Llegaron los nuevos esnobismos del verano

Después de la quinoa, el Spritz, la albahaca… hagan paso al trigo sarraceno, al ajo silvestre, al Lillet. Estas bebidas, platos e ingredientes, adoptados por expertos, están empezando a asentarse en el panorama culinario.

¡Ah, que estás aún desfasado y no sabes qué es el Spritz? Pues, mejor que te pongas al día, no vaya ser que te sientas relegado por los influencers.

Originalmente, el Spritz surgió en las regiones italianas de Venecia, Trieste, Padua y Treviso y consistía en la mezcla de vino blanco espumoso seco con soda, y con el tiempo fue evolucionando en su composición hasta incluir un agradable sabor a naranjas y hierbas. No existe una única composición para el Spritz, sino que los propios camareros de los bares tienen sus recetas particulares. Pero actualmente se prepara añadiendo al vino y al agua mineral con gas, Campari, Aperol o Cynar. Te cuento que el Aperol es un aperitivo más dulce y menos alcohólico que el Campari.

Y si de aperitivos estamos hablando, el que está en este momento de moda es el Lillet, un aperitivo francés que resulta de una sutil mezcla de vinos cuidadosamente seleccionados (Sauvignon Blanc, por su frescura y aroma, Semillón, por su estructura y largo final, y Muscadelle por su bouquet floral y elegancia) y de maceraciones frutales elaboradas en las Bodegas de Podensac, un pueblito situado al sur de Burdeos.

Pero no sólo los aperitivos invaden las mesas veraniegas. Después de alimentar a los campesinos de las tierras altas de los Andes durante milenios, la quinoa llegó a los habitantes de las ciudades europeas en la década de 2010, antes de ser votada como “Planta del año” por la ONU en 2013. Nos contaron que, a diferencia de los cereales, posee calcio, fósforo, hierro, magnesio y zinc, que ayudan en los diversos problemas de salud como enfermedades autoinmunes, musculares, hipertensión, anemia, obstrucciones de los vasos sanguíneos. Lo cual ayuda a evitar la descalcificación y desarrollar osteoporosis o fragilidad ósea. En pocas palabras: la panacea universal. Hasta que se convirtió en objeto de burla, simbolizando al tonto devorador de quinoa, que se lo cree todo.

Sustituida durante un tiempo por la pequeña espelta, que con sus vitaminas y minerales, favorece el sistema nervioso, transformándose en pura energía, dio paso ahora al trigo sarraceno. Sin gluten también, pero con un sabor más pronunciado, la semillita que se ha puesto de moda, se puede comer a la plancha (kasha) o torrefacta, como condimento, como acompañamiento de carnes o pescados o en forma de harina, formando parte de un pan sin gluten. Se suele servir junto a otros alimentos, porque por sí solo es algo insípido y de textura similar a la del arroz.

Hay un nuevo grano en el barrio y está en todas las panaderías. El trigo sarraceno no es un cereal y carece totalmente de parentesco (a pesar de su nombre) con el trigo. Originario de Asia Central, es un grano milenario que lleva más de 7.000 años de historia en Europa. ¿Pero por qué esta harina ancestral, primaria y esencial, alcanza tan elevado precio? ¿Porque se ha puesto de moda? No seáis mal pensados. Lo primero, es cierto, porque lo nuevo, aunque en realidad el trigo sarraceno sea muy, pero que muy viejo, llama la atención de la gente. Lo segundo es porque esta semilla, al contrario que el trigo tradicional, carece por completo de gluten. Y ya se sabe que nadie echa más de menos el pan, que quien menos puede comerlo.

Estrella del verano, la albahaca, esta hierba poderosamente perfumada de origen indio, acompaña a las riquísimas ensaladas de tomate y mozzarella y los pestos de pastas italianas. Pero últimamente ha estado en competencia con una planta silvestre con largas hojas verdes, que recuerda al lirio de los valles. El ajo silvestre debe su nombre a los osos monteses, que lo convierten en su primera comida cuando salen de su cueva tras su larga hibernación. La planta llega a la naturaleza en primavera, al mismo tiempo que los espárragos, que se cubrirán con una salsa peculiar con sabor a ajo, por ejemplo.

El esnobismo culinario ha existido siempre y fue inventado por la cultura romana que, entre otras cosas, consideró a la gastronomía como una expresión del estatus social, costumbre que se ha prolongado a lo largo de la historia del hombre. Hoy en día existen determinadas marcas de bebidas y productos que solo están a la altura de un selecto grupo de adinerados. También sucedía en la Roma imperial donde las ostras de Cirse, Erizos de Miseno, moluscos de Tarento o ubres de cerdas primíparas, así como los pescados más grandes y raros, sólo podían llegar a las mesas de los cortesanos.

Aún hoy se dan situaciones como estas, pero también es verdad que en grupos muy reducidos, pues el común de los mortales no puede acceder a ellas. Y, a pesar de que algunos cocineros de papel cuché y algunos comentaristas que de gastrónomos sólo pueden exhibir la cantidad de likes de sus redes sociales, las practican como si fuera la mayor de las originalidades, no obstante, la gran mayoría de las personas que se dedican a la gastronomía hacen una labor excelente y estamos en un país y en una región, que tiene una cocina variada y de una calidad óptima. ¡Así que a disfrutar del verano y de la cocina!

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

2 comentarios sobre “Llegaron los nuevos esnobismos del verano

  1. Buenos día, marlen.
    Pues aunque no te lo creas, este ignorante y brutete gaditano (no lo dices tú, lo digo yo) está al tanto de estas «curiosidades gourméticas». Pero no porque me sienta atraído por tan extravagantes e innovadoras formas de mantener mi cuerpo cerrano. nanai.
    La culpable es mi mujé que con por maravilloso, excelso y sapientísimo grupo de amigas (no sea que ella lea esto) siempre me está recomendando algún potingue de estos para mejor mi salú. Como si la cerveza y el jamón no fueran los mejores manjares de rejuvenecimiento.
    A parte de influencers de pacotilla y modas irrisorias, yo creo que el problema es la constante insatisfacción y la falsa necesidad de probar cosas nuevas a la que nos tienen sometidos.
    «—Si yo soy feliz con lo que tengo, para que voy a cambiar.
    »—Pero es que si no pruebas nada nuevo no sabrás lo que te estás perdiendo».
    Esta típica conversación me ha pasado shorropetecientas veces. A lo que yo casi siempre respondo:
    «Mequereidejáenpadeunapuñeteravé. Yo soy felí en mi ignorancia».
    No estoy en contra de todas estas «innovaciones» que muchos quieren sacar del baúl de la bisabuela de Tutanmamón. El problema es que lo hagan moda, quieran ganar un pastizal a costa de la exclusividad y te la quieran imponer para que no seas un retrógrado.
    Menos mal que a mí, además de no ser rico para experimentar todas estas tonterías carísimas, me encanta ser un troglodita. Cuando mi mujé me dice, al pedir algo en una terracita, «es que siempre pides lo mismo», yo le contesto: «Si esto es lo que me gusta y con lo que disfruto, ¿Pa qué voy a pedí otra cosa, si encima me va a dejar el monedero como la boca de una momia?
    Por eso, de las modas, de los influencers y de los rejuvenecedores corporales líbrenos el demonio, que se quea sin curro.
    Un abrazo, sin gluten. 😝🤗😘👍🏼

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  2. Buenos y radiantes días, Jose.
    Pues, aunque tú no te lo creas, y aunque los influencers y los comentaristas superexpertos gastrónomos me la refanfinflan, a mí como a tu mujer, me gusta probar cosas nuevas (que aunque algunas sean viejas, no las conocía o no las había probado aún). Claro que el jamoncito, la cerveza y los guisos de toda la vida creo que no los dejaré nunca (que no me escuche mi médica). Pero probar cosas nuevas siempre me ha encantado, tanto cuando viajo, como cuando leo un adornado fotográficamente reportaje de algún nuevo manjar. Así descubrí, no hace mucho, el Bellini Canella, un aperitivo italiano compuesto de vino blanco espumoso, generalmente vino espumoso prosecco y pulpa de melocotón fresco. ¡Mmmm me encantó! Lástima que aquí se consigue el Martini Bellini, y no es lo mismo (si, no te rías, que probé los dos). Tendré que hacer un viajecito a Italia.
    Pero bueno, que me voy por las ramas. Que entiendo las dos posturas: comer o beber lo de siempre, lo que sabes que te gusta (total, ¿para qué cambiar?). O probar novedades y saborear lo que está y lo que no está de moda. Tampoco es cuestión de gastarse la herencia de los sobrinos en locuras, pero una aventura gastronómica de vez en cuando me sube… nooo, el colesterol no, me sube el estado de ánimo. Y si encima logro compartirlo con mis seres queridos ¡¡¡Buah ¡qué lujazo!
    Por ejemplo: cuando por fin vengáis a Zarautz y organice mi gran asado gran, ¿vas a probar empanadas, carne y achuras argentinas? ¿O te vas a resistir?
    Un abrazo grasiento y sabroso (por hoy, sólo por hoy). El lunes juro que la empiezo de nuevo.

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