El euskera, esa lengua que tanto asusta con tantas “k”, “x” y tan pocas vocales en las palabras, es un idioma difícil que ya llevamos escuchando, como parte de nuestra vida, en el resto de comunidades autónomas. Películas como “Ocho apellidos vascos” y grupos como “Berri Txarrak”, “Lendakaris Muertos” o “Kortatu” han llevado el euskera desde Euskal Herria hasta Andalucía, Ceuta e incluso fuera de España.
Andoni Sagarna, académico de “Euskaltzaindia”, la Real Academia de la Lengua Vasca, nos cuenta que “A lo largo de los dos últimos milenios, el euskera ha permanecido en contacto con diversas lenguas. En la época romana con el latín, después de la caída del Imperio Romano con los romances castellano, navarro-aragonés y gascón y posteriormente con el castellano. Esos contactos han dado lugar a diversos intercambios”.
El momento clave para este intercambio entre lenguas fue la Edad Media. Y para ejemplificar la importancia del euskera en el castellano de la Edad Media, os cuento que en el “Cantar del Mío Cid”, una obra del siglo XIII, se usa varias veces la palabra “anaia” (hermano en euskera).
La lingüista Nerea Fernández de Gobeo, autora de la investigación “La presencia del Euskera en el Español: los vasquismos en el diccionario académico”, asegura que las palabras vascas adoptadas por el castellano se vinculan, sobre todo, al entorno rural (cencerro) y a la tradición (aquelarre). También hay muchos ejemplos en la gastronomía (angula) o en aspectos en los que Euskadi ha tenido un papel destacado, como la pesca (bacalao)”. “En el siglo XX, el euskera cambia su status respecto al que tenía en siglos anteriores. Se adoptan términos con un matiz político, como ikurriña o lendakari. A partir de los años setenta, muchas de las palabras vascas que incorpora el castellano están relacionadas con el terrorismo de ETA. A los euskaldunes nos duele que muchos españoles sólo conozcan palabras vascas relacionas con la época de violencia, como zulo”.
Los futuros préstamos del euskera al castellano serán responsabilidad de niños y adolescentes. Nuestros niños, que aprenden en euskera en distintos grados, están transfiriendo palabras vascas a su castellano. Es muy divertido escuchar a mis sobrinos decir: Tengo que hacer la ariketa (tarea) de Gizarte (Sociales).
¿Sabíais que izquierda viene de ezkerra?
Las palabras que componen esta antiquísima lengua, en general, se parecen muy poco a las del castellano, aunque ya hay algunas que se utilizan, igual que en euskera o algo transformadas, desde hace mucho tiempo. ¿Cuáles? Alud, angula, aquelarre, bacalao, cencerro, chabola, changurro, chapela, chatarra, chirla, chistera, cococha, ganzúa, guiri, ikurriña, lendakari, muñeco, mus, órdago, pacharán, pelotari, pitarra, zulo, zurrón. Ya sé, muchas “ch” que remplazan la combinación “tx” del euskera, que suena igual.
Pero hay palabras en euskera que no tienen una traducción sencilla en castellano. Son términos que tienen que ver con el modo de vida y que, creo, se deberían importar. Hoy os voy a contar algunas.
Un xirimiri es una llovizna constante, muy fina, casi imperceptible pero que empapa. El “calabobos” tan explícito, el “orballo“ gallego que nos habla de un norte lluvioso y con mil tonos de verdes.
Aspaldiko! es una expresión de sorpresa y alegría, después de estar mucho tiempo sin ver a alguien. Sería en castellano: ¡Cuánto tiempo sin verte! No me digáis que simplificar toda esa emoción en una palabra, no es precioso.
Aupa! Es un saludo coloquial, algo así como ¡Hola! o ¡Adiós! (que para las dos cosas vale), pero un poco más cercano. Suena bonito, afín, dulce… aunque cuando lo gritan en la cancha del Athletic, tan dulce no suena.
Hacer gaupasa es pasar toda la noche de fiesta, hasta bien entrada la mañana del día siguiente. Su origen viene de “gaua” (noche) y “pasa” (pasar). Es decir, pasar la noche de juerga. Y una juerga de vez en cuando, no le hace mal a nadie.
Un txikito es un trago pequeño de vino servido en los bares vascos. Antiguamente se servía en unos vasos peculiares con un culo muy grueso y de mucho peso, que evitaban que te temblase el pulso y se derramara. Porque uno suele tomar mas de un txikito. La costumbre es la de juntarse con la cuadrilla a tomar txikitos, uno en la barra de cada bar, haciendo una ronda, charlando, riendo, compartiendo un rato de buena compañía y pagando uno de los amigos en cada lugar. Por eso la cantidad de vino no es mucha. Recuerdo a mi amiga Ángela, la primera vez que salimos a txikitear. Cuando le sirvieron, se quedó mirando y me preguntó: ¿Quiere que lo pruebe? Eso si, el txikito es engañador, porque parece muy poco, pero txikito a txikito, uno puede acabar en gaupasa.
¡Cuidado que el txikito es vino, sólo vino! Pero si lo que vas a tomar es cerveza, eso es un pote. Tamaño diferente, vaso diferente. Ir a potear o de poteo es equivalente a ir de cañas o a tomar algo. Una palabra que incluye “pota” no siempre tiene por qué ser asquerosa. ¡Ja Ja!
Cuando recorres las calles, sobre todo las de la Parte Vieja de Donostia o Bilbo, te encuentras con muchos guiris y muchos kalekume. “Kale” es calle y “kume”, cría, o sea “una cría de calle”. Es un término utilizado de forma despectiva por los habitantes rurales, para las personas que viven en las grandes capitales y que no tienen contacto con el campo ni con las pequeñas ciudades o pueblos. Aunque si eres un poco kanpoeder, no te ríes de ellos, porque eso significa que eres afable con los forasteros o extraños.
Pero ¡pobre de él si te encuentras con algún zorripiztu (nuevo rico), de esos advenedizos de “quiero y no puedo”!
Seguro que entre ellos, por supuesto, también hay algún jatorra: alguien simpático, campechano o buena gente. Una palabra que tiene mucha sonoridad, mucha jota y mucha erre y que me encanta.
Cuando a las tantas de la madrugada de tu gaupasa tienes tripazorri (sensación de hambre o estómago vacío), puedes comerte una sopa de ajos, unos churros o algo goxo. Porque literalmente, tripazorri son piojos en el vientre (de tripa y zorri, piojos). Y goxo es algo dulce, un bombón, un chocolate o una golosina. Aunque goxo puede ser también un cariñoso muxu (beso) o un besarkada (abrazo). Y goxotasuna es dulzura.
Por último, propongo el ingreso a la RAE de la coletilla en euskera por excelencia: Ahí va la hostia!, una expresión de sorpresa como ¡Vaya! o ¡Recórcholis!, porque no puede haber nada más representativo, ni coletilla más pegadiza.



