Hoy quería hablaros de una de las criaturas mitológicas más fascinantes de la historia: el Ave Fénix. Un enorme pájaro envuelto en llamas, de cuerpo dorado y alas color escarlata, cuyo plumaje emite un gran resplandor, cuyas lágrimas son curativas, que posee una sabiduría infinita y el poder de controlar el fuego. En su fuego se contiene tanto la creación como la destrucción, la vida y la muerte.
El mito del Ave Fénix ha seducido a diferentes civilizaciones de todo el planeta y todos los tiempos, un ave milagrosa que siente la muerte y la prepara con serenidad para después resurgir de sus cenizas incólume y vigorosa. Una de las historias más sugestivas de la mitología universal que demuestra que el ser humano, independientemente de su origen, tiene en esencia, las mismas inquietudes y anhelos. El sueño imposible del ser humano: la inmortalidad.
El gran Heródoto, padre de la historia en el mundo occidental, fue uno de los primeros escépticos que, no obstante, cayó bajo el embrujo de una historia demasiado bella para no ser contada: la del Bennu del Antiguo Egipto, “el que se convirtió en ser por sí mismo”, aquella ave que, sintiendo cerca el aliento de la muerte, se inmolaba en una pira de canela silvestre y, mientras el fuego se llevaba su espíritu, un nuevo Bennu surgía de sus cenizas, el cual recogía con sumo cuidado los restos de su antecesor para depositarlos en la ciudad de Heliópolis, sobre el altar del Sol. Al renacer, aumentaba su sabiduría.
Es conocida la fascinación de los antiguos egipcios por la inmortalidad, el Más Allá y la vida después de la muerte física. Mitos como el de Bennu reforzaban estas creencias fortaleciendo el espíritu, para afrontar la inquietud de nuestra naturaleza finita.
Diversos autores de la Roma Antigua como Plinio o Séneca retomaron los relatos de Heródoto y la propia tradición del Fénix griego para dar forma al Phoînix. Claudio Claudiano escribía “El Fénix es un ave igual a los dioses celestes, que compite con las estrellas en su forma de vida y en la duración de su existencia, y vence el curso del tiempo con el renacer de sus miembros”.
El Fenghuang chino es una síntesis del yin y el yang, siendo el yin la hembra, y el yang el macho. Según los estudios, las primeras imágenes de esta ave mitológica tendrían más de 7000 años de antigüedad, por lo tanto, sería anterior al Bennu egipcio. Se dice asimismo que el Fénix chino podría derivar de una gran ave prehistórica similar al avestruz. Su simbología también se distancia del Fénix occidental al representar la virtud y la gracia, siendo un ave que anunciaría tiempos de prosperidad y cuyas representaciones solían decorar las bodas reales.
Las diferentes formas y denominaciones del Pájaro de Trueno de los pueblos indígenas de Norteamérica también han sido asociadas con el Fénix occidental, por su capacidad para controlar la meteorología provocando lluvias y tormentas purificadoras y regeneradoras.
Son pocas las referencias al ave mitológica en la Biblia, había nacido en el Jardín del Edén, bajo el árbol del bien y del mal, pero el éxito de su simbología en el cristianismo lo demuestra su importante presencia en el arte de la Europa cristiana medieval, tanto en templos como en bestiarios. Los teólogos cristianos adaptaron el viejo mito, para expresar de forma fácilmente comprensible conceptos como la resurrección divina.
Y en la época actual, Fawkes es el Ave Fénix que vive en el despacho de Albus Dumbledore, el director de Hogwarts. Es una de las criaturas mágicas que habitan el mundo de Harry Potter. ¡No podíamos no nombrarla!
El mito del Ave Fénix es, ante todo, una reflexión sobre la muerte y la memoria. Fénix siente que llega su hora y se prepara para su muerte con aplomo y serenidad, porque es “ley de vida”, pero el hijo recoge de sus cenizas, la memoria del antecesor, regenerándose en un ciclo sin fin, integrándose también en el espíritu de la comunidad.
Por otro lado, el Ave Fénix también nos sugiere una muerte simbólica, no literal, en la que las personas nos enfrentamos a situaciones de extraordinaria intensidad que nos obligan a transformarnos, a adaptarnos a un nuevo escenario. Es ese “morir un poco” que sigue a un hecho traumático, que nos impele a hacernos más fuertes, algo que también enlaza con nuestro moderno concepto de resiliencia.






Marlen, Marlen. Eres más interesante que una enciclopedia y más ilustrativa y fascinante que un youtuber. 😜
Me ha encantado la entrada y en especial esa alegoría final: el Ave Fénix también nos sugiere una muerte simbólica… las personas nos… transformarnos… a un nuevo escenario. “morir un poco” para hacernos más fuertes.
¡Cuánta razón! Nos «morimos» y resucitamos cada vez que nos enfrentamos a nuestros propios problemas. Ese es el entrenamiento necesario para triunfar, o simplemente sobrevivir a la propia vida.
Felicidades por el artículo y gracias por la enseñanza. Un abrazo 🤗😊👍🏼
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Gracias Jose, por tus palabras. Me alegro que te haya gustado la entrada.
Sabes que en mis reflexiones de trujamán, suelen aparecer experiencias propias abiertamente o bajo un tenue velo. Y sentía, desde hace días, la necesidad de hablar de ese «morir un poco» para salir reforzado. En esta época de mi vida en la que todo resulta más difícil, se hace indispensable transformarse, adaptarse, reinventarse. No es la primera vez, claro. Pero siempre me resulta interesante la reacción natural que tiene el cuerpo, la mente, el espíritu humano para «reiniciar». Siempre y cuando dejemos actuar a la sabia naturaleza.
Así que aquí estoy, mirando para adentro, aprendiendo, resucitando, persistiendo (de esto hablaba a fin del año pasado, de «resistir» o «persistir»). Y por favor, no me des las gracias por la enseñanza. De enseñanza, nada. No es ese mi objetivo. Lo que pasa es que cuando le suelto cuerda al barrilete de mi mente, nunca sé qué va a salir en la próxima entrada. Un abrazote amigo.
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