“Cuando tienes dinero, puedes montar lo que quieras en cualquier lugar del mundo”, dice Jorge. Las palabras de este venezolano de 28 años suenan a mera constatación. Él lleva tres meses en España y ya tiene permiso de residencia y trabajo. Es uno de los extranjeros que han obtenido un visado al amparo de la “Ley de apoyo a emprendedores y su internacionalización”, creada en el año 2013, cuando todavía se hablaba de la crisis económica. Hablando claramente, un visado dorado. La ha conseguido tras una inversión inmobiliaria de más de 500.000 euros.
Conseguir la residencia o el pasaporte de un país no es algo al alcance de todos los que lo solicitan. Pero algunos países tienen programas de concesión de residencia o ciudadanía por la vía de la inversión económica en el país, bien en una propiedad inmobiliaria de lujo, en un fondo de desarrollo nacional, bonos del estado, acciones de una empresa… Son utilizados para atraer inversión extranjera y suelen favorecer a las personas con mucho capital, que entonces tienen acceso a los beneficios de un país sin la obligación de vivir en él.
Los primeros visados de oro se expidieron en 1984 en el Caribe, desde 1986 en Canadá y desde 1990 en Estados Unidos.
En la página de Invest Spain se detalla toda la información del programa de residencia para inversores que quieren adquirir un visado de oro en España: una inversión de 2 millones de euros en deuda pública, o 1 millón en acciones, fondos de inversión o depósitos bancarios. O la adquisición de activos inmobiliarios de al menos 500.000 euros neto de cargos o impuestos. Estas condiciones fijadas en el 2013 fueron relajadas en el 2015 cuando desapareció la obligación de pasar un mínimo de tiempo en España. Y cada beneficiario de un visado de oro tiene derecho a la reunificación familiar que abarca a cónyuge, ascendientes a cargo, pareja de hecho, y descendientes menores de 18 años (incluso mayores, si son dependientes económicos). La mayor parte de los receptores de estos visados son chinos en Madrid y Barcelona y rusos en Costa del Sol.
Por un lado, la inversión extranjera permite la rehabilitación urbanística de una zona. Pero, por otro lado, hay un desfase entre la oferta de inmuebles y la demanda, lo cual aumenta los precios de compra, los alquileres y los servicios y provoca un desplazamiento paulatino de los vecinos empobrecidos del barrio, por otros de un nivel social y económico más alto.
Según Transparency International, una ONG muy activa en Europa en lo que a estudio de la corrupción se refiere, los países de Europa que más visados de oro conceden son España, Hungría, Lituania, Portugal y Reino Unido. Unos 10.000 cada uno a inversores y sus familiares. Les siguen Grecia, Chipre y Malta.
O concedían, porque Chipre suspendió su controvertido programa “Pasaportes dorados” después de una serie de escándalos, el último un reportaje de la cadena Al Yazira que mostraba a políticos chipriotas negociando la concesión de un pasaporte a un falso empresario chino, que admitía tener una condena penal por lavado de dinero (en teoría, los antecedentes penales descalifican en todos los países europeos). Hace un año, en febrero de 2022 y ante la inminente amenaza de Rusia de invadir Ucrania, Reino Unido abolió el programa, como parte de una ofensiva contra la financiación ilícita y el fraude. Y Portugal acaba de decidir, estos días, acabar con los “Visados de oro”.
¿Pero es lícito facilitar visados de residencia o incluso pasaportes europeos a cambio de inversiones? La respuesta de veinte estados de la UE es sí. La de la Unión Europea es no, han criticado desde el primer minuto este mecanismo por su posible relación con el blanqueo de capitales, el fraude fiscal, la corrupción, el crimen organizado y la opacidad financiera, pero tampoco han ido más allá de las palabras. “Corresponde a cada estado miembro fijar las condiciones por las que se adquiere o se pierde la nacionalidad, pero la Comisión espera de ellos que efectúen los controles de seguridad lo más estrictos posibles sobre los solicitantes”, respondía a Le Monde un portavoz de la Comisión Europea. En otras palabras: no hay unidad de criterios ni se la espera.
Los programas de “ciudadanía por inversión”, que otorgan a nacionales de terceros países derechos de ciudadanía a cambio de una cierta cantidad de dinero, alteran la esencia misma de la ciudadanía, ya que los estados venden algo que nunca debió ser considerado como una mercancía.
“La residencia y la nacionalidad europea se han convertido en productos de lujo”, critica Daniel Amoedo, de Transparencia Internacional. “Al margen de la cuestión ética fundamental de vender pasaportes”, continúa, “también hay un costado siniestro de esos programas”. Se refiere a personas vinculadas con casos de corrupción en Brasil, Rusia o Ucrania que han accedido por esta vía a la facilidad de movimientos que da el espacio Schengen.
Lo cierto es que si tienes dinero, puedes comprar el permiso de residencia en España para ti y tu familia. Puedes estar aquí el tiempo que quieras, irte el tiempo que quieras, se resuelve en 20 días y, si no te han respondido en ese plazo, no te la pueden denegar (silencio positivo). Y no requieren ni siquiera, residir en el país. Sí, es un visado de residencia sin residir. ¿Curioso no? Un camino paralelo, pero legal.





Interesante… sin duda tiene aspectos positivos pero también negativos como lo pones de manifiesto en tu escrito. Creo que lo peor sería que se deje entrar a gente sin escrúpulos o criminales. Repito, muy interesante, saludos.
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Hola Ana.
¡Qué bien que te haya parecido interesante el tema! Creo que, aunque haya aspectos positivos por la parte material, se debería reflexionar sobre el hecho de si es ético vender visados de residencia o directamente la nacionalidad, cuando hay miles de emigrantes que por diferentes motivos deben dejar su país a la fuerza y se les niega la posibilidad de una residencia. Además, no haciendo ningún control, se corre el peligro, como bien dices, de dejar entrar a gente sin escrúpulos, ladrones o criminales. Enfin, veremos si se toman medidas o todo queda en el aire.
Saludos.
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Por el lado tradicional llega el: Poderoso caballero es Don Dinero y por el conocimiento histórico se queda fuera: Don Sindinero. Per mea sanctum testiculum.
Es lo que hay, como los trajes que a algunos se los hacen a medida.
Un saludo.
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Hola Carlos.
Tú lo has dicho: Poderoso caballero es Don Dinero. Y sí, es un «poquitín» más fácil entrar por la puerta grande, si lo tienes. ¡Y sigue dando rabia!
Un saludo a ti también.
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¡Hola, Trujamán! La verdad es que desconocía todo sobre este tema de los visados de oro. Aunque tampoco me sorprende lo que denuncias. Recuerdo una frase de Michael Jordan: «yo dejé de ser negro cuando gané mi primer millón de dólares».
Y en el fondo, no nos engañemos, el dinero es el que mueve el mundo; la política y demás solo sirven para dar una capa de maquillaje a eso y que la masa popular se trague que todo es por nuestro bien. Un abrazo!
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Hola David. Pues lo cierto es que yo me enteré hace muy poco, porque de esto no se habla en los telediarios, claro. Pero, al enterarme me dieron ganas de gritar. Soy hija, nieta, bisnieta… y podría seguir, de españoles. Pero nací en Argentina porque mis padres se refugiaron allí por ser republicanos y cuando quise tener la nacionalidad española, me pusieron mil trabas y tardé varios años y venir a radicarme aquí para conseguirla. Claro que yo «no pagué», mi pasaporte no es de oro.
100% de acuerdo en lo que dices. La frase de Michael Jordan me parece perfecta y realista. Sé que el dinero mueve el mundo, ¡hace rato que lo entendí!, pero la inmoralidad es lo que me da rabia. ¿Vender la residencia en un país, la ciudadanía, todo legal? ¿Y después qué?
Gracias por tu comentario. Un abrazo para ti también.
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