Hace mucho que no recordaba este poema de Boris Vian.
Poeta, novelista, ingeniero y periodista, Boris Vian fue autor de cuentos, novelas, teatro y letras de canciones como esta “Le déserteur” (El desertor).
Una carta antimilitarista , dirigida al Presidente de la República Francesa, compuesta contra la guerra de Indochina. Esta guerra fue un conflicto colonial que duró de 1946 a 1954, y que enfrentó a Francia contra las tropas de Hồ Chí Minh, que reclamaban la independencia de la Indochina Francesa (Camboya, Laos, Vietnam del Norte y Vietnam del Sur).
Es un poema que mantiene su feroz actualidad. Se llama “Le déserteur” y su letra traducida, dice así:
Señor Presidente le escribo una carta que tal vez pueda leer si usted tiene tiempo. Acabo de recibir mis papeles militares para ir a la guerra antes del miércoles por la noche. Señor Presidente no quiero hacerla. No estoy en la tierra para matar a pobre gente. No es por enfadarle pero debo decirle que mi decisión está tomada. Voy a desertar. Desde que nací vi morir a mi padre vi partir a mis hermanos y llorar a mis hijos. Mi madre sufrió tanto que ella está en su tumba se burla de las bombas se burla de los gusanos. Cuando estaba preso me robaron a mi esposa me robaron mi alma y todo mi querido pasado. Mañana temprano en la mañana cerraré mi puerta ante los años muertos. Iré por los caminos Mendigaré mi vida por los caminos de Francia desde Bretagne a Provence. Y le diré a la gente negaros a obedecer negaros a hacerla no vayáis a la guerra negaros a partir. Si hay que dar la sangre vaya a dar la suya. Es usted un buen apóstol señor Presidente. Si me persigue advierta a sus gendarmes que no tendré armas y que podrán disparar.
¡Hola, Trujamán! Desde luego que no se puede más que suscribir y firmar debajo de este poema de Boris Vian. Es curioso, pero justo hace unos días lo descubrí a través de una novela negra Escupiré sobre vuestra tumba y me fascinó.
Si un día, los ciudadanos nos plantáramos ante nuestros malgobernantes otro gallo cantaría. Aquellos líderes mundiales ansiosos de guerra, pues como dice Vian, que vayan ellos. La Humanidad tampoco perdería gran cosa. Lo único que le pido a mi gobierno es que me deje vivir tranquilo. Que no moleste. Pero son tan ineptos que ni eso saben. Un abrazo!
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Buenos días David.
¡Qué bien que descubrieras a nuestro poeta! Yo leo y releo este fantástico poema, desde hace años. Me impactó en su momento. Era 1962, Argelia se independizaba de Francia y el poema parecía haber sido escrito para la ocasión. Hoy, tantos años después, los argelinos aún recuerdan los crímenes cometidos por Francia en la era colonial y le acusan de destruir la identidad argelina, de saquear, torturar, asesinar y llevar a cabo pruebas nucleares sin darlo a conocer.
Después llegó Vietnam. Los gritos y los silencios. Muchas guerras han pasado, otras nuevas se desatan y la población sigue teniendo la obligación de luchar por su bandera y su gobierno, quieran o no quieran hacerlo, estén convencidos de la necesidad de una guerra o sean pacifistas practicantes. Y el poema sigue conmoviéndome como el primer día. No parece que hayamos entendido mucho desde entonces.
¿Qué pasaría si, en todo el mundo, nos plantáramos pidiendo, exigiendo que sean los gobernantes y no el pueblo, quienes tengan que ir a servir a la nación que sea?
¡Claro que no! Estamos demasiado ocupados con nuestras cosas. Y la guerra, por el momento, no ha llegado hasta mi casa.
Seguiré leyéndolo, seguiré gritando desde este, mi rincón y me alegraré cada vez que alguien me diga: No estás tan lejos del camino.
Un abrazo.
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