Ser espectador y disfrutarlo

La vida es tan corta que aprendemos más de las experiencias ajenas que de las propias. Y es que no está nada mal el ser espectador. Sí, por supuesto me gusta ser protagonista, pero dependiendo en qué momento, también me encanta ponerme enfrente y simplemente disfrutar y/o aprender.

Me gusta escuchar un concierto de música clásica en un auditorio o sala de conciertos, en un ambiente místico donde el espíritu se eleva y me aíslo del mundo para viajar a sitios donde sólo la música me puede llevar. Pero también me gusta participar de un concierto de un cantautor o grupo musical donde el público es activo. Cantan, aplauden, gritan, abuchean, bailan. Y salen felices, con una experiencia artística plena. ¿Protagonista o espectador? ¿Por qué hay que elegir por uno u otro? ¿Por qué encasillarnos?

En toda actividad artística de la que se trate, se pueden diferenciar dos tipos de espectadores: el espectador receptor que escucha con atención, siente y vibra con el arte que tiene a su alcance y el espectador forzoso, aquel a quien no le gusta la ópera, por ejemplo, y asiste por motivos de alterne social u obligación. A pesar de haber una clara distinción entre ellos, hay una característica que comparten, son personajes pasivos, no participan activamente en la experiencia artística.

A mí, y ahora ya entro en terreno personal, me gustan diferentes manifestaciones artísticas (como a todo el mundo): literatura, música, fotografía, cine, pintura, teatro, arquitectura, escultura, danza… y no sé si no me olvido alguna. A veces me gusta ser espectadora y a veces disfruto mucho en el papel de actriz, pero en ambos me siento receptora de cualquiera de estas actividades, tanto si actúo activamente, como si me dejo llevar por la aventura de disfrutar lo que la vida me ofrece. Lo que creo no haber sido nunca, es una espectadora forzosa. Ni siquiera siendo niña, el carácter parece que me llegó en los genes.

Aclarado esto, reflexiono ciñéndome a quienes nos gusta ser espectadores, a quienes nos ponemos tras el ojo de la cerradura y sentimos la emoción subir desde las tripas al captar una imagen, un sonido. Somos personas que nos acercamos a la obra de arte para admirarla y recrearnos en ella. Depositamos nuestros sentidos en ella.

Nuestra reacción, la de un espectador “captado” por una obra de arte, es la de sentirse anonadado porque nos inquieta, nos moviliza, interroga en nuestra verdad y se nos convoca a dar una respuesta en forma de críticas, sentimientos.

La pintura es una experiencia estética que armoniza diferentes elementos de la representación plástica: las formas, los colores, las texturas, la armonía, el equilibrio, la perspectiva, la luz, el movimiento. Y como tal, se encasilla en bizantina, románica, gótica, manierista, barroca, rococó, neoclásica, del realismo, impresionismo, simbolismo, modernismo, fauvismo, expresionismo, cubismo, surrealismo, etc.

Pero, independientemente del estilo que sea, a mí la pintura me ha enseñado a mirar desde otro punto de vista. A través de ella, aprendo a seguir mirando el mundo con curiosidad y encontrar la luz de Vermeer en la niña aún somnolienta que lee junto a la ventana, las turbulencias de la noche estrellada de Van Gogh en ese espectáculo infinito en el que relumbra la luna, el banco donde descansa mi madre entre las flores del jardín de Pissarro, los blancos impolutos de Sorolla en esas vecinas que pasean por la playa invernal casi desierta de Zarautz, mi padre leyendo junto a la ventana atardecida de Rembrandt, las maravillosas nieblas de Turner en el camino de la costa, la amiga traspuesta un momento en el claroscuro de Caravaggio, los domingos de vinos y risas compartidos con los amigos bajo los árboles de Renoir.

Seguir mirando el mundo con curiosidad. Ser protagonista y también espectador. Abrazar la vida y disfrutar sin cerrar puertas, sin encasillar.

PD: En la foto inicial, el fotógrafo Stefan Draschan esperó una eternidad para conseguir fotos como esta en un museo.

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

2 comentarios sobre “Ser espectador y disfrutarlo

    1. Hola Carlos. Gracias por tu comentario.
      Sí, admiro muchas pinturas, me conmueven y encuentro en la vida diaria retazos de esas maravillas. Y si bien es cierto que algunas de ellas fueron hechas por seres egoístas o torturados por sus propias vivencias, su vida les pertenece y no entro a juzgar a quien no conozco, a pesar de que tanto se ha hablado de ellos. Prefiero quedarme y seguir saboreando la alegría que me producen sus obras.
      Un saludo para ti también.

      Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: