No, no me refiero a “Los 400 golpes”, la película de François Truffaut, una de las mejores películas francesas en la historia del cine. Tampoco me refiero al selecto grupo de personas de la nobleza estadounidense, considerados los más influyentes de su época, el 1900. Y por supuesto, no estoy hablando de los 400 millones de euros que el grupo de perfumería Puig ha alcanzado de beneficio neto en 2022. (Puedes preguntar, ¡es cierto!)
Además, me refiero a “las” y no a “los” 400. Y ya sabemos que ahora el género nos importa. ¿Así que, de qué estoy hablando? Nooo Jose, no es un rompecabezas ni nada vasco, porteño ni japonés, nooo Luisito, no me voy a inventar un juego matemático. Nada de eso. Es que hoy estoy escribiendo la entrada 400 de este precioso blog. Lo siento, pero tenía que decir lo de “precioso” porque ha cambiado mi forma de encarar estos días. Primero porque me surgió como idea a finales del año 2020, un año en el que por fin salía de un problema de salud que me había complicado la vida y me había preocupado mucho.
Y sí, ese año en que descubrimos que una pandemia podía crear una crisis global, que no entendía de nacionalidades, etnias, convicciones o patrimonios. Un momento en el que no salíamos de casa, no nos reuníamos ni siquiera con los más cercanos, en que no podíamos despedirnos de quienes se iban de nuestro lado, en que no nos atrevíamos a vislumbrar el día en que la pesadilla fuera sólo un recuerdo del pasado.
Y en el que esperaba, y no era la única, aprender algo de todo aquello. Entender que la desigualdad social no era sostenible. Reconquistar nuestro olvidado aprecio por la moral del esfuerzo. Recuperar la ética en la política. Que esta y la paz permanente se conviertieran en el principio rector de sus decisiones. Escindir las consideraciones religiosas del ámbito público. Rebelarnos contra la intolerancia y las injusticias. Repensar las prioridades, entender que es más rentable para todos invertir en ciencia e innovación, cultura, educación, y sanidad pública, que las exorbitantes inversiones en gastos militares o en ejércitos de funcionarios dispuestos sólo a cobrar. Reflexionar sobre lo inapropiado de primar el modelo de sistema económico que teníamos y seguimos teniendo, para que quienes lograran sobrevivir mantuvieran inalterado aquel estilo de vida. Y de paso, adquirir una mayor conciencia sobre los peligros del menosprecio de la naturaleza.
Y recuerdo perfectamente todo esto, porque fueron mis deseos de felicitación para el año siguiente. Deseos que incluí en mi primera entrada de “El blog del Trujamán”.

¡Cuánto tiempo ha pasado! Y ¡de cuántos temas hemos hablado! Porque este es un txoko (un rincón) en el que me siento a reflexionar sobre el día a día y a conversar contigo sobre cosas que me gustan, que me inquietan, me dan rabia o esperanza. Un lugar donde vuelco pequeños cuentos que me llegan en sueños, donde participo en retos literarios o comparto contigo una película, una música o una experiencia, charlando así de tú a tú, familiarmente.
La vida es bella si aprendes a conocerte, si aceptas quién eres, de dónde y de quién vienes, si amas tus diferencias, si decides disfrutarla y hacer que quienes tienes a tu lado la disfruten también. En aquel momento, y sin saber siquiera lo que hacía, descubrí mi ikigai. ¿Te acuerdas? Hablamos de esa palabra no hace mucho. Es esa raison d´être, la razón de vivir o de ser. Una razón para levantarse por la mañana. Es el encontrar el sentido a nuestra existencia, desde el día a día, logrando pequeñas alegrías cotidianas.
Tengo claro que tenemos que aprovechar los momentos en que la vida se detiene, para mejorar y para mejorar el mundo que nos rodea. No sé si logro mejorar algo del mundo y los seres que me rodean. Sería pretencioso pensarlo siquiera. Pero sí sé que me encanta escribir, que eso me permite conectar contigo, conocerte y que me conozcas. Y que mi jubilación ha pasado de ser una época que me asustaba, a un desafío para desplegar mis capacidades, para aprender, para recordar todo lo que he vivido, reflexionar y programar mis próximas aventuras, para investigar y descubrir, para gritar por lo que no soporto y no puedo modificar, para reírme y cantar.
Si la miras de cerca, la vida a veces no tiene sentido. Hay que alejarse un poco y contemplarla desde lejos, con una gran sonrisa.
Cuando la alternativa es apestar a los demás usuarios del colectivo, hay que aceptar un incremento de beneficios de la perfumería. Este no es el caso, porque las 400 publicaciones aportan pocos rendimientos económicos y mucho placer para el lector. De nuevo se cumple la máxima, lo importante para ser feliz apenas cuesta nada. Así que enhorabuena y gracias por escribir. Un abrazo.
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Hola Carlos.
Aunque confieso que me gustan los perfumes, espero no apestar nunca a los sufridos lectores. 🤣😂🤣 Y aunque las publicaciones no aporten ningún rendimiento económico, el rendimiento espiritual es francamente aceptable. Y sino, que lo digan mis vecinos, que más de una vez me escucharán reír a carcajadas o poner una música un poco más fuerte de lo habitual. Si, además, esto conlleva un cierto placer para el lector, y si encima, se toman la molestia de comentar lo que opinan o de dar ánimos ¿qué más puedo pedir?
Tienes toda la razón al decir que «lo importante para ser feliz apenas cuesta nada». Y no está de más repetirlo una y mil veces.
Gracias a ti, por tus palabras y por compartir mi festejo. Un abrazo grande.
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