haces. Gracia por compartirlo y sacarnos una sonrisa, y unas lagrimitas también, de esperanza, satisfacción y hacernos cómplices de tus hazañas.
Un abrazazo
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Buenas tardes Jose. Como siempre, gracias por tus palabras.
En mi casa, clase obrera papá tornero y mamá modista hasta que nació mi hermano y decidió quedarse en casa para sacarnos adelante, piso alquilado de una habitación, nunca sobró nada pero se las ingeniaron para que tampoco faltara lo imprescindible. Nos enseñaron desde chiquitos la «solidaridad» con palabras y con actos. Y también nos enseñaron «que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda», no por un predicamento religioso, sino porque simplemente las ayudas no deben ser vistas sino sentidas con amor.
Por eso me cuesta tantísimo hablar de cosas como 5Guitas y otras experiencias. Pero también pienso que son demasiados los actos indignos que se ensalzan porque es de vivos aprovecharse de las circunstancias y que salen en las noticias todos los días. ¡Fíjate cómo se las ingenió para sacar su dinero a paraísos fiscales! se comenta con admiración. Esos «modelos de conducta» calan en la sociedad y en las nuevas generaciones. ¡Qué tristeza!
Por eso, por primera y tal vez última vez, decidí contaros nuestra pequeñísima contribución con el bienestar general. Un grano de arena, pero es un grano.
Muchos contribuimos con ONG´s. Yo lo hice en su momento, incluso hacía campaña entre los amigos. Hasta que… conocí cómo trabajan las grandes ONG´s, cuáles son los sueldos de sus presidentes, vicepresidentes, adjuntos, asesores y la m… que les parió. Conocí cómo se lucran unos pocos (y a veces, no tan pocos) con lo que por derecho debería ir a quienes deseamos ayudar. Con mi profunda decepción perdieron una asidua colaboradora. Supongo que nadie se habrá enterado.
Por eso, a partir de ese momento, y sin hacer ruido, mi grano de arena va a mejores manos. Tienes razón: «Una persona no puede hacer mucho para salvar el mundo, pero muchas personas haciendo un poquito, sí».
Es cierto que en nuestra sociedad interesa que la desigualdad y la violencia reinen entre las clases sociales, es una forma efectiva de meter el miedo y de manejar a todos. La envidia siempre da fruto y si se maneja, más y peor. Pero también hay muchos intentos de romper con esas leyes y aportar tu granito de arena. He conocido gente que, en su casa, arman un comedor infantil para darles a los niños más necesitados del barrio un desayuno que les permita un día más. Gente que dan clases gratis para que adolescentes no pierdan el año y sigan estudiando. Empresas que dan formación gratuita a chicos sin posibilidades, o que hacen contratos de prácticas para que los chicos que se van a recibir, tengan experiencia real y no partan de curriculum cero. Médicos que dedican tiempo de sus ajetreadas vidas para atender gratuitamente en una villa miseria. Mujeres que arman un grupo para enseñar a coser o tejer y vender lo que hacen. A lo mejor, estas cosas que he conocido surgen más fácilmente cuando hay más pobreza. Aquí en Europa, por el momento, tenemos un nivel de vida que, aunque nos quejemos, nos permite mirar para otro lado ante la necesidad. Que remueve la conciencia por unos días, pero pronto nos olvidamos y una noticia tapa a otra. Tras el ¡Qué tristeza! o la indignación, seguimos caminando nuestra vida.
Enfin, que WordPress en cualquier momento me cierra el blog, por usar demasiado espacio. La culpa es tuya por hacerme hablar. 😂😂😂
Gracias a ti Jose, por leer y comentar. Yo sólo hago lo que la vida me muestra como oportunidad. Me ha costado mucho compartir esta entrada. Pero recordar la esperanza, la satisfacción por no tirar la toalla y haceros cómplices de alguna experiencia, ha sido un placer. Besarkada handi bat, laguna.
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Mientras duró vuestro propóisto fue un bonito sueño hecho realidad. Lástima que las cosas se complicaran y lu tuvierais que dejar. Buena frase de Eduardo Galeano. He leído vuestra conversación anterior. Es bueno recordar y hacer saber que a veces sí se puede hacer algo. Y ese algo, sirve.
Un placer leerte.
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Gracias por tu comentario Jose. La frase de Eduardo Galeano define exactamente lo que pienso: Cambiar aunque sólo sea un poquito, la realidad de unos pocos, probar que la realidad es transformable. Y desencadenar la alegría de hacer. ¿No es maravilloso?
Un abrazo, vecina. Mi padre navarro, vivió muchos años en Tolosa con toda su familia.
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