¿Quien no ha soplado un diente de león? ¿Quién no ha pedido un deseo antes de soplar?Probablemente, muy pocos. Soplar una flor seca de esta planta con connotaciones mágicas es una experiencia muy especial. Sus semillas giran por el aire en un bello espectáculo mientras recordamos nuestros sueños y deseos.
La magia puede hacer posible cualquier cosa, incluidos nuestros deseos. Seguramente por eso cuando soplamos un diente de león pedimos un deseo. Supersticiosos o no, ver las semillas de esta flor flotando en el aire nos hace pensar, por un instante, en nuestros sueños. Un sencillo placer que además contribuye a esparcir las semillas de la planta.
Cuenta una leyenda vasca que hace muchos muchos años en Euskal Herria, tantos que no se sabe cuantos, había un joven muy rico cuyos padres querían casarlo, por conveniencia, con una mujer de una familia pudiente.
Pero Taxo, que así se llamaba, estaba enamorado de una niña de piel dorada, llamada Tara, que era la panadera que llevaba el pan a su casa. Cuando sus padres se enteraron, pusieron el grito en el cielo, y le prohibieron a Taxo salir, mientras que despedían a su amada en medio del frío y la nieve, para que muriese en el camino.
Desde la ventana de su torre, Taxo escuchó a la mujer que, aterida por el frío le gritaba: “Nunca moriré, estaré siempre donde tú vayas”. El joven, entonces, se arrojó de la almena del castillo. Prefirió morir a perder a su amada.
Amalur, la madre tierra de la mitología vasca que todo lo ve, al ver semejante amor, los convirtió en flor, una flor que aparece aún donde casi no queda espacio de tierra. Con que haya una pequeña abertura, allí puede salir, y sacar sus florecillas amarillas, y cuando se secan, sus semillas ser llevadas por el viento. Estas tienen unos pellillos que las hacen llegar muy lejos. Los niños le llaman “panaderos”, en honor al oficio de la enamorada Tara.
En algunos lugares esta planta se cultiva por las propiedades medicinales de sus raíces, hojas, tallo y flores. Sirve para curar infinidad de cosas. Alcanza generalmente hasta 40 cm de altura, y su tallo sostiene la flor sin hojas, pues éstas crecen cerca del suelo.
La flor se compone de centenares de pétalos amarillos y alargados, que al secarse dan paso al crecimiento de tallos con pelusas blancas listas para despegar con el viento.
La moraleja de la leyenda es que el diente de león, está en esta tierra para demostrarnos que el amor crece aún donde es muy difícil y puede florecer casi sin cuidado alguno.
Cada vez que veas una de sus florecillas recuerda que el amor todo lo puede, mas allá de todo y de todos. Cada vez que soples un panadero piensa que la magia puede hacer posible cualquier cosa, incluidos nuestros deseos.


