VadeReto, ¿Jugamos a Inventar Historias? En el blog “Acervo de letras” de Jose Ant. Sánchez, existe este juego que me encanta. Es una invitación a escribir, sólo un tema cada mes que puedes desarrollar como más te guste. Así que, aceptando el desafío de Jose, aquí os presento mi relato que este mes va de ¡Abre los ojos !
Ojos en la oscuridad
El tiempo era templado esa noche en Hong Kong. El día había estado muy nublado y la humedad me calaba hasta los huesos mientras caminaba por las calles oscuras, esas calles donde se movían los miembros de las Tríadas, preparados para combatir a los británicos una vez comenzase la ofensiva japonesa. Mi nombre es Jiǎohuá, detective privado. Tenía un caso pendiente que resolver y no podía permitir que nada me detuviera.
Unos ojos me observaban desde la oscuridad. Una sensación de peligro me recorrió la espalda, pero continué mi camino. La ciudad estaba en alerta ante el posible ataque y el ambiente era de un nerviosismo tenso. Todos nos preguntábamos dónde golpearían los japoneses.
Finalmente, llegué al apartamento de mi cliente, un hombre de negocios llamado Shēnqíng. Me recibió en su lujosa sala de estar, donde me presentó a sus dos hijos, Chen y Mei. Parecían muy afligidos, con un miedo palpable en sus ojos.
Shēnqíng me contrató para investigar la desaparición de su esposa Yuèqiú Zhíjué, una reconocida chef de la ciudad que se había esfumado sin dejar rastro. Mientras hablaba con ellos, sentí que los ojos estaban entre nosotros, moviéndose en las penumbras.
Hablando con la familia y con un par de amigos que pude contactar, descubrí que la esposa de Shēnqíng había estado trabajando con un nuevo ingrediente que revolucionaría la gastronomía de la ciudad. Al parecer, había descubierto una especia rara, utilizada siglos atrás en el campo chino para condimentar sus sencillas comidas, la ralladura de la raíz de una planta silvestre que se fue perdiendo en la memoria popular.
Mi investigación me llevó a uno de los principales restaurantes de Hong Kong, donde trabajaba Yuèqiú Zhíjué antes de desaparecer. Allí conocí a Nàirénxúnwèi, una misteriosa mujer de origen chino que me habló sobre la filosofía detrás de la gastronomía. Me advirtió que la esencia de la especia que buscaba, el Líng yìshí, lograba anular las limitaciones de la conciencia y que aquellos que la poseyeran tendrían un gran poder.
Era domingo por la mañana, la mañana del 7 de diciembre de 1941.
Hablábamos en el comedor vacío cuando escuchamos un fuerte estruendo en la cocina. Gritos, carreras, miedo. Los aviones japoneses habían atacado Pearl Harbor. Todo era confusión. Se decía que varios acorazados norteamericanos habían sido hundidos en el puerto. Uno de los ayudantes de cocina, entre llantos desesperados, intentaba comunicarse con su familia. Una segunda oleada arrasaba el puerto, portaviones, cruceros, bombas, destrucción, muerte.
Me di cuenta de que debía resolver mi caso rápidamente, antes de que fuera demasiado tarde.
En la calle, la confusión se iba extendiendo por la colonia británica. Tráfico imposible, saqueos en las tiendas, ejecuciones de colaboracionistas. El infierno más atroz. Y en el centro, intentando seguir con vida, estaba yo. Angustiado, sentía que me seguían, sentía esos ojos clavados en mi espalda. La sombra de los ojos acechando en cada esquina.
Logré reunirme con un miembro de los nacionalistas de Chiang Kai Shek. Lo conocía desde hacía muchos años y me debía un favor.
A través de él descubrí que la esposa de Shēnqíng había sido secuestrada por un grupo de espionaje británico que, por supuesto, no estaba interesado en el uso gastronómico del Líng yìshí. Eran tiempos convulsos y los intereses de unos y otros se entrecruzaban. En este contexto de sabotajes, los británicos empleaban un método más efectivo: el soborno. Logramos rescatarla justo a tiempo, las tropas japonesas cruzaban el río Sham Chum y las sorprendidas fuerzas británicas se retiraban después de proceder a la voladura de varios puentes.
En mis indagaciones, también descubrí la verdadera identidad de los ojos que me habían estado siguiendo. Nàirénxúnwèi, la misteriosa mujer del restaurante, había estado vigilando mis movimientos. Nunca supe con quién colaboraba. Nunca me enteré tampoco en qué manos terminó el extraño Líng yìshí. Nunca quise abrir los ojos a esa parte de la historia.
El ambiente seguía siendo tenso en la isla. La moral había comenzado a decaer rápidamente entre los defensores. La falta de agua cada vez se hacía más acuciante y la situación civil y militar se había tornado insostenible. Los miembros de las tríadas prestaban su apoyo a las tropas japonesas, actuando como guías. Pero al menos, yo había logrado darle un poco de justicia a esa noche oscura en Hong Kong.
Finalmente logré viajar a refugiarme en casa de mis padres. El mundo había cambiado de cara. Comenzaba una nueva guerra mundial. La familia de Shēnqíng estaba a salvo en Norteamérica. Y yo había empezado a perder la costumbre de sentirme escudriñado por unos ojos en la oscuridad.
Buenos días, Marlen.
Has dejado en el buzón del Acervo este relato como esos ojos que observan al protagonista, con sigilo, como un suplemento superfluo al reto, pidiendo permiso para no pisar lo mojao. Cuando, como decimos en mi pueblo, es un auténtico pelotazo.
No solo la idea de usar esos ojos como pertenecientes de una enigmática espía; crear una historia de intriga detectivesca y situarla en un entorno tan sombrío y dramático como el Hong Kong de preguerra; es que además lo has aderezado con una magnífica documentación de ese momento histórico tan impactante del siglo pasado.
Por medio has dejado diluidos, pero floreciendo, los poderes del Líng yìshí, que dan para otras fantásticas historias.
Maravilloso como siempre, amiga CuantaCuentos.
Eso sí, no te perdono que me haya pegao tres bocaos en la lengua intentando pronunciar los curiosos nombresitos. ¿No hay ningún chino que se llame Pepe o Lola? El que vive en mi barrio se llama Juanito. (ya lo conociste en uno de mis relatos). 😅😂
Enhorabuena y gracias por duplicar tus aportaciones.
擁抱朋友作家
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Hola Jose.
Llego a casa cansadísima, después de un día de reuniones de empresa y me encuentro con tu maravilloso comentario, que me levanta el ánimo. ¡Qué suerte, tener un amigo que tenga el poder de hacerte reír! Me fui esta mañana, dejando el piso mojado. Y mira con lo que me encuentro.
Es que esos ojos de Nàirénxúnwèi (la Paquita, pa´los amigos) me estaban atormentando. ¡Tenían que estar en el VadeReto!
¡Cómo me alegro que te haya gustado el ambiente de violencia a punto de estallar, de intrigas, de espías! Se me ocurrió el tema, como tantos cuentos, después de un sueño extraño en el que caminaba por las calles de Hong Kong. Y no me digas cómo sabía que era Hong Kong, porque no lo sé. Sólo sé que caminaba y caminaba, siempre mirando hacia atrás, como si me persiguieran y me desperté antes de enterarme quién o por qué. Me senté a escribir y empecé por buscar fotos antiguas de la ciudad, luego situé la invasión japonesa y tirando, tirando del hilo, el cuento se fue creando.
Eso sí, no vayas a la farmacia a comprar Líng yìshí. No creo que lo encuentres. Pero en chino tradicional significa «conciencia cero». ¿Cómo, no sabías que suelo jugar con los nombres de mis protagonistas y con algunos elementos importantes en la narración? ¿Por qué, sino, hubiera dejado que te mordieras la lengua, literalmente? 🤣😂🤣 Pregúntale a Juanito, a ver qué dice.
Gracias a ti, por tus palabras.
我感謝你朋友
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Una sola palabra describe tu relato… Magnífico…
Me gustó de principio a fin. Un abrazo
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Hola Nuria.
¡Vaya! Muchas gracias. Me alegro que te haya gustado.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo para ti también.
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Wow, un relato muy bien documentado, con su dosis de misterio (esos ojos que lo seguían en la oscuridad). Me alegra que al final se haya resuelto el misterio y la mujer haya sido rescatada en medio de esos momentos tan convulsos. Me gustó mucho tu aporte para el VadeReto. Saludos.
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Hola Ana.
Sí, estuve leyendo un poco sobre cómo se desarrollaron los últimos días entre el ataque japonés a Pearl Harbor y el de Hong Kong. Son de esas cosas de historia que sabes que pasaron y sus repercusiones, pero te quedan lejos y, yo por lo menos, no me había interesado demasiado en el tema. A raíz de un sueño, empecé a leer y me surgió el cuento. Como tenían que estar presentes unos ojos, me metí en el tema del espionaje y lo fui liando. Tiempos convulsos, tiempos interesantes para estudiarlos.
Me alegro que te haya gustado el relato. Gracias por tu comentario.
Un abrazo.
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