En el sur de Francia, en Les Baux-de-Provence, a 90 km. de Marseille, existe una cantera reconocida desde el siglo II AC, por su corte fácil y la blancura de su piedra caliza. En 1800, la demanda de piedra de la cantera “Grands Fonds” era realmente importante. En 1821 los mineros descubrieron un mineral rojo, al que llamaron bauxita, por el nombre de la ciudad cercana. En 1935 aparecieron otros materiales mas económicos como el acero y el hormigón, comenzó el declive de la piedra en la construcción y la cantera se cerró.
La singularidad de este espacio se convirtió en inspiración y escenario de creaciones artísticas. Gounod estrenó allí su ópera “Mireille”. En 1959, asombrado por la belleza del lugar y por su entorno, Jean Cocteau rodó allí “El testamento de Orfeo”. Y en 1977 se inició la transformación de la cantera con un nuevo proyecto de Joseph Svoboda, escenógrafo de la segunda mitad del siglo XX. Las inmensas paredes rocosas forman soportes para la proyección de luz y sonido.
Bautizado como “Carrières de Lumières”, el espacio de 7000 m2 se convierte en un lugar de experimentación, acogiendo, desde 2013, cada año una exposición digital inmersiva dedicada a un gran nombre de la historia del arte.
A pesar de echar en falta una definición de lo que es una exposición inmersiva, tengo claro que un alto precio de la entrada y la organización de la exposición por un museo famoso, no siempre es una garantía de que una exposición digital sea inmersiva. Los visitantes compran entradas esperando vivir una experiencia que les sumerja en el mundo del arte visual digital, pero para crear una experiencia inmersiva no son suficientes proyecciones a gran escala o imágenes digitales de alta resolución. Es necesario organizar adecuadamente el espacio, equipar las salas con la tecnología adecuada y crear las condiciones específicas para experimentar la inmersión. Si no se cumplen estas premisas el público se puede decepcionar.
En “Carrières de Lumières” se cumplen los parámetros que caracterizan exposiciones de este tipo. Las imágenes se reproducen en proyecciones de gran formato que cubren la superficie de paredes, techos y suelos. El objetivo es envolver completamente el espacio con un entorno virtual, cubriendo por completo el campo de visión de una persona. El carácter de las canteras, la configuración de las salas, la altura de los techos y la profundidad del espacio desempeñan un papel muy importante.
Un parámetro que no está relacionado con las características físicas del espacio expositivo, ni con la tecnología es la conectividad emocional. La inmersión se activa cuando los sentimientos del visitante están involucrados, lo cual genera una conexión, una implicación mental profunda, un enlace emocional.
De marzo a diciembre 2019, Carrières de Lumières presentó la exposición “Van Gogh, La nuit étoilée”, rindiendo homenaje al pintor que durante sus 10 últimos años de vida, pintó mas de 2000 cuadros, hoy repartidos por todo el mundo. Esta creación visual y sonora narra la intensa vida del artista fascinado por los tonos cálidos de la Provenza.
Y además, es uno de mis pintores favoritos, por lo cual lo he elegido para mostraros cómo se desarrolló la exposición.
Las nubes, los soles y los retratos cobran vida en las paredes de mas de 15 metros de altura y revelan un estilo único. La exposición evoca el mundo interior de Van Gogh, a la vez desproporcionado, caótico y poético, a través de sus pinturas emblemáticas: “La noche estrellada”, “Los girasoles”, su famoso dormitorio de Arlès. Pinceladas expresivas y colores atrevidos invaden las paredes en un diálogo permanente entre la luz y la sombra.
“Cuando siento una necesidad de religión, salgo y pinto las estrellas. ¡Me gusta tanto pintar de noche!”, dijo una vez Van Gogh. En este sitio impresionante que parece haberse construido ex-profeso para permitirnos entrar en la noche, perder la mirada en las estrellas, llenarnos de amarillos y de azules profundos, sedosos; una cierta necesidad de búsqueda del sentido último de las cosas, algo así como un sentimiento religioso, se apropia de nuestro ser. Y recordamos a aquel que fue capaz con sus pinceladas y su color, de transmitir su verdad y generar una emoción profunda, energía, un sentimiento místico.
Iba a escribiros algunos datos de la vida de Vincent, pero me gusta la biografía que relata Juan Antonio Cebrián, director y locutor hasta su fallecimiento de “Pasajes de la historia”, sección del programa de radio de Onda Cero “La rosa de los vientos”. Así que podéis verla a continuación. También os adjunto algunas fotos de la exposición en Carrières de Lumières. Tal vez os entusiasmen y algún día, os acercáis hasta la cantera. No encontraréis a nuestro amigo Vincent Van Gogh, pero podréis disfrutar de alguna de las muestras del atelier.