“Take it for granted” Damos por sentado lo que la naturaleza hace por nosotros de forma gratuita, damos por hecho que al abrir el grifo tendremos agua de forma ilimitada, no tomamos en cuenta que los años van pasando, las capacidades merman y damos por supuesto que nuestra vida no acabará nunca. Y nos quejamos cuando no se cumplen nuestras expectativas. ¡Craso error!
La cantidad de veces que he sido feliz y en ese momento, no era consciente de que lo era. La cantidad de veces que me he quejado de idioteces, de puro quejica.
Cuando lo único importante es el tiempo y el amor que dedicas a las personas que quieres. Porque al final es lo que te llevas. Colecciona momentos, no colecciones cosas. Porque, al final, ESO ES LO QUE TE LLEVAS.
Debería tomar conciencia de que igual esta película no la voy a volver a ver nunca más, o esta canción no la voy a escuchar nunca más, o al terminar este libro, es muy probable que nunca más lo abra, o tal vez nunca más voy a poder abrazar a esta persona.
En cierto modo, en eso consiste vivir: en ver cómo las cosas que a uno le importaban dejan poco a poco de estar y cómo queda tan sólo su sombra, y cómo ésta resulta ser el preludio del adiós.
Nos quejamos, pero a veces, lo más dramático nos trae un regalo, y lo más doloroso termina siendo una oportunidad. La manera en que obra la vida, suele tener estos toques de aparente ironía.
¿Cuántas veces la razón por la que renegamos, se transforma en una razón para agradecer?
Todo comienza por darnos cuenta que estos acontecimientos nos despiertan para mostrarnos algo nuevo, diferente, que en ausencia de este hecho no hubiéramos notado. Ante lo inesperado, lo que nos duele o no podemos entender, el ego se asusta y nos quedamos congelados en esa incertidumbre o ese dolor. Pero si comprendemos las paradojas de la vida, sabremos aquietarnos, no para dejarnos atrapar por el caos, sino para permitir que la vida comience a revelarnos lo que aún no podemos ver.
Las cosas son más pequeñas de lo que las percibimos.
Lo que menos le interesa al ego, lo que tratamos de evitar, muchas veces es la puerta de salida.
Lo pequeño y simple, puede tener más impacto que lo inmenso y complejo.
Lo que parece real, a veces termina siendo una ilusión.
Lo que parece estar en los demás, está en nosotros.
Lo que nos molesta en los demás, muchas veces es lo que nosotros mismos somos.
En perfecta armonía con la vida, no siempre con nuestro ego, el dolor y el caos traen cambios, y esos cambios llegan para poner nuestra mirada en el presente y quitarla del pasado. Y para mirar hacia adelante con una visión nueva, clara y abierta.
Cuando la vida usa sus paradojas, aparentemente irónicas, nos está pidiendo soltar para recibir.
Si algo no está bien, es que aún no ha terminado.
Seamos pacientes en dejar que la vida termine de hacer su proceso.

AMÉN, amiga Marlen.
Ya hemos hablado anteriormente de la importancia de los detalles, de agradecer la suerte que tenemos por haber nacido en el lugar y momento en que lo hemos hecho o, simplemente, por haber tenido una vida llena de errores que nos hicieron aprender y madurar.
Tienes muchísima razón en que hay que dar más las gracias y menos quejarse por nimiedades, la mayoría lo son.
Los que tenemos ya demasiadas canas, hemos perdido a mucha gente que amábamos. Yo me he quedado ya sin los «adultos» que tenía como referencia y soy el segundo en edad de los que quedan, un primo mío me gana por meses. Esto te hace pensar en lo efímera que es la vida y lo poco que disfrutamos de ella.
A veces, somos más felices con la añoranza por los momentos que ya pasaron, que por los que estamos viviendo o los que nos quedan por vivir. Parecemos cangrejos que anden de espaldas.
Hoy en día, que el modo «fast» se ha establecido en nuestras vidas, todo rapidito y a otra cosa que me aburro, intento ir a contracorriente: disfrutar pausadamente de mi comida o de un buen vino, agradeciendo que yo sí puedo hacerlo; leer con parsimonia y deleite un libro que me gusta, porque además es un homenaje al trabajo del autor que pasó muchísimo tiempo para escribirlo; pasear, en lugar de correr, por las calles de mi ciudad o mi playa, aspirando el aire, todavía no contaminado, de mi tierra; y sonreírle al espejo cada mañana por un nuevo día. Esto último es lo más difícil, viendo al tío que está enfrente y las «hechuras» recién levantao. XD
Como dijo alguien, CARPE DÍEM. y Gratias Pro Omnibus.
Un abrazo, amiga.
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Buenos días, Jose.
Si, parece que no me canso de pedir más gracias y menos quejas. Pero es que cada dos por tres entro en bucle. En este caso, una charla con una amiga que tiene la triste costumbre de quejarse por la etapa de la vida por la que está transitando, poniendo especial empeño en quejarse, no sé si para inspirar lástima o por haber tomado consciencia del paso inexorable de los años.
Y yo, que también peino canas como tú (aunque no demasiadas, sólo las justas 😂), también he ido perdiendo los seres queridos que me precedían. Y aunque uno nunca sabe el turno que te toca, estoy ocupando el primer puesto de la lista. Y cada vez que recibo una llamada, cruzo los dedos. Pero tengo tan interiorizado lo de disfrutar al máximo todo lo que pasa por delante de mi puerta, que son pocos los momentos en los que las quejas asoman a mis días. ¡Por suerte! ¿Por aprendizaje? Por decisión de cómo quiero vivir.
Hace un tiempo nos reuníamos en mi casa de Buenos Aires, con amigos de todas las edades (siempre buscando las mezclas) y empezando por el desayuno, ya que los primeros llegaban temprano con las medialunas, la preparación y disfrute del aperitivo, comida, sobremesa, merienda y hasta cena con los restos, no parábamos. Por supuesto había charlas, risas, cantos, recuerdo de anecdotario… Pero siempre había un momento en el que, invariablemente, la conversación encaraba para el lado de dolencias, enfermedades, medicamentos y males varios. Era el momento en que yo siempre decía: «Bueno che, hablemos de putas» Y todo el mundo estallaba en risas y acababan las quejas. No sé cuándo surgió la frase, no sé cómo se me ocurrió o de dónde la saqué, pero surtía efecto siempre. Y el ambiente cambiaba.
Por eso, porque empezar a quejarse menos es una decisión, como dijo alguien y tú me recordaste: CARPE DÍEM y GRATIAS PRO OMNIBUS
Un abrazo, AMIGO.
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¡Qué bueeeenooo!
Me la apunto hasta con el argentiniiiismo: «Bueno che, hablemos de putas». O se callan y se ríen o me echan de la fiesta. 😂😝
Esto nos solía pasar antes, cuando hacíamos cenas de Navidad. Ahora, desde la pandemia lo añoramos. Creo que este año volveremos a hacerlo y tendré preparada la frase. 😜👌🏼
Como buenos hermanos, aunque nos separe el gran charco, nuestros mejores momentos los pasamos alrededor de una mesa llena de cositas de beber y comer. (Ojalá hacerlo mientras cocinamos, pero en nuestras cocinas cabe poca gente, de hecho, si entro yo, se salen todos 😅😂).
Abrazo, AMIGA.
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¡Pruébalo, verás las reacciones! Y después claro, quedó como frase hecha. O sea que en cualquier momento que aparecía un tema urticante, como la política, aparecía la frasecita. 😱🤣😂
Es cierto, muchos de los mejores momentos los pasamos alrededor de una mesa llena de bebidas y manjares (aunque sean cosas simples, pero hechos con amor y ganas de compartir).
Mi cocina es muy pequeña, pero tiene la ventaja de que tiré medio muro que da al comedor y así estamos todos juntos en dulce compañía: «Che movete, salí, que tengo que cocinar.» «Che, pasame los platos que ponemos la mesa.»
Un Abrazo para ti también, AMIGO.
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