¿Puede una obra de arte evolucionar en el tiempo? ¡La respuesta es sí! Es que un jardín es una obra de arte que cambia en cada estación y que nunca es la misma. Desde su creación, evoluciona y lo hace de la mano del jardinero que la cuida.
A veces, al pensar en arte, dejamos de lado el paisajismo y la jardinería, siendo una de las expresiones artísticas más antiguas del ser humano. Esta obra se caracteriza por no ser estática, por no tener final en su acabado y porque, tan sólo el hecho de hacerlo, genera beneficios en su creador. Un jardín es, al fin y al cabo, una obra de arte en constante evolución que nos conecta con la naturaleza y que es capaz de combinar belleza, medicina, alimento, combustible, biodiversidad y salud.
En el profundo valle de Oiartzun, en Gipuzkoa, enclavado en la frontera de Francia y Navarra, se encuentra un precioso jardín: un vergel de 20.000 metros cuadrados, construido durante diez años. Hoy os invito a entrar en este jardín cercano, a 11 km de San Sebastián/Donosti y a 4 km del Cantábrico, en una zona montañosa con un clima caracterizado por una baja oscilación térmica y muchas lluvias. En sus alrededores no hay bosques de gran espesura, pero los montes se hallan poblados de hayas y robles. La hidrografía está representada principalmente por el río Oiartzun, que nace cerca de los linderos de Navarra, y en el valle pasa por el pie del Monte Urkabe, con dirección a Rentería.
En el municipio de Oiartzun nos encontramos con Iñigo Segurola y su obra de arte: «Lur Garden», un espacio compuesto por 16 jardines temáticos. Paisajista, jardinero, presentador del programa de televisión “Bricomanía” y amante de la belleza, Iñigo tuvo la suerte de poder satisfacer todas sus necesidades artísticas, convirtiéndose en su propio cliente. Su jardín es una oda a la belleza que acoge visitantes en todas las estaciones, ofreciendo en cada una un paisaje muy diferente.
Desde la entrada, nos recibe un paisaje de roquedo con robles y helechos arbóreos y una poza natural de la regata que nos acompañará durante todo el recorrido. Una vez dentro, el Jardín Rojo nos lleva hasta el punto central, donde se encuentra el estudio. Dalias rojas y otras floraciones de ese color destacan entre los verdes y las hojas granates. Desde el edificio del estudio, entre arces japoneses y nubes de pitósporo enano, el espacio se abre a la amplia pradera. En ella, se alternan pasillos de hierba segada con zonas de hierba alta y un estanque circular estilo alberca. En julio, las sutiles espigas rosadas del Lythrum destacan entre las tonos pajizos de las gramíneas.
De la pradera pasamos a los humedales. Dos estanques albergan una amplia colección de plantas acuáticas: nenúfares, lotos, lirios de agua… que dan soporte a una rica y variada fauna. Los humedales están rodeados de una amplia colección de astilbes que florecen en junio y julio, crecen en estas zonas de borde de estanque y dan paso al Jardín del Espejo, un elegante estanque ovoidal de 25 metros de largo, donde el agua estática limita con el césped y actúa de espejo del parterre Amarillo, reflejando la riqueza de colores que ofrecen las vivaces y arbustos seleccionados por sus coloraciones amarillas, anaranjadas y blancas. Es en agosto cuando este espacio alcanza su esplendor.
En el Jardín de las Hojas Grandes, una exuberante composición vegetal de bananeras, guneras, tetrapanax, rodgersias y sobre todo orejas de elefante, imprime un carácter único al romper la escala humana.
En esta época de primavera, las hortensias Annabelle, que se dan tan bien en nuestra zona, están a punto de florecer de nuevo en Lur Garden. Aparentemente frágiles, sus pompones de un blanco radiante y corazón verde lima iluminarán un verano más las lindes de la pradera, multiplicándose en el reflejo del estanque.
El Túnel de Calabazas, una pérgola de la que cuelgan calabazas de extrañas formas, lleva al Jardín Blanco. En el centro del espacio hay una estructura en forma de pequeña meseta con grandes rocas planas de arenisca, entre las que desarrollan plantaciones de gramíneas y vivaces de flor blanca, que alcanzan su momento culminante en julio y agosto cuando están en plena floración.
El recorrido finaliza con el retorno al estudio, donde se puede visitar el invernadero. Allí, además de cactus, cultivan plantas tropicales para interior.
En esta alberca circular de geometría perfecta, cada jornada, al caer la tarde, Iñigo el artífice del jardín, se sienta a contemplar su obra. Os dejo con él para que os explique.









Güenos días, Marlen.
Me confieso un total analfabeto en cuestiones de flora. Me cuesta diferenciar un árbol de otro y recordar los nombres de las plantas; más allá de las más corrientes. Sin embargo, creo, como tú, que la jardinería es un arte cuando se tiene conocimientos, no solo sobre las plantas, también de diseño, composición de colores y, en este caso, de la creación de ambientes.
Creo que hay pocas experiencias tan satisfactorias y placenteras como un paseo por un entorno floral bien construido. Los colores, los olores, los sonidos, el espíritu que se genera en ellos son comparables (y perfectamente complementarios) con perderse en la lectura de un buen libro.
No entiendo por qué somos tan necios para no darnos cuenta de la necesitas de estos entornos. Sí, está muy bien tener cerca terracitas para un cerveceo, o un centro comercial para satisfacer nuestras ansias de consumismo; pero es que un parque cercano genera vida y además es más barato, con solo pasear por ellos nos renovamos y alegramos el espíritu.
He paseado por ese entorno paradisíaco con tus descripciones, aunque tiene que ser una pasada hacerlo en la realidad. Gracias.
Tal vez algún día me lleves. 😉☺️
Abrazote 🤗😘👍🏼
Me gustaLe gusta a 1 persona
Buenos y húmedos días, Jose.
Yo tampoco conozco los nombres de árboles y plantas, me gustaría volver a escucharlos en la voz de mi padre, que tan bien los identificaba. Pero no, no es lo mío. Por contra, mi abuela decía que yo tenía «mano para las plantas», porque intuitivamente, hacía lo que había que hacer. ¡Ja! Y debía de tener razón, porque mi terraza en esta época florece por todos los rincones. Y yo, aparte de sentarme y disfrutarla, poco más hago. Eso sí, me declaro «disfrutona» de esos jardines maravillosos donde parece que cada color y cada árbol o planta no debieran estar más que en el lugar que están. Esas praderas, esas combinaciones, esos estanques hacen que pueda respirar mejor y que necesite un silloncito cómodo para quedarme un rato. Ahora que lo pienso, hay otros momentos en los que necesito un silloncito y que me dejen en paz, disfrutando: al estar leyendo un libro que me tiene atrapada, al escuchar con los ojos cerrados una música que me está llegando al alma, al perderme dentro de un cuadro en la Gare d´Orly, al meterme en una película en la oscuridad de una sala de cine, al saborear un plato exquisito de esos que sabes que no volverá a ser igual la próxima vez… ¿Quién habló de arte?
Me alegro muchísimo que hayas paseado conmigo por ese entorno paradisíaco. No lo dudes, llegará un día en el que podamos recorrerlo con los piés.
Besarkada indartsu bat, belar bustiaren usainarekin.
Me gustaLe gusta a 1 persona