Dicen que cuando empecé a caminar, mis padres, mis abuelos, intentaban ayudarme para que no me cayera. Y yo, en mi media lengua, les decía: “Yo solita, yo solita.” Muchos años han pasado, mis piernas han envejecido y yo, siempre empecinada, sigo diciendo: “Yo solita, yo solita.”
Si necesito ayuda, te la pediré. Pero no me quites la posibilidad de intentarlo. Y si me caigo, que no sería la primera vez, me dará rabia, pero me levantaré y volveré a intentarlo. Porque eso forma parte del aprendizaje de la vida. Caerse, levantarse y volver a intentarlo.
Y si, por amor, por miedo o por lo que sea, intentas ahorrarles a tus hijos o a tus seres queridos las caídas, sean físicas o espirituales, flaco favor les estás haciendo. Ya lo sé, uno quiere lo mejor para ellos y salvarlos de toooodo lo malo. Pero, verás.
Albert Einstein dijo: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Es muy importante desarrollar y fortalecer la fuerza de voluntad en nuestros niños desde pequeños. Lograr pequeñas conquistas: cumplir la obligación aunque no se tengan ganas; acometer las tareas diarias aunque no apetezca hacerlas; apostar por algo que nos ilusiona o necesitamos, que se encuentra lejos y a lo que podemos llegar con esfuerzo y paciencia; intentarlo para ser dueño de sí mismo; aceptar las contrariedades y ser tolerante con las frustraciones.
Es como un músculo que se puede entrenar. Así como para los atletas resulta imprescindible la disposición física y mental, para nosotros prepararnos para lograr nuestros objetivos es una tarea fundamental. Capacidad de tomar decisiones, eligiendo una posibilidad entre varias (no hacer una elección, ya es una elección); determinación para evaluar y aclarar los objetivos; y la acción, como factor definitivo para la puesta en marcha de aquello que queremos.
Cuando la voluntad ha adquirido vigor y coraje, nos ayuda en el empeño de conseguir nuestros deseos e ideales, constituyendo esa fuerza motriz tan necesaria que nos empuja a caminar hacia adelante a pesar de las dificultades. Tiene dos ingredientes insustituibles: la motivación y la ilusión.
Para lograr la motivación, es necesario saber exactamente lo que queremos, tener objetivos bien delimitados. Para encontrar la ilusión, tendremos que recurrir a los inicios. Como en un círculo perfecto, volver a la niñez para rencontrarnos con esos momentos que nos dejaban sin respiración, con la esperanza de que se podía cumplir lo que deseábamos. Porque las metas, de por sí, no tienen ilusión. Somos nosotros los que las rodeamos por ese halo mágico que todo lo puede.
¿Os acordáis de ese juguete especial con el que soñabais un año entero para que Papá Noel o los Reyes Magos os lo trajeran? ¿Y los esfuerzos por portarte bien, no ser caprichosa y ser amable hasta con tu hermano? ¿Y la fuerza que poníais en cerrar los ojos y dormir pronto esa noche, para que llegara cuanto antes? ¡Pues eso!

Buenos días, Marlen.
Has acertado de pleno en uno de los grandes problemas de estos tiempos. Se le quiere hacer a los niños disfrutar de una vida tan fácil, tan libre de peligros, que los estamos haciendo indefensos antes la dura vida que les espera.
Qué importante es desde peques, acostumbrarlos a desear, luchar por conseguir y esperar pacientes a lograr.
Estoy cansado de ver a padres que les dan a sus hijos lo que quieren, antes de que lo pidan; que le evitan una caída, antes de que intenten siquiera emular a sus héroes de aventuras; que les quiten sus sueños, porque son muy complicados de cumplir.
Cuántos inventores, ingenieros, científicos, médicos, astronautas y héroes por inventar que se va a perder el mundo. Porque en el atrevimiento, en el intento, en el convencimiento de que se puede ser el primero, dónde otros no pudieron, están los héroes del mañana.
Y esto mismo, como bien dices, se puede trasladar a todas las edades, más todavía a los que vamos teniendo achaques en las canas. Necesitamos seguir sintiéndonos útiles y vivos, con la ayuda necesaria, pero sin coartarnos, ni impedirnos que podamos seguir intentando nuestros pequeños retos.
El miedo es un buen consejero que avisa, pero la posibilidad de superarlo es nuestra gran hazaña diaria.
Siempre acertada en dos reflexiones, amiga. Siempre haciéndonos pensar. Gracias.
Un Abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola Jose, buenas noches.
Lo veo a diario, esa sobreprotección tonta con la que calman sus miedos e impiden que los niños tengan su propia aproximación al mundo tal cual es. «No te subas, que te puedes caer». «No te acerques al perro que te puede morder». Y luego se autoconvencen de lo bien que los están criando y se asombran de que no reaccionen ante los fracasos. «¿Qué nota es esta? Es que a este crío no le importa nada». ¿Cómo le va a importar, si ya sabe que a él no le toca opinar, decidir ni experimentar, que todo se lo dan masticadito. «Le has comprado la nueva consola? ¡Pero si ha cateado casi todo!» «Es que me la había pedido.» Pues claro, pobrecito.
En cuanto a la otra punta de la escalera, recordaba al escribirlo una anécdota graciosa que había presenciado una amiga en Buenos Aires. Ella iba a cruzar una calle por el paso peatonal y a su lado una señora mayor, con bastón y evidentes señales de que le costaba caminar, esperaba también el semáforo. Cuando este cambió, un joven muy atento tomó a la señora del brazo y comenzó a llevarla. Pero lo curioso es que la señora se puso nerviosa y hablaba fuerte aunque no se le entendía bien lo que quería. Finalmente, parados en medio de la calle y con los coches pitando, se dieron cuenta que la buena mujer se había arrepentido y no quería cruzar. El muchacho, que no la conocía pero quería ayudar, en lugar de preguntarle, actuó directamente y el lío de tráfico que armaron fue de órdago. Parece un sketch cómico, pero no, la pura realidad. Enfín, si recurriéramos al bendito sentido común antes de actuar, sería más fácil. Pero eso implica parar, tomarse el tiempo de reflexionar y… con lo apurados que vamos, no hay tiempo.
Bueno Jose, gracias a ti por tu comentario. Como siempre. Un abrazo grandote.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Buena la anécdota, Marlen. Me recuerda a otra que me contaron.
Sí, como dijo aquel: el sentido común es el menos común de los sentidos.
Hablamos poco y actuamos sin pensar. Una mezcla explosiva.
Como siempre, tengamos esperanza en que todo cambiará a mejor.
Abrazo gordo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola Jose.
«El sentido común es el menos común de los sentidos»: Siempre me ha parecido una frase brillante.
Esperanza, esperanza… ¿de qué me suena eso?. Es chiste, si no creyera que todo puede cambiar, no me molestaría en escribir y no te molestaría en intentar que reflexionaras. Aunque contigo es fácil, coincidimos mucho. Voy a tener que pensar en alguna entrada rompedora, para ver qué se siente. 😂🤣.
Feliz fin de semana y abrazote.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Creo que enfrentar nuevos retos es un acto inevitable durante la época juvenil. Por mucho que los padres pretendamos los contrario. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Hola Carlos.
Enfrentar nuevos retos es inevitable en todas las edades. Cuando jóvenes por inexperiencia y cuando viejos por miedos y trabas naturales de la edad. Lo importante es que se respete a la persona, sea niño o mayor, y se le dé la posibilidad de resolver el problema por si mismo. Si lo necesita, ya pedirá que le ayuden, pero si puede hacerlo, ¿por qué evitarle el esfuerzo, el aprendizaje y posiblemente el logro?
Un abrazo a ti también.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Hola, Trujamán. Muy certero análisis que, en realidad, habría que extenderlo a todas las edades no solo los niños. En realidad, todo está relacionado. Interesa que el ciudadano viva en un estado permanente de Miedo y Ansiedad. Ello se consigue amplificando los problemas y creando nuevas necesidades. Más o menos como hace la OMS cuando sube o baja los índices del colesterol saludable… Si se parte de que el estado ideal es una salud plena, todos estamos enfermos y todos necesitamos tratamiento.
En lo referente a los niños es curioso. En los últimos años, los colegios, los gobiernos, las teles y los expertos han logrado que cada día se hable de acoso escolar, que se alerte de los peligros que acechan a los niños, de su estado mental, de sus necesidades… Campañas, protocolos, recursos y no sé qué más para que, curiosamente, las cifras de suicidio infantil se estén disparando, tanto como los problemas psiquiátricos, además de crear una generación muy infantilizada.
Es la diferencia entre proteger y sobreproteger. Recuerdo en mi cole, que yo era gordo y, además, durante un par de años un par de niños me atosigaban o pegaban. Lo del insulto lo resolvía con otro insulto y luego a jugar a las canicas; lo de esos niños, bastó un estirón en un verano y un par de h… bien dadas. Así solucionábamos las cosas, enfrentándonos nosotros solos. Hoy, decir a mamá que me han dicho gordo, la mamá va a la profe, esta le da reprimenda al insultador, el gordo se acompleja y va al psicólogo, el insultador vuelve a las andadas, ahora con más rabia… para que al final ese niño acabe encerrado en su habitación asumiendo que nunca será capaz de resolver sus problemas.
Bueno, al final me enrollé demasiado. Disculpa. Un abrazo!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Hola David.
Una reflexión perfecta, con la que estoy totalmente de acuerdo. En esta sociedad no protegemos, sobreprotegemos creando un problema mucho mayor, inspirando miedo e incapacidad de reacción. El ejemplo que pones es exacto. Ninguno de los dos niños aprende ni gana nada. ¿Qué ganan los padres, la profe y la sociedad en general? Dormir con la conciencia muy tranquila por haber actuado a tiempo. ¡Ja!
Si fuéramos mal pensados, diríamos que todo tiene un por qué, que hay una voluntad de crear ese estado de miedo y ansiedad. Si fuéramos seres que reflexionan…
En cuanto a lo de extender el análisis a todas las edades, a eso hacía referencia en el segundo párrafo. En lo de «Si necesito ayuda, te la pediré. Pero no me quites la posibilidad de intentarlo.» hablaba mi yo actual, que, con los achaques normales de la edad, me la paso diciendo: Deja, no me ayudes, que si lo necesito, te digo. Es tan fácil como preguntar antes de actuar: ¿Te ayudo? Ya decidiré yo si lo necesito o soy capaz de valerme por mí misma. Pero claro, eso implica que yo puedo decidir. ¡¡Mmmm peligro!!
Gracias por tu comentario, gracias por tus palabras. Y de las disculpas olvídate, en este blog nadie se enrolla demasiado. Para eso estamos, para charlar, intercambiar opiniones, coincidir o no, hablando un poco de todo. Un abrazo para ti también.
Me gustaLe gusta a 1 persona