Acabo de ver la película “Los días azules”, un largometraje documental que recupera la memoria y la obra de Antonio Machado. La vida del poeta como símbolo de la España que se perdió: un canto a la importancia de la cultura para la vida, para el progreso y para crear una sociedad mejor.
Debo confesar que me he emocionado recordando la figura del poeta amado. Quizás porque Antonio Machado forma parte de mi ser más íntimo, junto con Miguel Hernández y Federico García Lorca, de mi infancia y adolescencia, de mis abuelos, de un tiempo de ideales y añoranzas. Quizás porque “Los días azules” es una obra refinada en su sensibilidad y su compromiso, así como en su aspecto, gracias al admirable trabajo en la dirección de Laura Hojman. Quizás porque lo que cuenta es tan terrible como bello. Quizás porque es imposible quedar al margen ante la figura del poeta sevillano que terminó siendo universal y uno de los símbolos de su tiempo. Alguien que dio alas a la poesía, reclamando que dejase de ser contemplativa: “La poesía es acción”.
La película nos cuenta la vida de Antonio Machado Ruiz desde su Sevilla natal en julio de 1875, en aquel patio de ensueño del “Palacio de las Dueñas” en el que su familia alquilaba una de sus viviendas. La familia de su madre Ana Ruiz Hernández, tenía una confitería en el barrio de Triana. El padre, Antonio Machado Álvarez, era abogado, periodista e investigador del folclore, trabajo por el que llegaría a ser reconocido con el seudónimo de “Demófilo”. En otra vivienda del mismo palacio vivían sus abuelos paternos, el médico y naturalista Antonio Machado Núñez, rector de la Universidad de Sevilla y su esposa Cipriana Álvarez Durán.
Aquella época sevillana de Antonio fue evocada en muchos de sus poemas. “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero…” escribía en “Campos de Castilla”. El abuelo Antonio, pilar de la familia que contaba ya con 6 hijos (tuvieron 8 en total), ganó una oposición en la Universidad de Madrid y se trasladaron todos a la capital española donde los niños Machado se formaron con los métodos pedagógicos de la “Institución Libre de Enseñanza” de Ginés de los Ríos. La Institución, en coherente armonía con el ambiente familiar de los Machado, marcaría para siempre su ideario intelectual.



Entretanto, la economía en casa de los Machado alcanzó un nivel crítico, y el padre decidió aceptar un puesto de abogado que le ofrecían unos amigos en San Juan de Puerto Rico. Enfermo de una tuberculosis fulminante, volvió a Sevilla y murió el 4 de febrero de 1893.
En 1895 Antonio Machado aún no había acabado el bachillerato. Al año siguiente murió su abuelo, y a las pérdidas familiares se unió el descalabro económico de una familia en la que todos vivían de la renta de la abuela Cipriana. Manuel y Antonio, los dos hermanos mayores entonces inseparables, se entregaron a la vida bohemia de Madrid. Cafés de artistas, tablaos, tertulias literarias, el frontón y los toros, todo les atraía. Antonio, apasionado del teatro, entró a formar parte de la compañía teatral de María Guerrero.
En junio de 1899, Antonio viajó a París, donde ya le esperaba Manuel, asimilando los caminos del modernismo y el simbolismo. En 1906, por consejo de Giner, preparó oposiciones a profesor de francés en institutos de Segunda Enseñanza, y tomó posesión de su plaza en Soria, en aquel tiempo la capital de provincia más pequeña de España. El Machado del París simbolista y el Madrid bohemio, reflejado en sus “Soledades y galerías” dio paso, en la descarnada realidad soriana a un hombre diferente: “… cinco años en Soria, escribiría, orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial castellano… Ya era, además, muy otra mi ideología”. En lo literario, así quedó reflejado en su siguiente libro, “Campos de Castilla”, en lo profesional, inició su vida de maestro de pueblo y en lo sentimental, se casó con Leonor Izquierdo, el gran amor de su vida, que murió en 1912.
Antonio Machado, invadido por la tristeza, solicitó su traslado y pasó los siete años siguientes dedicado a la enseñanza como profesor de Gramática Francesa en Baeza. Regresó pues a Andalucía, a una Baeza que tanto contrastaba con la Sevilla de su infancia. Intentando escapar del ambiente pueblerino, viajaba con frecuencia a Madrid donde inició su acercamiento a la política, asistió a conferencias de Miguel de Unamuno, coincidió en una célebre y única ocasión con un Federico García Lorca que tanto le llama la atención y estudió la carrera de Filosofía y Letras, lo que le permitió trasladarse a Segovia.
Impartió clases hasta 1932, ejerciendo durante varios años como vicedirector del Instituto. Y contando con la ventaja de la cercanía de Madrid, visitaba cada fin de semana la capital, participando de nuevo en la vida cultural. En 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española, si bien nunca llegó a tomar posesión de su sillón. En una carta a Unamuno, el poeta le comenta la noticia: “Es un honor al cual no aspiré nunca, casi me atreveré a decir que aspiré a no tenerlo nunca. Pero Dios da pañuelo a quien no tiene narices…”


Pilar de Valderrama, fue en ese tiempo la musa y oscuro objeto del deseo de un rejuvenecido Machado, que inmortalizó aquel espejismo poético con el nombre de Guiomar. Cada paso está reflejado en la película: su apasionada y apasionante aventura personal de compromiso político, ético y cultural con la II República a través de las Misiones Pedagógicas, para llevar la cultura al proletariado al que nunca antes se le había concedido esa posibilidad para evitar que pudieran pensar por sí mismos; los terribles acontecimientos del golpe de estado fascista llevado a cabo por Franco y sus vivencias bélicas en una Madrid sitiada; su exilio temporal en Rocafort (Valencia) y posteriormente en Barcelona, huyendo con los suyos del avance imparable de los franquistas; el 22 de enero de 1939 su triste y duro camino al exilio hasta Collioure, Allí quedaron a la espera de una ayuda que no llegaría a tiempo.
Antonio Machado murió un mes más tarde, el 22 de febrero. Su madre falleció tres días después, en la misma pensión “Quintana” donde se refugiaron, exiliados de todo y de todos, abandonados a su suerte de forma tristemente injusta. Los dos fueron enterrados en el nicho cedido por una vecina de Collioure, en el pequeño cementerio de la localidad francesa donde reposan sus restos desde entonces.
Pero también este documental hecho película, es una narración poética caminando por los más importantes hitos de la poesía de Machado, acompasada por la voz de Pedro Casablanc. Para ello la directora recrea sobre planos fijos, los versos del poeta. Y su vida, su obra poética se van reconstruyendo a través de las voces que escritores y catedráticos van desgranando a cámara, mientras que disfrutamos de una sucesión de bellísimas imágenes. Y todo ello acompasado por una fotografía exquisita de Jesús Perujo y una música hipnótica de Pablo Cervantes. Una obra maestra imprescindible.
Entre los numerosos reconocimientos dedicados a Antonio Machado, su obra y su memoria, pueden mencionarse centenares de esculturas dentro y fuera de España, homenajes, exposiciones, el cartel de Joan Miró realizado en 1966 para el frustrado homenaje a Machado en Baeza, el álbum “Dedicado a Antonio Machado, poeta” (1969), del cantautor Joan Manuel Serrat, que contribuyó a la recuperación y popularización del poeta. Como en el caso de otros miembros de la generación del 98, su nombre ha sido reflejado en numerosos callejeros de ciudades españolas. Pero lo más emotivo es para mí el descubrimiento, cuando la cámara se acerca al buzón que existe junto a la tumba del poeta que “nunca persiguió la gloria”, en el que cientos de miles de personas depositan cartas, poemas, dibujos.




Y también las marchas de los descendientes de los republicanos que, como mi padre y mi tío, tuvieron que salir a pie hacia Francia. Marchas que repiten el recorrido de sus ancestros para que ese momento de la historia jamás vaya a ser olvidado.
Los restos de Antonio Machado reposan donde murió, para que nunca deje de ser un lugar de peregrinación republicana, porque como dice su verso: “Sólo la tierra en que se muere es nuestra”.
Tantas heridas abiertas, tantas cuentas por saldar, tanto dolor por consolar, tanto por contar para que no se olvide, para que nunca se repita, para que perviva en las nuevas generaciones…. “Estos días azules y este sol de la infancia” Cuentan que estas palabras estaban escritas en un papel arrugado, en el bolsillo del último abrigo del poeta, que su hermano José encontró unos días después. Su poema postrero e inconcluso, cerrando el círculo, evocando a Sevilla en Collioure, principio y fin de la vida nunca fácil de Antonio Machado, soñando con Sevilla en una playa del sur de Francia, ejerciendo de español hasta el último aliento.
No pudieron aquellos versos esquivar la verdad ni evitar el camino hacia el exilio. Descanse en paz. Es un artículo excelente. Gracias.
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Magnífico artículo, Marlen.
Me gustaría ver ese documental, pero tengo tantísimo pendiente de ver y leer.
Hace demasiado que leí a este grandísimo poeta, creo que desde el bachiller. Lo hice obligado, como casi todas las obras que nos impusieron en las clases, pero tanto Lorca como Machado me cautivaron con sus poesías.
Recuerdo haber leído el poemario Campos de Castilla y, como buen gaditano, lo hacía cantando los versos, como en nuestras coplas. Tengo que buscar ese libro y releerlo. Seguro que me trae buenos recuerdos, o no.
Gracias por acercarnos más a la vida de este genio. Tan grande como olvidado. No creo que muchos de nuestros jóvenes sepa de él o haya leído su obra. Hoy en día no hay «obligación» de conocer a nuestros clásicos.
Un Abrazo, amiga.
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Hola Jose. Como siempre, gracias por tu comentario.
Ahora ya no se «obliga» a leer las obras literarias. Pero tampoco se entusiasma a los alumnos incentivándoles en la lectura de los clásicos.
¡Ojalá, y ya que lo tenemos tan fácil, en las escuelas se pasara este tipo de material, para conocer quiénes eran estos maravillosos poetas! Pero claro, estarían perdiendo tiempo, porque esto no sirve para encontrar trabajo. (léase en tono irónico)
Me hubiera gustado escucharte cantando los versos de «Campos de Castilla» con tu acento. Apúntate en tu lista de «Tareas pendientes» el hacerlo para tu blog, ¡Arrasarías!
Un abrazo amigo. Espero que vayas recuperándote de los males del «23» y te sientas mejor.
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Hola Carlos.
Antonio Machado siguió haciendo su camino al marchar al exilio y mantener sus ideales hasta el final, en las peores circunstancias. Descanse en paz, como todos aquellos que no tienen nada de lo que arrepentirse, aquellos que se fueron con la cabeza alta y una congoja en el corazón, recordando siempre a su tierra soñada.
Gracias a ti por tu comentario.
Un abrazo.
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Hola Marlene, vi hace tiempo ese documental y me encantó. Un imprescindible para recordar la figura y la vida de Machado. Estupenda entrada. Un abrazo.
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Hola Lola. ¡Qué bien que hayas podido ver el documental! Y ¡qué bien que te encantara! Estamos en la misma sintonía. Es una pena que no haya tenido mayor difusión, porque a mí también me resulta imprescindible recordar la vida y la obra de este maravilloso poeta. Y no estaría de más que este tipo de material tuviera cabida en las escuelas.
Gracias por tus palabras. Un abrazo.
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