Soho no hay más que… tres

El Soho de New York (de la contracción de «South of Houston Street»: Al sur de la calle Houston) es un barrio del bajo Manhattan, que desde el siglo XX se ha convertido en zona de muchos lofts de artistas y galerías de arte y también ha sido conocida por su variedad de tiendas que van desde boutiques de moda a outlets de cadenas nacionales e internacionales.

Por otro lado, el Soho es una zona de la Ciudad de Westminster y parte del West End de Londres, que durante gran parte del siglo XX tuvo fama por sus sex-shops así como por su vida nocturna y la industria del cine. Pero desde principios de los 80, la zona pasó por una considerable transformación y es hoy predominantemente un distrito de moda con restaurantes caros y oficinas. Tiene clubes, pubs, bares, restaurantes, unos pocos sex shops diseminados entre ellos y cafeterías nocturnas que le han dado a las calles un aspecto de «abierto toda la noche».

Pero hoy quiero llevarte a uno de los lugares más pintorescos de Buenos Aires. Se trata de Palermo Soho, bautizado así por la similitud de su naturaleza respecto de sus pares neoyorquino y londinense. Se trata de una zona de la ciudad, de casas bajas y antiguas de clase media, que poco a poco se fue convirtiendo en un centro bohemio de arte y diseño independiente.

Finalmente fue colonizado por gran cantidad de comercios que venden indumentaria de vanguardia, galerías de arte, talleres artesanales, bares y restaurantes. Y si bien su ambiente cada vez es más bohemio, todavía conserva un espíritu antiguo que no quiere morir del todo.

Antiguamente llamado Palermo Viejo, el barrio de Palermo tiene muchas subdivisiones: Palermo Hollywood, Palermo Queens, Palermo Botánico, Palermo Chico, Palermo Pacífico…y creo que la lista podría seguir. Todos estos nombres no son oficiales. El barrio es uno sólo, pero a cada zona se le ha empezado a llamar de una forma determinada, por sus características. Palermo Hollywood, por ejemplo, recibe este nombre porque a principios de los años 2000, muchas productoras de cine y televisión se instalaron allí.

Allá por el 1800, Palermo Soho fue un barrio de malevos y cuchilleros donde el escritor Jorge Luis Borges pasó su infancia. A fines de los 80 comenzó a cambiar su cara. Las casas antiguas se convirtieron en restaurantes o locales de ropa, muchas marcas importantes decidieron que tener presencia aquí era conveniente y la calle Serrano cambió su nombre por el de Jorge Luis Borges.

León Tenenbaum en su libro “Buenos Aires, un Museo al Aire Libre”, hace una magnífica descripción de ese mágico espacio porteño en los 80: “En el cruce de las calles Serrano y Honduras se está gestando un pequeño Montmartre porteño. Hay allí una plaza redonda, no muy grande, que por muchos años acogió una feria y en torno a la cual circulaban los tranvías Lacroze que iban al Balneario Municipal, el del sur, el único por entonces. Cuatro típicos pasajes cruzan o se abren en la vecindad inmediata de este lugar. Son sus nombres: Coronel Cabrer, Soria, Santa Rosa y Russel. Todos ellos estrechísimos, flanqueados todavía por casas humildes, bajas en su mayoría. El curso de estos pasajes no es demasiado recto, tienen como un movimiento compadre de cintura que tan bien va con ese sabor a barrio de tango que lucen y extrañamente conservan algunas zonas de Buenos Aires.”

Te mostraré algunos bares, restaurantes y modernas tiendas que la pueblan actualmente, pero también aquellas casitas y callejuelas antiguas que sobreviven a pesar de estar intervenidas por el arte callejero moderno.

Paul French Gallery es una galería con objetos de decoración, y también un patio lleno de vegetación que resulta ideal para una pausa más que agradable. Antiguamente fábrica de vinos y aceites de oliva, la galería supo conservar el encanto de aquella época y hasta los rieles que datan de ese entonces y servían para transportar los productos. Si la sed agobia, allí mismo se encuentra Tealosophy, boutique y salón de té. Y para acompañar con algo rico, en el puesto de Decata déjense tentar por sus tortas.

Atravesando las rejas que hacen que la entrada tenga ese aspecto de castillo encantado, los devotos del Temple Bar se encuentran tanto durante la semana (a la hora del after office) como el fin de semana, para dar comienzo a la noche, a pasos de Plaza Armenia. Ya sea que decidan instalarse en la entrada, en el salón con paredes de piedras a la vista o en el espléndido patio escondido al fondo, con su vegetación salvaje y su iluminación mágica, disfruten con sus cervezas.

Desde su apertura en septiembre de 2012, Rey de Copas, fue un espacio ideado para combinar un ambiente donde se fusiona la buena coctelería con objetos culturales de diversas partes del mundo y el arte, como las obras de Sebastián Páez Vilaró, quien dio vida y forma al lugar y de su padre Carlos Páez Vilaró, artista internacional.

Nacido de los tiempos de la Ley Seca estadounidense, al bar Nicki Harrison, se accede a través del ropero del restaurante de Sushi Nicky. Pero también hay locales como El Preferido de Palermo, un bodegón histórico en la zona que ofrece platos clásicos locales con verduras orgánicas de su propia huerta, conservas caseras y embutidos que se exhiben en una bodega al fondo del comedor.

Muebles, textiles y cerámicas en Mesopotamia, imprescindible cuando de diseño se habla.

Libros del Pasaje una librería instalada en una casona de techos abovedados en donde se puede no sólo comprar un libro, sino hacer una parada de media mañana para degustar un buen té.

Casa Chic es un hotel boutique con encanto. Y por último, para los amantes del cine, hay un rincón de película en el barrio. Es el hotel Jardín Escondido, que fue la residencia del cineasta Francis Ford Coppola mientras rodaba «Tetro» en 2008. Coppola vivió y trabajó en la espaciosa mansión que hoy cuenta con uno de los mejores patios en los que, como bien anuncia su nombre, es posible esconderse del mundo.

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

4 comentarios sobre “Soho no hay más que… tres

  1. Hola, Marlen.
    ¡Qué sitios más interesantes y deliciosos!
    La verdad es que no sé cuál me gusta más. Por supuesto, entre los que dan de papeo. 😝
    Me he quedao como un jilguero en un campanario. No sabía que Soho es la contracción de «South of Houston Street». Hay que vé lo que aprendo contigo.
    La verdad es que cada vez me pintas Buenos Aires más idílico y maravilloso. ¡Ay, si me cogiera tan lejos! ¡Ay, si yo no fuera más complicao para viajar que un camello en un seat panda! ¡Ay, si me cogieras con 30 años menos! ¡Ay, ay, ay! Lo mío, últimamente, es quejarme. 😅😂😂😂
    Muchas gracias por traernos esta maravillas. Al menos, con las fotos, podemos imaginar una tardesita de visitas por allí.
    Un día de estos te contaré la versión gaditana del Soho. 😜
    Besaco, Abrasho y ashushón.

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  2. Hola Jose, buen mediodía.
    ¡Cuidadín cuidadín, con tanto coger! Que ya sabes que en Buenos Aires… coger…
    Sí, «mi Buenos Aires» es maravilloso. Y no digo el «mi» por afán latifundista, sino porque según mis amigos aquello está insoportable y ya no se puede salir a la calle. Ya sabes, a veces mezclamos nuestra situación personal con lo de afuera. Y a veces, idealizamos los lugares en los que ya no estamos. Lo cierto es que, viviendo en Buenos Aires, siempre encontré rincones para disfrutar y eso que no siempre todo era color rosa. Tal vez, sólo tal vez, hay algo de «querer disfrutar», querer exprimir la vida conociendo lo más posible. ¡Yo qué sé!
    No me extraña que te gustaran los rinconcitos donde comer y beber. ¡Tengo unas ganas de volver a visitarlos! Pero no me digas que no te encantó la librería «Libros del Pasaje» y ese patio en el «Rincón Escondido».
    Espero tu versión gaditana del Soho. Besos y abrazos para ti también, amigo.

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  3. ¿Coger? jejeje… Sin comentarios.
    En Cádiz siempre ha habido una especie de Soho ambulante, que se instalaba en la calle, creo recordar que los jueves. No tengo ni idea de si sigue actualmente. Que tenía su historia y acarreaba su nombre por el origen de su establecimiento.
    En los inicios, esta reunión de comerciantes, que en su mayoría eran gitanitos, (luego se fueron uniendo mas gente) se instalaba en la llamada Plaza de La Merced, pero resulta que esta plaza fue hacía muchos años atrás donde estaba la Prevención. Allí se llevaban a vagos, maleantes y borrachitos. (algo así era el nombre rimbombante que tenía). Era una especie de calabozos, pero más para que pasaran la noche que como cárcel, según tengo entendío. El tema es que el ambiente no era muy salubre y abundaban los malos olores y las visitas de bichitos. Por eso terminó llamándose «El Piojito». Este nombre se lo llevó el mercadillo por estar situado en el mismo lugar. Así que en Cádiz, en lugar de decir, vamos al mercadillo o al Soho (esto último imposible), se decía, vamos al Piojito.
    Luego este mercadillo ambulante se trasladó a distintas ubicaciones de la ciudad, pero siguió llevándose consigo el nombre. Incluso, cuando se expandió por la provincia, se le llamaba así.
    Y esta es la historia de nuestro Soho. Así, brevemente.
    Grandes historias se vivieron en él.
    Espero que te haya gustado, amiga.
    Un Abrazo.

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  4. Pues muy interesante, Jose. Claro que me ha gustado.
    Lo que no me gusta nada es el nombre, porque sólo de pensar en esos bichejos, me empieza a picar todo.
    Aquí en Zarautz se hace un mercadillo el segundo sábado de cada mes. Y, a fin del verano, algo que llaman Feria de Stock, en la cual los negocios del pueblo sacan una liquidación al Malecón y ahí se pueden ver ropa, calzado, complementos, artículos para el hogar, ropa de baño, juguetes… que, a lo mejor, has visto en temporada, y está muy rebajado. Unas rebajas, pero todos juntos y bien organizado.
    Todo es bueno para ahorrarte unas pelas. Siempre y cuando sea de verdad, claro.
    Un abrazo.

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