Una de las caras más duras de la guerra es el efecto devastador que los combates tienen en la vida de los niños. Aunque no tienen ninguna responsabilidad en el conflicto, los más pequeños sufren el impacto de los traumas y la violencia con una intensidad intolerable.
Incluso hoy en día, cuando las leyes y los convenios internacionales protegen los derechos de los niños en los conflictos, muchos siguen sufriendo. El número de niños que viven en los escenarios de las guerras más mortíferas del mundo aumentó casi un 10% en 2021, hasta alcanzar los 230 millones, según un informe divulgado por la ONG Save the Children, que precisa también que uno de cada seis menores del planeta, vive en una zona considerada de conflicto.
El conflicto no sólo amenaza la salud y la felicidad de los pequeños, sino también su capacidad de experimentar la felicidad de la infancia. Pero nunca me deja de asombrar la capacidad que tienen los niños para jugar a pesar de encontrarse en situaciones terriblemente adversas. En campos de refugiados, en ciudades y pueblos devastados por la guerra, en miserables barrios de chabolas, los ves que corren detrás de unos alambres que simulan un coche, que dan puntapiés a un balón hecho con trapos o que acarician una muñeca harapienta.
¿Una muestra de lo mejor de la condición humana? ¿Del empeño en no rendirse, a pesar de la barbarie? Sólo sé que es algo que siempre me impresiona y que me reconforta.
Las fotos que hoy os traigo muestran el deseo irresistible de los niños de jugar, seguir jugando, pese a las guerras. Un sentimiento que se ha abierto paso a lo largo de toda la historia.
Las fotos fueron extraídas de la edición estadounidense de “The Huffington Post”, marzo del 2015.
Hijas jóvenes de los guardias antiaéreos en el sureste de Londres practicando primeros auxilios con sus muñecas en la Segunda Guerra Mundial el 6 de octubre de 1940
Los niños de Londres usan sus máscaras de gas mientras saltan en el parque en sus hogares temporales en la costa sur de Inglaterra en 1940
Los niños juegan en los sitios de bombas y tanques destrozados en Berlín, después de los combates en la ciudad en 1945
Los niños juegan en un carrusel dañado en la ciudad de Alepo, en el norte de Siria, el 8 de enero de 2015
Niñas juegan con sus muñecas en una calle de Múnich sin que la colección de proyectiles que hay frente a su casa las obstaculice
Niñas palestinas juegan dentro de su escuela que fue destruida durante los 50 días de conflicto entre Israel y Hamás en el barrio Shejaiya de la ciudad de Gaza, el 5 de noviembre de 2014
Niños afganos juegan al fútbol cerca de un cementerio en la cima de una colina en Kabul el 12 de abril de 2014
Niños columpiándose de un poste de luz en medio de los escombros dejados por un bombardeo en Londres durante el Blitz alrededor de 1940
Niños jugando en el patio de un edificio destruido en el centro de la ciudad siria de Kobani (Ayn al-Arab), el 18 de febrero de 2015
Niños jugando en un terreno baldío dañado por una bomba en Stepney, en el East End de Londres, el 9 de marzo de 1946
Niños palestinos juegan en una calle del distrito de Beit Hanun, en el norte de Gaza, durante la festividad musulmana de Eid al-Adha, el 4 de octubre de 2014
Niños palestinos juegan entre los escombros de las casas destruidas durante los ataques aéreos israelíes, en el barrio de Shujaiyya de la ciudad de Gaza, el 6 de enero de 2015
Niños palestinos juegan junto a edificios destruidos durante los 50 días de guerra del año pasado entre Israel y los militantes liderados por Hamas, en el barrio Shejaiya de la ciudad de Gaza, el 27 de enero de 2015
Niños pequeños en un patio de recreo con sus máscaras de gas alrededor de 1940
Niños sirios juegan en un automóvil destruido en el centro de la ciudad siria de Kobani (Ayn al-Arab), 18 de febrero de 2015. La ciudad acababa de ser liberada de las fuerzas del Estado Islámico
Un soldado estadounidense ayuda a unos niños a saltar en 1944 en Inglaterra
Desconfío de aquellos autores, músicos, escritores que, escribiendo ficción, dicen no escribir sobre su propia vida. Al escribir, uno se va enredando en sus propios recuerdos y aparecen entremezclados en la obra.
Es muy difícil que todo lo que cuentas le pase sólo a tus personajes. Detalles, pequeños gestos, lugares, contaminan lo que sale de tus manos y no puedes separarte de tus propias experiencias. A mí también me suele pasar.
Por eso, en un momento dado, decidí escribir directamente sobre lo pensado y vivido en este planeta, en este viaje.
O tal vez, el miedo a desaparecer sin dejar rastro, hizo que me decidiera a abrir la caja de mis recuerdos para contar sin filtro, instantes de un tiempo que no volverá.
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2 comentarios sobre “Los niños siguen jugando en tiempos de guerra”
Buenos días, Marlen.
¡Qué increíble contraste!
Creo que nunca dejarán de existir las guerras. Están tan enraizadas en nuestros genes que por eso saltamos por cualquier estúpida disputa.
Supongo que será por eso que los niños obvian la crueldad, el terror y el drama de su entorno, y aprovechan cualquier momento y situación para jugar. Es ley de supervivencia.
Eso no quiere decir que no sufran o sean conscientes de lo que ocurre, pero es una forma de la naturaleza para mantenerse cuerdo.
Tal vez, si los adultos se dedicarán más a jugar y disfrutar con los demás y menos a buscar diferencias, posesiones o cualquier otra excusa para guerrear, el mundo sería más sano, más bonito y más tranquilo.
Perooo… No seríamos humanos, sino animales. Estos sí saben.
Preciosísimas imágenes que nos permite sonreír apartando levemente la vista de esos entornos tan espeluznantes.
Gracias, amiga.
Abrazo grande y sincero, como los de los niños. 🤗😁👍🏼
Hola Jose.
Cuando vi una foto de estas en un reportaje, me dije: ¡¡Supervivencia pura y dura!! Y empecé a buscar imágenes en las que algún fotógrafo había descubierto el juego inocente en medio del horror. No el juego de los niños de cow-boys, policías y ladrones, guerra… El juego inocente, infantil, en medio del «gran juego» de los grandes, de los seres supuestamente inteligentes y responsables. Y pensé que, hiciéramos lo que hiciéramos los adultos responsables, siempre habría un niño dispuesto a recordarnos que la vida, al fin de cuentas, es un juego. Pequeño o grande, pero todos jugamos nuestras cartas, a veces con alegría, a veces con egoísmo, inocentemente, trazando planes, con altruismo, aprovechándonos de todo lo que podamos… Un juego, sólo un juego.
Y empecé a recopilar estas, mis fotos de niños jugando en tiempos de guerras.
Las guerras, las rencillas, las violencias, el terror, los rencores, los escarmientos, los egoísmos, las condenas, los extremismos siempre existirán. Pero, por suerte, también existirá en medio del profundo horror, la inocencia de los niños y su necesidad de seguir siendo niños, a pesar de las realidades creadas por adultos. ¿Qué pasaría si por un instante se intercambiaran los papeles? Supongo que el niño no entendería nada y volvería a su vida de niño sin cambiar. ¿Y el adulto? ¿Aprendería algo de mirar con ojos de niño? Creo que sí, me empeño en creer que sí. Por eso, la importancia de hacer felices a los niños dándoles las herramientas para, si algún día lo deciden, volver a ese rincón de sabia inocencia.
Me alegro que te haya gustado el tema y las imágenes. Me alegro de que me acerques tus comentarios. Y me alegro mucho coincidir en nuestras reflexiones sobre el mundo en el que vivimos, y aquel en el que nos gustaría vivir.
Un abrazo grandote con mi mejor sonrisa de niña.
Buenos días, Marlen.
¡Qué increíble contraste!
Creo que nunca dejarán de existir las guerras. Están tan enraizadas en nuestros genes que por eso saltamos por cualquier estúpida disputa.
Supongo que será por eso que los niños obvian la crueldad, el terror y el drama de su entorno, y aprovechan cualquier momento y situación para jugar. Es ley de supervivencia.
Eso no quiere decir que no sufran o sean conscientes de lo que ocurre, pero es una forma de la naturaleza para mantenerse cuerdo.
Tal vez, si los adultos se dedicarán más a jugar y disfrutar con los demás y menos a buscar diferencias, posesiones o cualquier otra excusa para guerrear, el mundo sería más sano, más bonito y más tranquilo.
Perooo… No seríamos humanos, sino animales. Estos sí saben.
Preciosísimas imágenes que nos permite sonreír apartando levemente la vista de esos entornos tan espeluznantes.
Gracias, amiga.
Abrazo grande y sincero, como los de los niños. 🤗😁👍🏼
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Hola Jose.
Cuando vi una foto de estas en un reportaje, me dije: ¡¡Supervivencia pura y dura!! Y empecé a buscar imágenes en las que algún fotógrafo había descubierto el juego inocente en medio del horror. No el juego de los niños de cow-boys, policías y ladrones, guerra… El juego inocente, infantil, en medio del «gran juego» de los grandes, de los seres supuestamente inteligentes y responsables. Y pensé que, hiciéramos lo que hiciéramos los adultos responsables, siempre habría un niño dispuesto a recordarnos que la vida, al fin de cuentas, es un juego. Pequeño o grande, pero todos jugamos nuestras cartas, a veces con alegría, a veces con egoísmo, inocentemente, trazando planes, con altruismo, aprovechándonos de todo lo que podamos… Un juego, sólo un juego.
Y empecé a recopilar estas, mis fotos de niños jugando en tiempos de guerras.
Las guerras, las rencillas, las violencias, el terror, los rencores, los escarmientos, los egoísmos, las condenas, los extremismos siempre existirán. Pero, por suerte, también existirá en medio del profundo horror, la inocencia de los niños y su necesidad de seguir siendo niños, a pesar de las realidades creadas por adultos. ¿Qué pasaría si por un instante se intercambiaran los papeles? Supongo que el niño no entendería nada y volvería a su vida de niño sin cambiar. ¿Y el adulto? ¿Aprendería algo de mirar con ojos de niño? Creo que sí, me empeño en creer que sí. Por eso, la importancia de hacer felices a los niños dándoles las herramientas para, si algún día lo deciden, volver a ese rincón de sabia inocencia.
Me alegro que te haya gustado el tema y las imágenes. Me alegro de que me acerques tus comentarios. Y me alegro mucho coincidir en nuestras reflexiones sobre el mundo en el que vivimos, y aquel en el que nos gustaría vivir.
Un abrazo grandote con mi mejor sonrisa de niña.
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