Este camino,
el ocaso de otoño,
nadie recorre.
Despistada flor
en el techo de paja
de la cabaña.
Un perro viejo
busca a su pequeña,
entre las tumbas.
Un libro abierto,
piel caliente sobre piel,
llegó el invierno.
Juega el viento
con hojas otoñales
al pilla pilla.
La nieve cubre
como edredón de plumas
¡Acurrúcate!
Casi te piso,
robada por el viento,
flor desprendida.
Enormes brasas,
la hoguera crepita,
despierta almas.
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Publicado por BlogTrujaman
Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra.
Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar.
Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje.
O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.
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Preciosos haikus y bellísima fotografía.
Hasta en su poesía Japón contagia su espiritualidad.
Una abrazo, amiga Marlen. 🤗😊
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Sí Jose, ¡me encantan los haikus!
Es una especie de juego que inicié para acostumbrarme a decir con menos palabras, pero manteniendo los sentimientos. Ya sabes que me gusta mucho la filosofía japonesa. Cuando descubrí los haikus, me enamoraron. Y aunque me resulta difícil y no siempre lo logro, me anima intentarlo una vez mas.
Gracias por tus palabras. Un abrazo reconfortante, amigo.
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