VadeReto, ¿Jugamos a Inventar Historias? En el blog “Acervo de letras” de Jose Ant. Sánchez, existe este juego que me encanta. Es una invitación a escribir, sólo un tema cada mes que puedes desarrollar como más te guste. Así que, aceptando el desafío de Jose, aquí os presento mi relato que este mes va de ¡Cuéntame un cuento!
¿Dónde esta Prixki-Juan?
Prixki-Juan era el cura de Usúrbil. ¿Y qué hace un cura en un pueblo tan pequeño, me preguntaréis? Pues interesarse por la vida de la gente, pero no os vayáis a creer que es por ser cotilla. A él le gustaba saber si alguno de sus vecinos tenía algún problema en el cual él lo pudiera ayudar.
Cuando Joxepe se quedó viudo y andaba triste, con la cabeza gacha, que no tenía ganas de hablar con nadie y apenas contestaba al saludo, Prixki-Juan se sentaba con él en la plaza y le hablaba de lo que Marije le hubiera dicho, si lo hubiese visto así, de lo que le hubiera gustado que Joxepe hubiera hecho un jardín con flores delante del caserío y que jugara un poco con Txakur, el precioso perro marrón que como ella decía, era de raza “Puroperro”.
Para Damatxo, que por no tener, no tenía ni pan para alimentar a sus hijos, Prixki-Juan le organizó una romería con bailes y venta de comidas. Estuvo cocinando dos días sin parar, pero con lo que sacó de las ventas de sus platos, Damatxo pudo arreglar el tejado para que no le lloviera adentro y además unos vecinos la contrataron como niñera para que ganase un sueldo.
Y para que los chavales pequeños estuvieran entretenidos jugando, en esos días fríos de invierno en que sus padres se iban al campo a trabajar, Prixki-Juan se inventó una especie de guardería en la sacristía de la iglesia. Allí les leía cuentos, les enseñaba canciones y hasta aprendía juegos de los niños.
Pero había una cosa a la que Prixki-Juan no se podía resistir. Y vosotros me preguntaréis: ¿A la comida? ¿a la bebida? ¿a jugar a las cartas? Pues no, cuando llegaba la época de caza, el cura limpiaba su escopeta, sacaba a sus perros Txuri y Beltza y se iba al monte a pasar un buen rato y volver con alguna pieza que luego cocinaba. Sí, a Prixki-Juan le gustaba cocinar, comer, pero le encantaba cazar y recorrer el monte, sobre todo cuando Txuri o Beltza olfateaban alguna presa y corrían entre los árboles.
Un domingo que, como todos los domingos, estaba oficiando misa en la iglesia, con todos sus vecinos sentados frente al altar, Prixki-Juan vio entrar a una liebre por el pasillo central. Fue tal la emoción, que olvidándose de dónde estaba y lo que estaba haciendo, tomó su escopeta que tenía preparada para su paseo después de misa y, sin quitarse siquiera la sotana, salió corriendo detrás de la liebre que ya enfilaba hacia el monte.
Algunos aseguran que la liebre no era una liebre, sino el mismo Diablo que quería tentar al cura. La cuestión es que se fue de la iglesia, dejando a medio celebrar la misa. ¿Alguna vez habéis ido a un acto de la escuela, con tooodos los chicos, maestros y autoridades reunidos en el patio? ¡Seguro que sí! Imaginaros que, en medio del acto, la directora que está hablando, sale corriendo y se va de la escuela. ¡Menudo alboroto que se armaría! Pues eso fue lo que pasó en la iglesia, gritos, gente que salía a buscar al cura, Joxepe que se reía a carcajadas, los ladridos de Txuri y Beltza que corrían detrás de su amo y Hurco, el hijo pequeño de Damatxo que, de pie en medio del bullicio general preguntaba: ¿Dónde está Prixki-Juan?
Prixki-Juan no volvió ese día de su cacería. Todos salieron a buscarlo. Lo buscaron muchos días. Varios de los vecinos escucharon los ladridos y el aullar de los perros por el bosque o el monte. También oyeron un silbido largo, pero no pudieron encontrar al eiztaria (cazador). Una mujer del caserío Markola vio, una noche de invierno, a la luz de la luna, una sombra igualita al señor cura, pero ni este ni sus perros fueron vistos directamente.
Pasó un mes entero sin que se tuviera noticias nuevas, ya no había misa en Usúrbil, la iglesia estaba cerrada y todos andaban tristes por la suerte de su amigo.
Hasta que Damatxo, un día que iba con Hurco por un camino del bosque, a llevar unos bollos de pan recién hechos al caserío de Xanti y su mujer, escuchó en medio del sordo ruido del viento que sopla en los bosques, el silbido que el cazador dirige a sus perros. Frente a ellos apareció Prixki-Juan con sus dos perros. Se le veía cansado de tanto andar y hambriento. El olor de los panes recién horneados era delicioso y Damatxo le ofreció uno.
¿Dónde has estado, Prixki-Juan?, le preguntó Hurco.
Se sentaron sobre una piedra mientras el cazador compartía el pan con sus perros y contó al niño que Etsai le había condenado a correr sin tregua, acompañado de sus perros, montañas, valles y montes como castigo por haber descuidado sus deberes, pero que la poderosa Mari se había apiadado de él y había convencido al deabru, de todo lo que el cura hacía por los pobladores de la villa, logrando que le perdonara y pudiera volver con los suyos.
Txuri y Beltxa, por su parte, ladraban como locos contando también lo mal que lo habían pasado. Pero a ellos no les entendieron.
Volvieron a Usúrbil los cinco y el pueblo entero se unió a la fiesta de bienvenida. Comieron, bebieron, cantaron y Prixki-Juan echó a la fogata su escopeta, prometiendo que nunca más iría de cacería. Contó a sus vecinos su aventura y terminó con ese dicho popular: “Izena duan guztia, omen da” Cuanto tiene nombre, existe.
Hurco, que había estado jugando con los otros niños del pueblo, se acercó entonces al cura y le preguntó… ¿A que no sabéis qué le preguntó?: Prixki-Juan, ¿y ahora, dónde vas a ir?

Mateo-txistu, Martin-abade o Prixki-Juan, es la variante vasca del personaje de la leyenda del cazador que, en castigo de su afición, corre sin tregua ni reposo por todo el mundo, acompañado de sus perros. Etsai es el diablo y, en algunos casos, el enemigo.
La imagen que da inicio a esta entrada es “Eiztaria”, una obra del artista vasco Néstor Basterretxea, que en palabras de Peio Aguirre: “Fue descrita en alguna ocasión como «el cazador misterioso que en noches huracanadas pasa con su jauría… «
La ilustración del final «Eiztaria» pertenece a José Ramón Tellería, para el “Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca” de José Miguel de Barandiarán.
¡Que maravilla! ¡Felicidades! 😀 😀 Me lo llevo a Face… Se de gente a quien le va a gustar tanto como a mi 😀 😀
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Que le contestaría a Hurco? Me gusto mucho. Un placer leerte. Abrazos y feliz año nuevo
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Pues a mí me encanta que el final lo ponga el lector, así que me gustaría que lo dijeras tú. Yo, desde luego, tengo mi propia versión. Creo que le contestaría: «Ahora voy a la iglesia, porque tengo una conversación pendiente.»
Me alegro que te haya gustado, Nuria. Gracias por tu comentario.
Abrazos para ti también y que 2023 te regale muchos momentos preciosos con tus seres queridos.
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Me alegro AlmaLeonor, que te haya gustado. Espero que a muchos de tus amigos les guste también.
Un abrazo.
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Vale, a ver cómo lo digo… 🤔 ¿Me haces un sitito a perpetuidad junto a tus sobrinos?
¿Istorioak Kontatzen Ditu? Creo que el título se te queda demasiado corto, hay que inventar una palabra nueva.
Estos curas sí que me gustan, a pesar de la religión. Porque en realidad, la sotana, la iglesia, el alzacuello no son más que excusas para ayudar a la gente. Esa sí son grandes labores espirituales.
Otro cuentazo para la biblioteca de los viejos niños del Acervo.
Y tú has triplicado el VadeReto, ¿cómo te agradezco esto? ❤️❤️❤️
Muchisisísimas gracias, Marlen. Llamo a los niños y los reúno esta tarde junto a la chimenea, pásate a contarles.
Abrazazoooo 🤗😊👍🏼
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Siiii, por supuesto tienes tu silla frente a la chimenea, o junto al árbol si estamos en estas fechas. Los niños ya han abierto todos los cajoncitos del calendario de Adviento, así que llegas tarde para los regalitos. Pero la bandeja con los dulces de Papá Noel está sobre la mesa y el abridor junto al vino. ¡Cuidado no te quemes al probar la sopa de calabaza! Que ya sé que tienes la cuchara en la mano.
Gracias por tus palabras, me alegro que te haya gustado el cuento.
Tienes razón, estos curas se entregan a sus feligreses, ayudando en todo lo que pueden. Porque haberlos, haylos. «El egoísmo es el único ateísmo verdadero. El anhelo y el desinterés, la única religión verdadera.»
He buscado esta frase que recordé escribiendo el cuento y San Google dice que es de Israel Zangwill, un escritor inglés de padres rusos. ¡A que te gustó!
Y, por favor, no me hables de agradecerme, que me haces poner colorada de vergüenza. Es un placer y un privilegio escribir en el VadeReto. Gracias a ti y nuevamente abrazos, achuchones, polvorones y buenos deseos para el 2023.
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