Señores Jueces: ¡Nunca más!

Pasaron 37 años desde el juicio a las juntas militares que gobernaron durante la última dictadura en la Argentina, entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. Y aunque 37 años pudiera parecer mucho tiempo, en realidad no lo es en términos históricos. Es decir, no hay distancia para pararse frente a ellos sin que cuestiones emocionales afecten la relación que tenemos con aquel hito tan reciente. Es imposible percibir a Jorge Rafael Videla o a Fortunato Galtieri, pero también a Julio César Strassera, el fiscal que llevó adelante la acusación contra los dictadores y al fiscal adjunto Luis Gabriel Moreno Ocampo, como se percibe a otros personajes de la historia del país.

Imposible no recordar sus actos, atroces en un caso, nobles en el otro. Forman parte de la vida de los millones de argentinos que estuvieron ahí, que saben lo que pasó, que lo sufrieron y lo condenan. Y también de quienes estuvieron ahí, pero aún lo minimizan o lo niegan.

Por eso también resulta imposible tomar distancia de “Argentina, 1985”, séptima película del cineasta Santiago Mitre, en la que se recrean las circunstancias que rodearon aquel juicio. Resulta muy difícil volver a escuchar las palabras que se dijeron en aquel momento. Y, al mismo tiempo, resulta imprescindible recomendar a amigos y conocidos la visión de la película.

Difícil concentrarse en el relato de los hechos más duros vinculados con el proceso mismo y la investigación realizada por el equipo que lideraban Strassera y Moreno Ocampo, interpretados con enorme solvencia por Ricardo Darín y Peter Lanzani.

Desde el guión, escrito otra vez junto a Mariano Llinás, Mitre toma la decisión de hacer eje en el hecho jurídico, convirtiendo lo político en un halo que lo envuelve todo como una burbuja cada vez más asfixiante. Como la realidad misma.

Lo que en ella se cuenta (y cómo se lo cuenta) debe resultar didáctico para la otra mitad del país, para aquella que integran los jóvenes que no estuvieron ahí, que no lo vivieron , para quienes aquellos hechos atroces ya empiezan a juntar polvo en los libros de historia. Y para los millones que, en otros lugares fuera de Argentina, no tuvieron a su alcance todo este material en su momento. 

Ayuda a eso el hecho de que Mitre, como en casi todas sus películas, utilice el molde y los recursos del cine clásico para contar la historia. Con ello facilita que cualquier espectador pueda conectar con la historia que se cuenta. Ahí se encuentra la razón para no renunciar a utilizar el humor, aun cuando su película aborda los hechos más abyectos de la historia argentina.

El juicio a las Juntas fue la primera vez en la historia universal en que un tribunal civil condenó a una dictadura militar. A diferencia de los Juicios de Núremberg, que fueron llevados a cabo por los vencedores, o los de la ex Yugoslavia, en donde fueron juzgados por tribunales internacionales, o el Tribunal de Camboya, que tiene un estatuto especial completamente independiente del sistema judicial del país, este juicio se realizó en el mismo país de los acusados, con las leyes del propio país y con fiscales, abogados y jueces compatriotas.

El 15 de diciembre de 1983, Raúl Ricardo Alfonsín, presidente de la nación, sancionó el decreto que ordenó someter a juicio sumario a nueve militares de las tres armas que integraron las Juntas que dirigieron el país desde el golpe militar del 24 de marzo de 1976 hasta la Guerra de las Malvinas en 1982.

El fiscal Julio César Strassera con su equipo de trabajo utilizaron como base probatoria el informe Nunca más realizado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Esta Comisión, creada por el presidente Alfonsín con el fin de dar apoyo a la investigación sobre violaciones de derechos humanos durante la dictadura, estuvo integrada por ocho ciudadanos notables: el escritor Ernesto Sábato, el médico René Favaloro, el epistemólogo científico Gregorio Klimovsky, un rabino, un pastor evangélico, un sacerdote católico, la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú y la activista de derechos humanos Graciela Fernández Meijide.

El alegato de acusación, leído por el fiscal Strassera el 18 de setiembre de 1985 acaba pidiendo “… una paz basada no en el olvido sino en la memoria, no en la violencia sino en la justicia. Esta es nuestra oportunidad. Quizás sea la última. Señores jueces, quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para terminar esta requisitoria. Quiero terminar con una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores Jueces: Nunca más.”

La sentencia del juicio, dictada el 9 de diciembre de 1985, condenó a cinco de los militares acusados y absolvió a cuatro. Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera fueron condenados a reclusión perpetua con destitución. Roberto Eduardo Viola, a 17 años de prisión, Armando Lambruschini a 8 años de prisión, y Orlando Ramón Agosti a 4 años y 6 meses de prisión, todos con destitución del cargo. Omar Graffigna, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya fueron absueltos. El tribunal consideró que las juntas militares habían elaborado un sistema represivo ilegal, que incluyó la comisión de «gran número de delitos de privación ilegal de la libertad, a la aplicación de tormentos y a homicidios», garantizando su impunidad.

El juicio tuvo una gran trascendencia internacional y sobre todo para América Latina, en donde gobernaron dictaduras similares coordinadas a nivel continental por el Plan Cóndor que cometieron crímenes de lesa humanidad de forma sistemática y planeada desde lo más alto del poder. El juicio ubicó a la Argentina en un lugar de vanguardia en la lucha por lograr que se respeten los derechos humanos.

A pesar de las leyes de impunidad que marcaron los años siguientes, el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia no se detuvo. Desde 1983 Argentina vive ininterrumpidamente en democracia.

La película “Argentina 1985”, luego de participar en la sección oficial competitiva de la Biennale de Venecia y de presentarse y ganar el Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián con gran repercusión en la prensa y la audiencia, llegó a los cines y a la plataforma Prime Video de Amazon, su principal empresa productora. Además fue nominada al Oscar que se fallará en marzo del año próximo. ¡Os la recomiendo!

Podéis ver aquí el tráiler oficial de la película.

Tráiler de la película «Argentina 1985»

Y, una joyita que debería formar parte de la educación política y social de los jóvenes: el alegato real del fiscal Julio César Strassera en el juicio civil a las juntas militares que gobernaron durante la última dictadura en la Argentina, entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.

18/09/1985 Alegato de acusación, leído por el fiscal Julio César Strassera, en el Juicio a las Juntas militares argentinas

Publicado por BlogTrujaman

Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra. Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar. Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje. O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.

5 comentarios sobre “Señores Jueces: ¡Nunca más!

  1. Buenos días, Marlen.
    El final del vídeo pone los pelos de punta y emociona profundamente. El discurso es soberbio. Imagino la emoción de todos los que sufrieron de alguna forma aquello.
    Ojalá ese «Nunca Más», fuera tan determinante como factible. Como hemos dicho otras veces, la memoria es imprescindiblemente necesaria para no cometer los mismos errores, cosa que se sigue haciendo. Por eso, tal vez en este país, se pretende borrar de nuestras mentes tantas atrocidades pasadas.
    Lo vivido allí, nos llegó, como todo, manipulado, sesgado y parcial. Pero los que de alguna forma vivimos algo parecido podemos imaginar tamaña atrocidad.
    No sé si el grito de las víctimas en el mismo idioma nos puede afectar más, pero lo ocurrido en Argentina nos hizo llorar de rabia e impotencia. Por suerte, en vuestro país se hizo justicia y el dictador y sus secuaces pagaron por sus crímenes, tarde, pero fueron castigados. Aquí todavía pululan algunos con sus pechos henchidos, incluso con medallas póstumas.
    Dicen que la historia es, irremediablemente, cíclica. Supongo, que por culpa del olvido y nuestra torpe insistencia en tropezar diez mil veces con la misma piedra. Pero ojalá esta película, esta entrada y la memoria de los que todavía recordamos sirva para que esto no vuelva a ocurrir.
    Aunque no tengamos esperanza, creamos en ella.
    Gracias por el artículo, gracias por recordar y gracias por recomendar la película. No sé si tendré el ánimo de verla. Creo que es necesario hacerlo, pero ya sabes aquello del dolor por los dolores ajenos.
    Un abrazo, amiga.

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    1. Buenas noches, Jose.
      Si, el alegato de acusación en la película tiene mucha fuerza, pero escuchar el original lleva una carga emocional que quise estuviera presente en la entrada.
      En el juicio no hubo un dictador y sus secuaces. Se enjuició a las 3 Juntas Militares y, dentro de ellas a los jefes que comandaron cada una de las 3 armas. Por eso eran 9 los acusados. De ellas, fueron condenados los integrantes de las 2 primeras juntas. Y fueron condenados por llevar a cabo un plan sistemático de exterminio en el marco de la dictadura cívico-militar desde el 24 de marzo de 1976. Fue una condena al terrorismo de estado, en el régimen que mató y desapareció a 30 mil argentinos.
      Después de esa sentencia histórica, llegarían las presiones y los 4 alzamientos militares entre 1987 y 1990, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final dictadas por el Congreso y que garantizaron la impunidad de asesinos y torturadores durante años. También llegarían los indultos a los genocidas que firmó el ex presidente Carlos Menem a poco de asumir. Y en 2003 una ley declaró nulas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, algo que fue ratificado por la Corte Suprema en 2005, cuando las declaró inconstitucionales. Pero todo eso ya no está en la película.
      Tienes razón, la historia es, irremediablemente cíclica, por culpa del olvido. Pero estoy convencida que otra muy diferente hubiera sido la Argentina, si no se hubiera celebrado este juicio. El rol de la justicia cambió en el país, a partir de ese momento. No todo vale, los actos tienen su consecuencia, aunque el acusado sea muy poderoso. Y los golpes militares, la irrupción de las fuerzas armadas en el poder legítimo (aunque estén sostenidos por una parte de la población civil) no es gratuito. Esta constatación marcó un rumbo en la política argentina, una nueva postura frente a las dictaduras.
      Ya sabes que yo sí tengo esperanza, creo que se puede hacer justicia. No es fácil ni rápido, pero se puede. Lo que no se puede es decir: Bueno, eso ya pasó, hay que olvidar.
      En cuanto a ver la película, creo que es necesario verla y no sólo porque soy argentina, sino por lo último que te escribía, por reforzar la esperanza en la justicia y en que no hay que olvidar, porque entonces si estamos condenados a repetir.
      Sola en casa, tranquila, sin teléfono, con una caja de Klenex, con el corazón encogido.
      Un gran abrazo, Amigo.

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  2. Estoy por verla. Curiosamente tengo amigas argentinas que son de izquierda y no la ven con buenos ojos, a pesar de que condenan obviamente toda la represión de la Junta Militar. Comentan cosas como que «le faltó» o que no «dice todo lo que debería decir». Yo me formaré mi propio criterio viéndola y por supuesto gracias por recomendarla. Saludos.

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    1. Buenas noches, Ana.
      Entiendo que haya gente a quienes, aún estando a favor del juicio a las Juntas militares, no les guste la película porque se queda corta. Pero creo que hay que tener en cuenta que es una película y no un documental. Y me parece importante saber que, después de 37 años, hay mucha gente (y no sólo las nuevas generaciones) que recién se está enterando de lo que pasó en Argentina en un juicio civil que juzgó a los genocidas de 3 juntas militares y los condenó. En aquella época y por muchos años, el haber estado secuestrado por los militares era el: «Algo habrá hecho». Y después de este juicio y del recordatorio de esta película, la gente tomó conciencia del horror y se aceptó que esto realmente sucedió. Nunca más alguien puede decir que no sabía, nunca más se puede ignorar que se torturó, se violó, se mató, se hizo desaparecer a personas, se robó a bebés y niños. Conciencia social y condena sobre hechos probados. Esto está reflejado en la película en el detalle de la reacción de la madre de Moreno Ocampo.
      Espero que te resulte interesante y gracias a ti por tu comentario.
      Un abrazo.

      Le gusta a 2 personas

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