Las mejores cosas de la vida, ¿son gratis?

Se dice que Coco Chanel dijo: “Las mejores cosas de la vida son gratis. Las segundas mejores cosas son muy, muy caras”. Claro que Coco Chanel estaba hablando de cosas lujosas, porque se pueden encontrar ejemplos de cosas muy buenas a un precio muy bajo, si confías en tu propia sensibilidad.

Además, una vez que obtienes lo que quieres, solo querrás una mayor cantidad o querrás otra cosa. Lo mejor que se puede tener es una vocación: disfrutar de hacer algo en lugar de tener algo material. Porque entonces, querer más se trata simplemente de querer poder hacerlo mejor, y eso realmente vale la pena.

Pero, volvamos a lo que es gratis. ¿Por qué la mayoría de nosotros, rara vez estamos satisfechos con la luz del sol, el amor y las estrellas?

Creo que lo mejor de la vida es la felicidad, y la felicidad sólo puede ser una consecuencia de algo que es auténticamente bueno (una buena acción que te deja satisfecho, disfrutar de buena salud, libertad y dignidad, una noche de sueño reparador, el amor, un momento compartido de charla o de silencio con quien quieres, una sonrisa tierna, una mirada cómplice…) y está ausente de cualquier mercado. Las mejores cosas de la vida están disponibles para aquellos que se toman el tiempo para observarlas y disfrutarlas. Las cosas que vienen en segundo lugar, aquellas hacia las que nos volvemos por impotencia o desesperación, son caras porque ningún precio puede aproximarse al valor de las mejores cosas.

Tratar de substituir la auténtica felicidad con algún objeto o servicio adquiridos, es el equivalente de substituir el sopor provocado por una píldora para dormir, con una noche de sueño reparador.

Alguna vez leí esta definición: “La felicidad es como una mariposa, que siempre parece más allá de nuestro alcance cuando se la persigue, pero que, cuando nos sentamos tranquilamente, puede posarse sobre nosotros”. 

Aquellos que niegan el derecho a la felicidad, nos dicen que nuestra infelicidad se debe a nuestras propias carencias morales, a nuestro egoísmo y a nuestro materialismo. Abogan por un estado de virtuoso equilibrio psicológico, al que se llega a través de la renuncia, el desapego y el control del deseo. Pero, cuando se condena la búsqueda de la felicidad como contraproducente, ¿cuál debería ser nuestra guía?

La optimista que hay dentro de mí, cree que hay algo innato en los seres humanos que, como el mecanismo que hace que los girasoles sigan al sol a lo largo del cielo, hace también que cada uno de nosotros persiga la felicidad. Porque sí.

Pero ¡Ay!, las tentaciones de la vida diaria pueden distraernos y convertirnos en consumidores a los que les gusta lo que compran, compran lo que creen que les gusta y acaban aburridos e insatisfechos, incapaces a la hora de concretar la naturaleza de su descontento. Confirmación viviente de lo razonado por Mark Twain acerca de la “multiplicación sin límite de innecesarias necesidades”.

Por otro lado, Dorothy Parker, la sarcástica cuentista y poeta estadounidense, dijo que deberíamos “cuidarnos de los lujos y las necesidades se cuidarán por si solas”. Por supuesto, las necesidades se cuidan de sí mismas sólo para aquella gente que pertenece al minúsculo segmento de la sociedad privilegiada.

Una sociedad civilizada proporciona a sus integrantes, la libertad necesaria para buscar sus propias metas. Pero para que esto suceda, cada uno ha de tener libertad frente al miedo, el hambre y la explotación, así como condiciones de vida dignas.

Prestamos poca atención a las mejores cosas de la vida, dándolas por sentado. Sólo cuando se está a punto de perder algo, cuando tu vista se oscurece, tu salud comienza a desvanecerse o los recursos naturales de los que dependes escasean, comienzas a darte cuenta de lo valioso que era.

Y cuando se tienen y se aprecian las mejores cosas de la vida, podemos centrarnos en lo segundo mejor: aquellos productos, el conocimiento y las experiencias que brindan belleza y comodidad.

Lamentablemente, estas cosas generalmente son caras y sólo las disfruta una minoría.

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

2 comentarios sobre “Las mejores cosas de la vida, ¿son gratis?

  1. Buenos días, Marlen.
    Estas entradas son un gran ejemplo de lo que en ella dices. A veces ser feliz es tan sencillo como intercambiar unas palabras, abrir tu mente y sentirte unido a los amigos. No nos damos cuenta, no lo podemos creer o no dicen que es mentira.
    La sonrisa que te devuelve la chica de la panadería cuando le das las gracias por darte el pan que has comprado. El «igualmente» que te devuelve el taxista al despedirte de él deseándole un buen día. El «hasta luego, canijo» que le dedicas a tu amigo, que se cree regordete. El «buenos días», «buenas tardes», «buenas noches» que dices al entrar y salir de cualquier establecimiento.
    La verdad es que voy provocando. 😉 Me suelen mirar como a un extraterrestre, porque hoy en día estas cosas están en «desuso». Y no te digo nada cuando lo hacía mi niño cuando era pequeño. La cara de extrañeza con que lo miraban.
    Estas pequeñas cosas generan felicidad, porque en definitiva hacen establecer un contacto más cercano con todos lo que nos rodean. No somos máquinas que vamos mirando al suelo, despreciando la labor de los demás. Bueno, algunos sí. Como en todo.
    ¿No sé por qué me ha salido este pensamiento primero? Será porque estas pequeñas gotas de amabilidad y educación generan felicidad o al menos nos hace sentir más felices. Por lo menos, a mí.
    Vivimos y nos educan desde niños en la sociedad del consumo. Si no consumes no interesas y si no interesas eres prescindible. Te hacen sentir la necesidad de comprar cosas que no necesitas y que si no lo haces eres un marginado de esta sociedad. Además, siempre necesitas recomprar, actualizar, reemplazar. En el aspecto tecnológico siempre estás obsoleto. La verdad es que la publicidad, los medios, las redes sociales hacen bien su trabajo. Somos borregos y nos gusta serlo.
    Las frases que has puesto en la entrada son preciosas y yo añadiría aquella que dice: «La felicidad no es desear lo que NO tienes, sino disfrutar y estar agradecidos por lo que SÍ tienes».
    Sería entrar en la repetición de otros comentarios, pero la felicidad está en los detalles. Apreciar como dices las maravillas que nuestros ojos se empeñan en no ver a diario. En compararnos con los que viven por encima de nosotros, en lugar de los que están, desgraciadamente, por debajo. En apreciar cada día al levantarnos de lo que tenemos la suerte de disfrutar.
    Todas estas cosas son gratis o fáciles de conseguir sin gastar mucho. A veces, solo saliva y arrugas en la cara. Pero, cuidado, los que pensamos así somos un peligro. Tu teléfono funciona perfectamente, pero el nuevo aifón está triste esperando en la esquina; necesitas la nueva tele de un millón de K para verle los granos al presentador del telediario; ¿qué haces con un coche que solo sirve como transporte?; ¿Por qué te empeñas en mantener una cocina que te hace maravillas para el paladar, si hay una nueva que te habla, te cuenta chistes y te rasca la espalda mientras esperas que se caliente el cocido? Es que somos unos inconscientes. Somos, soy extraterrestre.
    Me voy con mis antenas, mis cuatro brazos y mi moreno verdón a dar una güeltita por mi playa. ¡Que rabien los consumistas!
    Un abrazo, amiga. Te regalo un «que pases un precioso día», un «gracias» enorme y un besiabrazo sureño. Son gratis y reutilizables. 😉
    PD. Creo que he gastado muchas comillas en este comentario, al final voy a tener que salir a comprar más. Lamarequemeparió. XD

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  2. Buenos días Jose.
    «A veces ser feliz es tan sencillo como intercambiar unas palabras, abrir tu mente y sentirte unido a los amigos.» ¡Qué cierto! Pero fíjate qué curioso, en estos tiempos en los que para reafirmar el valor de las personas, hay que perder los modales y la buena educación, todo se trastoca. Si cuando un hombre abre la puerta para que pase una mujer, esta se enfada porque lo toma como un signo machista. Si cuando alguien se ofrece a ayudar a una persona a llevar las bolsas de la compra hasta el auto, esta se ofende porque piensa que la están tratando de vieja. Si cuando un hombre le dice a una mujer que está guapa, y esta, en lugar de contestarle que él también está guapo y que le sienta muy bien el gris, se enerva con la discriminación sexista. Entonces, amigo, es que hemos perdido los límites. El machismo, la discriminación, no tienen nada que ver con los modales.
    Me horroriza cuando entro en una tienda y el/la dependiente no me saluda. O cuando un niño golpea incesantemente el asiento de delante del autobús y, cuando le dices algo, su padre o madre te dice: ¡Es un niño!, como si eso le diera patente de corso. O cuando doy las gracias y me miran como a bicho raro. O cuando entra el médico en la habitación del hospital y no se presenta o habla con la enfermera como si no estuvieras delante y no se tratara de «tu cuerpo».
    Y, sin embargo, empiezo muchos de mis comentarios o respuestas sin saludar. Salvo los que te dedico precisamente a ti, porque eres la persona que siempre tienes en cuenta el saludo y la despedida.
    Perdón a todos/todas los que he respondido sin comenzar por un saludo. Y esa, claro, es otra de las costumbres perdidas en la noche de los tiempos. Pedir perdón ya no se usa. Alguien te lleva por delante en la calle y no se da vuelta ni siquiera para saber si sigues viva. Bueno, claro, también es cierto que en las altas esferas tenemos buenos modelos.
    Las costumbres nos metamorfosean en seres maleducados, seres más anti-sociales.
    Y a mí también «estas pequeñas gotas de amabilidad y educación me generan felicidad». No sé si son las mejores cosas de la vida, pero, desde luego, son gratis y a muchos nos hacen sentir más felices.
    Por cierto, gracias por añadir esa frase sabia que dice: «La felicidad no es desear lo que NO tienes, sino disfrutar y estar agradecidos por lo que SÍ tienes». Desde lo más hondo de mí, totalmente de acuerdo.
    Yo te regalo un bellísimo cielo azul con pocas nubes y aire fresco. Te regalo las GRACIAS así de grandes por tomarte el tiempo de leer la entrada y comentarla. Te regalo el POR FAVOR no cambies nunca. Y te regalo un montón de ABRAZOS, ASHUSHONES, BESARKADA HAUNDI BAT y COMILLAS para que no tengas que salir a comprar más y uses ese tiempo en un disfrutable DOLCE FARE NIENTE.

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