Papá de una nena

Todos te tratan de explicar cómo es la relación cuando te nace una hija mujer. Te lo cuentan antes, te lo describen de mil maneras. Pero tengo un amigo, que ya tenía la experiencia de haber tenido dos hijos varones y, esperando la llegada de la nena, me comentaba que no lo creía. “No hay forma de que venga alguien nuevo y desplace de su lugar al niño con el cual yo construí mis últimos 11 años de vida y con el que construí la relación más fuerte que he tenido nunca”, me decía Y es cierto, no llega alguien nuevo y quita su lugar a quien ya está. Pero también es cierto que con las niñas, la relación es diferente.

Algunos juegan a que tienen una princesa en casa, otros se refieren a la niña como si fuera la mujer de su vida. He visto en algún hotel una pareja con una hija de unos cinco o seis años, en la que el hombre desayunaba con su hija y la mujer era simplemente una camarera que traía todas las cosas a la mesa y complacía a los dos comensales.

De todas las escenas que he visto y de todas las explicaciones que me han dado, creo que lo que hace  maravilloso y lo que mejor explica lo que siente un padre por su hija es la frase: “Nadie te mira así.”

“Puedo desayunar toda la vida con ella, puedo disfrutar más jugando con el varón, puedo incluso quererlo más, por lo que sea, porque es el primero, porque es el varón. Lo que nunca va a pasar es que otra persona en el mundo me mire de esa manera. Cualquier varón papá de una nena, te podrá ratificar lo que te digo. Cuando ella entra y clava la mirada, como diciendo aquí estoy, tu hija tiene una mirada que nunca nadie antes había tenido contigo, ni tu madre, ni tu novia, ni tu mujer, ni nadie.”

Ser papá de una nena tiene algo especial. Y eso tan especial es que nadie te ha mirado ni te mirará así.