El adiós a Gerardo Rozín

Encendí el televisor, como todos los domingos, para ver el programa que me llevaba por un rato a Buenos Aires, a la música argentina, a ese humor que me hace reír, a los fogones de mi juventud, a las recetas que apuntaba pensando en que algún día las compartiría, a la entrevista inteligente, sin gritos ni golpes bajos, con intimidad y sensibilidad.

Pero el hilo irrompible que me unía a un pasado, se rompió. El que veía era un programa homenaje al productor y conductor de “La Peña de Morfi”. Gerardo Rozín había muerto de un tumor cerebral que mantuvo oculto a su público, para no someter a sus hijos a los encarnizados medios. Y siguió al frente del programa hasta el brindis de fin de año, despidiéndose hasta este 2022.

Ahora, visto desde el después, él se fue despidiendo en ciertas canciones, ciertos gestos, ciertos comentarios. Y entiendo las caras tristes de sus compañeros, sabedores del cercano final. Sus amigos se venían despidiendo desde hace meses.

Nacido en Rosario, la ciudad de sus amores, fue periodista, productor y presentador de radio y televisión. Cuando tenía 12 años debutó como periodista, haciendo con un amigo el primer listado de desaparecidos de la dictadura militar, de su escuela. Aunque a los 16 años ya trabajaba en Canal 3 de Rosario, su verdadera formación profesional fue en el periodismo gráfico como integrante de la redacción de Rosario/12, lugar al que llegó recomendado por el mismísimo Roberto Fontanarrosa (famoso humorista gráfico, dibujante, guionista, historietista y escritor rosarino). Ahí aprendió los tiempos para preguntar, para escuchar, para encontrar la frase justa. Prácticas que después llevó a la televisión, dándole continuidad a un estilo de charla que, por momentos, la pantalla chica olvida.

“Soy claramente judío y según la OMS soy gordo, soy rosarino, soy de Central, soy periodista y productor», así se definía Gerardo Rozín, y se sentía en el exilio por no vivir en su ciudad. Tenía el don de generar un clima amistoso con quien conversaba, así la charla fluía como si se conocieran de toda la vida. Una persona que sabía lo que quería, qué le gustaba y, lo más importante, que tenía muy claro quién era y cuáles eran sus raíces.

Productor del programa “Sábado Bus” que conducía Nicolás Repetto, Gerardo comenzó a tener participación en el aire. Allí nació “La pregunta animal”, el segmento que a partir de 2003 tuvo programa propio en la noche de Canal 9, y reafirmó a Gerardo como el gran periodista que fue.

Alguna vez declaró: “Después de haber tratado con políticos, recobré el respeto por los artistas”, y el sentimiento se cristalizó en 2012 en “Gracias por venir… gracias por estar”, sensible homenaje a los grandes del espectáculo, que Gerardo ideó y llevó adelante desde cero. Estaba en cada detalle, en la idea, en la producción, en el guión, en las fotos y canciones. Y se notaba cada sábado, cuando con Julieta Prandi celebraba la vida y el arte de cada invitado. Cada programa era un compendio de sensibilidad, de cercanía, de empatía y de respeto que me encantaba mirar.

Después llegaron: “Esta noche, libros”, “Morfi, todos a la mesa” y “La peña de Morfi”, ciclos creados, producidos y conducidos por este creador infatigable. Debo aclarar que “el morfi” es en el lunfardo argentino “la comida” y su verbo es “morfar”.

Las entrevistas en directo a reconocidos músicos y artistas en general (José Sacristán contando la Guerra Civil, por ejemplo) y a los cantantes emergentes que siempre tenían cabida (como Nahuel Penisi que nació en el programa), los shows musicales en vivo de géneros tan dispares como el folklore, tango, pop, rock, música de los 70, actual… (hasta Joan Manuel Serrat tuvo un show increíble) y los fogones como punto de encuentro componían, a lo largo de cinco horas, el sello distintivo del ciclo que Gerardo eligió como el último contenido que le entregaría a los espectadores. El complemento de móviles desde otras provincias de Argentina, el toque de humor, un poco de deporte, las charlas distendidas y la propuesta gastronómica, con la elaboración de recetas de cocina de por medio, entre anécdota y anécdota, evocaban otra característica propia de La Peña de Morfi.

Conocedor como pocos de los códigos de la televisión, y del rol y la postura que tiene que tener un periodista, cada tanto Gerardo traicionaba lo aprendido y se permitía emocionarse al aire y hasta las lágrimas escuchando una canción que le tocaba el alma, como “Oración del remanso” de nuestro Fandermole, un triunfo de su club de fútbol: Rosario Central o un saludo televisivo de sus hijos Pedro y Elena.

En una entrevista de noviembre pasado, Gerardo se mostraba incrédulo ante la actitud de la gente: “La gente me trata como si no fuera de la tele, como a un pariente, con lo bueno y con lo malo que eso implica. Llego a un lugar y me empiezan a hablar como a alguien que conocen de toda la vida y me hacen comentarios de los más diversos. Como durante mucho tiempo hice política, hasta me hablan del país, de la grieta. Es muy curioso y divertido. Me ven, me gritan un “qué haces, gordo” y arrancan.”

A pesar de las dificultades que enfrentó, por su cuadro médico y las restricciones en torno a la pandemia de coronavirus, continuó al frente de la conducción hasta diciembre del 2021, cuando alzó la copa mirando a cámara, invadido por una emoción que ahora cobra un significado especial por la entrega que representaba aquella despedida de su fiel público.

Merece un homenaje el director de orquesta y productor que mantuvo su posición más allá de los ratings y las modas. Y demostró que la televisión noble, popular e incluyente es posible. Los hombres públicos a menudo son llamados por su apellido. Pero las mujeres, en cambio, por su nombre. El apellido da seriedad y el nombre cercanía. Gerardo Rozín, en cambio, es y será para muchos de nosotros Gerardo. Quizás el equilibrio entre la popularidad, la masividad, el cariño de la gente, los tiempos televisivos y una línea de profundidad, pensamiento y cultura que va más allá del rating, el efecto o la viralización, sea un homenaje a Gerardo, pero también la certeza de que otra televisión es posible. “No todo tiene que ver sólo con ganar o tener la mayoría, vos podés ser una minoría muy feliz y está todo bien.”

Y espero que otros sigan intentándolo. Ya sabéis, mi toque de esperanza tiene que aparecer. No es fácil encontrar propuestas y programas similares a las creaciones de Gerardo, ni en la televisión argentina, ni en la española, en un contexto donde el barro salpica casi todos los programas y salpica tanto, que no se ve nada sin que los ojos ardan de odio y agresividad.

Desde la radio, en el «Minuto Rozín», el conductor proponía un espacio para frenar y reflexionar sobre temas cotidianos de la vida
El video que Gerardo Rozín dejó grabado como despedida, con el grupo estable del programa “Dos mas uno”

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

4 comentarios sobre “El adiós a Gerardo Rozín

  1. Hola, Marlen.
    No conocía a este hombre, ni ninguno de sus programas, pero tus palabras me han hecho añorarlo.
    Es muy difícil hacer algo de calidad cultural en los medios, sobre todo en la televisión.
    Me encantó y emocionó el vídeo. ¡¡¡Y eseeee aceeeentoooo!!! 🥰🥰🥰
    Mi más sentida condolencia y muchas gracias por descubrírmelo. 😍
    Un abrazo. 🤗😊👍🏼

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    1. Hola Jose, gracias por tus palabras. Es cierto, hacer algo de buen nivel cultural en la televisión (encima, «pública»), es muy difícil. Siempre parece que no va a funcionar, como si los televidentes fueran/fuéramos idiotas irrecuperables que se conforman con lo que les echen. Ya sabes, las telenovelas para las señoras que se toman un rato de descanso después de la comida, los partidos porque a los hombres les gusta verlo con los amigos, los dibujos japoneses para los niños, los mismos informativos en todas las cadenas para tener la ilusión de que estamos muy bien informados y los debates amenizados por gritos y mala educación, para que se note que la política nos interesa. ¡Menudo panorama!
      Los programas creados por Gerardo eran otra cosa, tal vez porque su idea de un televidente no era la de un zombi al que le alcanza con tener la tele encendida para estar contento.
      A mí también me emociona verlo y escucharlo. Y me encanta que los videos te transmitan esa emoción. Un gran placer haberlo traído a este rinconcito para compartirlo, con auténtico acento incluido.
      Un gran abrazo Jose.

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  2. Se fue una bella persona. En cuanto a su labor era un pequeñito genio, muy pocos conocian la capacidad para manejar sus producciones. Que descanses en Paz Gerardo, siempre te recordarán por tu honestidad y bonomía…

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    1. Gracias por pasarte por este rincón y por comentar, Ángela.
      Si, se fue una bella persona y un excelente comunicador que tuvo, en su momento, la lucidez de jugársela con programas interesantes, divertidos, emocionantes para toda la familia, con entrevistas, mucha música, comida, risas y reflexiones. En una palabra, ¡Lo que nos gusta a la mayoría!
      No sé cómo las cabezas pensantes de los medios aún no se dan cuenta. Enfín, habrá que seguir esperando a que aparezca algún otro Badía, Mareco o Rozín. Mientras tanto, ¡viva las plataformas con películas y series para todos los gustos!
      Un beso grandote.

      Le gusta a 1 persona

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